Boeninger: Su sello presente en la Transición chilena

22 Septiembre 2009
La actualización por parte de Magdalena, la hija del candidato Sebastián, de una entrevista realizada años atrás a uno de sus competidores, Marco, fue una de las causas de revuelo de la semana. Por Rodolfo Schmal
Rodolfo Schmal >
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La semana de fiestas patrias ha sido movida. Partió con la muerte de Boeninger, ex rector de la Universidad de Chile en tiempos de la Unidad Popular, ex director del Centro de Estudios para el Desarrollo, think tank de la Concertación, ex ministro del primer gobierno de la Concertación, ex senador designado. Todo esto, de acuerdo a lo que sostiene en su última entrevista, sin que haya levantado la mano para pedir un cargo.
Su influencia está muy por encima del bajo perfil que siempre cultivó. Mal que mal, nos guste o no, la Concertación fue lo que fue y es lo que es, por lo que Boeninger promovió e impulsó: la negociación, los acuerdos, los consensos. A falta de otras alternativas viables, no pocos adscribieron sin ganas a ese talante que Aylwin describió como el camino de lo posible. Quienes se han estado desencantando, se han ido marginando e intentando crear sin éxito nuevos referentes. Ahí están, entre otros, los casos de Fernando, Adolfo, Alejandro, Jorge y Marco, así como ayer, entre otros, fueron Manfred y Arturo. No obstante los avatares que ha debido encarar, y contra todo pronóstico, la Concertación está por completar 20 años de andadura gubernamental.
Curiosamente, ya se la considera como la coalición más exitosa en la historia política nacional. Incluso la derecha así lo sostiene y reconoce, no así la izquierda, que siente que hay cuentas pendientes. La gran duda, y para lo cual seguramente nos falta perspectiva histórica, es si las concesiones, negociaciones y acuerdos adoptados entre el plebiscito del 88 y las primeras elecciones presidenciales del 89, fueron los más pertinentes. La izquierda parece tener un sabor amargo de dichas negociaciones, al estimar que la derrota de Pinochet en el plebiscito nos habría permitido avanzar más de lo que se avanzó. Sin embargo no hay que desestimar el poder que conservaba y que ninguna movilización habría sido capaz de destruir sin un alto costo para el país.
El país en el que las ideas que se profesan son tan opuestas, muy probablemente no habría resistido una política de choque después de una dictadura. O se tendían puentes, o volveríamos a tener una dictadura.
Hoy, con un país más relajado, con menos temores, con FFAA inhibidas de intervenir, a pesar del descrédito de los políticos, el país parece estar dispuesto a debatir entre distintas alternativas de futuro con mayores grados de libertad que en el pasado.
FOTO: universidadcatolica