Una Nueva Constitución para el Bicentenario

Una Nueva Constitución para el Bicentenario

06 Octubre 2009
Todos sabemos que en Chile existe una constitución política que fue promulgada en 1980, pero pocos sabemos lo que una constitución política es. Por allí debemos empezar. Por Juan Guzmán Tapia, ex Juez, actual Candidato a Senador por V Costa
Juan Guzmán Tapia >
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Las personas que redactan las leyes y las constituciones, como los escribas de Egipto, se preocupan de que nadie las entienda o que sea una casta muy reducida de personas que pueda hacerlo. En Chile, sólo una elite compuesta de abogados ha podido comprender cabalmente sus constituciones. Por eso, y con el mayor respeto a todos, y entendiendo que si me hablan de física o medicina, tengo que recurrir a un físico o un médico para entender lo que me dicen, me permito escribir este artículo dirigido principalmente a personas que no son abogados, para referirme a lo que es una constitución.
En este artículo sólo me referiré a lo que es una constitución democrática, cómo debe generarse, a ciertas características de la constitución que hoy nos rige, como al sistema económico que la inspira y a los quórum que se requieren para la promulgación de las leyes o su modificación y al denominado sistema binominal que se utiliza para que sólo coaliciones importantes puedan gobernar.
Todos sabemos que en Chile existe una constitución política que fue promulgada en 1980, pero pocos sabemos lo que una constitución política es. Por allí debemos empezar.
Una constitución política no es ni más ni menos que un contrato que se celebra entre la población de un país y el estado, que es el país organizado. Es un contrato que regula, en líneas generales, lo que las personas pueden hacer dentro de ese país, cuáles son sus derechos y sus deberes y cómo el estado debe asegurar, resguardar y proteger sus derechos. Debe, asimismo, establecer la forma de gobierno que los ciudadanos quieren darse, las formas como las personas pueden participar en su dirección y los distintos poderes que deben regirlos.
Por lo tanto, al ser una constitución un contrato entre la gente y el estado debe generarse por las personas mismas, debe nacer de ellas, y no imponerse por una persona o por un grupo de personas.
Para definirla, podemos decir que una constitución es un contrato solemne acordado por las personas que pertenecen a un país determinado, que tiene por objeto su organización, establecer los poderes por los cuales se va a regir y los derechos y los deberes que corresponden a esas personas.
Queda, entonces, claro que una constitución además de emanar de la gente de ese país o de su pueblo, debe surgir de su mayoría. Sólo así podríamos hablar de una constitución de origen democrático.
Tradicionalmente una constitución democrática se gesta a través de una asamblea constituyente, esto es de un grupo de personas elegidas limpia y libremente que representa a los ciudadanos y que tiene por objeto darle el contenido que surja de la voluntad del pueblo mismo.
Con motivo del bicentenario de la independencia chilena, nuestro pueblo ya debe comenzar a participar en forma democrática en la conducción del país y para ello necesita una constitución democrática pactada por él, con instituciones y poderes propios de una democracia moderna y que establezca cuáles son sus derechos y sus deberes y las herramientas necesarias para su protección.
Las constituciones que ha tenido Chile se han originado siempre por una oligarquía y para una oligarquía. No por el pueblo ni para el pueblo. La de 1980 fue promulgada por una junta de gobierno a cargo de una dictadura militar, formada por tres generales y un almirante, inspirada por una ideología neo-liberal y elaborada por un grupo de abogados seleccionados por esa junta y pertenecientes al sector beneficiado por esa ideología. El pueblo, o más bien, los distintos pueblos que conviven en este país quedaron completamente excluidos.
Por esa razón, y conforme a lo explicado anteriormente, para que nuestro país cuente con una constitución democrática, el primer requisito es que ésta nazca del pueblo. No puede ser democrática una constitución que surja de una dictadura y que beneficie sólo a un sector de la población, por cierto, muy reducido.
La constitución que hoy nos rige, debido a su concepción neo-liberal, está dirigida a beneficiar y proteger a un sector muy reducido en desmedro de la gran mayoría de la población.
¿En qué se manifiesta el sistema neo-liberal que se nos impuso?
Es muy sencillo: en el máximo de libertad dirigida hacia la actividad económica de sus habitantes y en la mínima actividad por parte del estado. Esto se traduce en el hecho de que toda la actividad productiva, comercial y de gestión de los servicios públicos queda en manos privadas, a excepción del orden interno y la defensa nacional, esto es las fuerzas policiales y las fuerzas armadas. De este modo corresponden preferentemente al sector privado: la educación, la salud pública y la previsión social que tradicionalmente habían estado en manos estatales. Por eso la educación, la salud y la previsión social, entre otros servicios, se convirtieron en un gran negocio para un grupo reducido de personas y en un mal negocio para los que, en principio, deberían gozar de estos derechos sociales y culturales.
Los poderes estatales que se establecieron son los mismos que los que existían con anterioridad y son los que corresponden a todas las naciones modernas: el poder ejecutivo constituido por el presidente de la república y los ministros y subsecretarios de estado; el poder legislativo formado por
los senadores y los diputados y el poder judicial.
Si bien la elección del presidente de la república se efectúa por votación directa y por mayoría absoluta de los sufragios o votos válidamente emitidos, para la elección de los senadores y diputados se utiliza un sistema denominado bi-nominal que hace prácticamente imposible una elección de candidatos independientes u otros que vayan apoyados por los partidos que no se sumen a bloques muy importantes. Obliga a quienes no están de acuerdo con los grandes conglomerados a asociarse a éstos para participar en política activa. Este sistema, como señalaba anteriormente, hace imposible la participación de la gran mayoría de la población y a sus distintos pueblos. Esta injusta exclusión sólo puede corregirse mediante una constitución que establezca una participación verdaderamente democrática y que refleje la realidad social existente.
Los números de parlamentarios que deben sesionar o los votos que requieren los senadores y diputados para la dictación de las leyes, reformar la constitución o para desarrollar sus atribuciones y deberes son, en las materias más importantes, muy elevadas. Por eso, la minoría puede manejar qué leyes deben o pueden promulgarse o dictarse y qué leyes no. Por eso se retardan fácilmente las leyes urgentes para la población y se dictan con rapidez las que interesan al sector político interesado. Los votos que se necesitan o los quorums que se requieren en ciertos casos superan a las mayorías absolutas que son suficientes en toda democracia. En ocasiones se requieren quorums de dos tercios, tres quintos o cuatro séptimos, lo que hace que las minorías gobiernen. Esto ha permitido que la derecha, a pesar de haber sido vencida en las cuatro elecciones presidenciales y de parlamentarios posteriores a la dictadura militar, siempre haya tenido la capacidad de legislar u obtener sus metas políticas debido al sistema de consenso que se ha implementado debido a esos quorums tan difíciles de obtener.
Estas son algunas de las características de la constitución existente y de las razones por las cuales debe reemplazarse por otra verdaderamente democrática, tanto en la forma como debe generarse, como en su contenido.
Se necesitaría de páginas enteras de los periódicos para explicar todas las fallas de la constitución que nos rige, que se considera por muchos estudiosos en la materia como una camisa de fuerza. Lo importante es ir formando conciencia de que una democracia debe actuar como tal, buscar el medio adecuado y dar el gran paso a través de una asamblea constituyente, tema que dejo pendiente para mi próximo artículo sobre este importante tema.