¡A juntarse hermanos!

¡A juntarse hermanos!

06 Septiembre 2009
Hay una necesidad profunda de integración franca y definitiva con Perú y Bolivia. Por Pedro Armendariz
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Hay una necesidad profunda de integración franca y definitiva con Perú y Bolivia. Por dos razones: poner punto final al enfrentamiento que se arrastra desde a poco andar el siglo XIX al menos, y sentar las bases para dar respuesta cabal a las necesidades y retos del presente.
El ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Fernández, con innegable buena voluntad, reduce el horizonte de solución del problema con Perú cuando alude a la necesidad de mantener buenas relaciones en aras del comercio y las inversiones económicas en ambos países.
Si bien lo económico es determinante en el mundo actual, el núcleo del problema es cultural, está en la mente y el corazón de cada uno de nosotros, en la educación que hemos recibido, en los contenidos de los potentes medios de difusión y conformación de masas, en los discursos y actuaciones políticas.
Las negociaciones entre los gobiernos de Bolivia y Chile actualmente en curso se desarrollan prácticamente en secreto. Nadie sabe nada de lo que se está conversando, y todos tememos que nos informen de un momento a otro que se ha roto el diálogo y volvemos a fojas cero. Ha pasado tantas veces.
Por esto sorprende la indiferencia de la sociedad chilena ante los acontecimientos actualmente en marcha. No a cada momento en la historia se presentan oportunidades ciertas de sanar semejantes heridas. Buena parte de nuestro presente y el de nuevas generaciones se nos va en ello.
El bicentenario ha de servir para reformular la naturaleza y el papel del estado en Chile. País que prioriza las necesidades del estado y los grandes poderes económicos a las de la población, y que tiene como viga maestra de su andamiaje geopolítico y económico a sus fuerzas armadas.
Se extraña una generación de opinión y expresión de puntos de vista y planteamientos que tengan como objetivo la integración entre Chile, Perú y Bolivia, pensando en el país en general, y particularmente en el futuro del territorio nortino.
La solución es muy sencilla, y está en compartir, en integrar, en hacer desaparecer las fronteras manteniendo y haciendo realidad el respeto a las identidades diversas, identidades que no tengan nada que ver con fundiciones nacionalistas, sino existentes y solventes en lo que son: expresiones genuinas de formas de ser, culturas, tradiciones que nos hermanan en algo semejante a una gran nación si tal cosa es posible y valga la pena que exista. Yo creo que no.
Lo importante son siempre la realidad de los pueblos. Y está claro que lo que compartimos entre los países latinoamericanos hace de nosotros un solo pueblo conformado por un conjunto enorme de identidades y culturas, y esa es la maravilla del continente formidable que habitamos.
El largo conflicto histórico con Perú y Bolivia es una enorme oportunidad para los tres países, oportunidad para definir nuevos tipos de relación, generando en los hechos, principalmente desde las ciudades de los tres países más cercanas entre sí, un enorme y extraordinario territorio de integración. Es una apuesta sin riesgos y con beneficios inconmensurables. Son los pueblos, la sociedad civil la que tiene que tomar la iniciativa, sin calculadora en la mano como lo suelen hacer los agentes del estado y del dinero.
FOTO: Bazikstano