Las verdades de Fernando Mena

23 Julio 2010
El multifacético artista porteño nos presenta su primer disco, “Diminutivo”, con canciones que apelan a una sensibilidad profunda y cotidiana que camina en paralelo con su quehacer teatral. Por Romina Bajbuj - Fotos: Diego Trujillo
Romina Bajbuj >
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Por Romina Bajbuj de www.absortos.cl
Fotos: Diego Trujillo
En el muelle Prat de Valparaíso se entrecruzan historias cotidianas, distintas profesiones y oficios, que tienen como escenario a esa parte del puerto que en ese espacio se aleja de la postal para descubrir su pulsación viva en constante movimiento; es lo que Fernando Mena llama “el Valparaíso de verdad”, esa verdad cotidiana y profunda que sin servirse de atavíos nos presenta en su disco primer disco, “Diminutivo”.
Este músico, actor, dramaturgo y director teatral deja ver todas sus facetas que se complementan, pues afirma que “todo eso soy yo”.
¿De qué se trata “Diminutivo”? ¿Cuáles son sus motivaciones?
-Defino a “Diminutivo” como el término de un ciclo. Yo hago música desde muy chico y llevo cuatro años mostrándola, entonces este disco viene a cerrar mi ciclo adolescente por llamarlo de alguna forma. Las canciones tienen que ver con contar historias de adolescente, sin ensuciarme tanto con mis preocupaciones de adulto o de temas políticos que ligo más al teatro. Son canciones cortas y chiquititas que vienen a cerrar el concepto de esta etapa de mi vida. Hablan de amor, de esperanza y de cosas entretenidas que tienen las relaciones humanas. Hay un par de canciones ligadas a un compromiso social pero visto por encima, no con una opinión política clara. Para mi próximo disco estoy pensando en algo mucho más elaborado, porque éste es súper simple.
¿Más elaborado en cuanto a temáticas?
-Yo creo que más elaborado en cuanto a la construcción de las canciones. Ahora generalmente trabajo una estructura pop de las canciones, melodías bien simples, bastante pegajosas; entonces quiero salir un poco de eso, he estado aprendiendo flamenco, estoy metido en la cosa más étnica. Quiero que el disco tenga más instrumentos, porque ahora es sólo guitarra, voz, algunos sampler y sonajeros; entonces quiero salir un poco del minimalismo y probar otras cosas. Aunque también quiero que “Diminutivo” se escuche, que este trabajo que es súper intimo se conozca, y me sirva para mi carrera como músico.

¿Y no crees que, tratándose de un disco más adolescente, corres el riesgo de que el público te termine identificando más con eso, que con lo que eres ahora?
-Sí, puede ser pero estas canciones igual son parte de mí, son vigentes porque me pasan cosas cuando las escucho, y a otra gente de mi edad también le pasan cosas; hay un cuento con la memoria ahí y yo no reniego de eso porque no es que yo no sea el de “Diminutivo”, que es parte de mí y lo defiendo. Siento que la evolución va por otro lado, va por la calidad musical. En cuanto a las letras siento que hablan del adolescente que todos llevamos dentro.
¿No ves una ruptura, entonces?
-No, siento que lo que hay es una evolución que tiene que ver más con el modo en que vengo trabajando, con la forma de las melodías.
¿Cuales son tus pasos a seguir concretamente con este disco?
-Tocar más, ojala hacer una gira por Chile. Aprender de otros músicos, porque en este proceso del disco me he ido nutriendo de otros músicos quizá que no son tan conocidos. Siento que este camino se trata de ir nutriéndose en lo artístico.
Estos músicos que te influencian, ¿tienen que ver con esta nueva generación de trovadores que se viene gestando hace un tiempo?
-Yo no sé si nuevos trovadores, porque lo que yo hago no es trova ni nunca lo será, lo mío va por otro lado. Hay nombres de esta nueva camada que suenan harto y que son muy buenos: Chinoy, Manuel García, Camila Moreno, Pascuala Ilabaca, Kaskivano. Por otro lado más rockero está Fernando Milagros y Leo Quinteros, todos parte de esta nueva camada de compositores chilenos. Pero dentro de lo más cercano está Diego Peralta y Javier Barría, que llevan muchos años y les ha costado un poco más ser reconocidos.
¿Te sientes parte de ese grupo o dialogas con ellos pero desde afuera?
-No sé si sentirme parte de algo porque siento que cada uno hace cosas distintas, cada uno trabaja su particularidad. No es como antes que uno hablaba de la Nueva Trova Cubana y metía a tantos. Siento que ahora todos hacemos cosas diferentes: folclor, rock, pop, balada y eso es lo rico justamente del asunto. Lo que nos puede unificar es que somos todos emergentes, sin sello definido…
Si tuvieras que identificarte con un género, ¿cuál sería?
-Yo lo definiría como algo minimalista pop, porque claro, yo hago folk por lo minimalista ya que ocupo guitarra de palo y voz, pero yo no hago folclor entonces no me sentiría cómodo si me identificaran con eso. Yo me considero como alguien pop por la estructura de canción: las melodías y las letras son accesibles. Es un pop minimalista no comercial, no soy Lady Gaga.
¿Cuál es tu mirada acerca de esta nueva escena musical chilena en relación al vínculo con las instituciones, la lucha por los espacios?
-Yo creo si bien existe la plataforma de Internet para difundir, está bien atrasado todo lo que es el apoyo a la música en Chile. Sólo se apoya a unos cuantos con un sello y le dan con eso las instituciones también. Entonces sin menospreciar el trabajo de esos artistas que son muy buenos, se está dejando afuera a otros que también lo son. La prensa especializada también toma a uno y le da con ése, siendo que hay muchos más músicos, sólo es cosa de buscar un poco más.
¿Qué rol cumple la institucionalidad cultural en esta situación?
-Un rol de difusión más que nada, con encuentros que son muy buenos como Rock Carnaza o Ñu Folk. Siento que tenemos cuatro exponentes que ya mencioné que creo que son muy buenos pero también hay muchos más otros que necesitan esa cabida para difundir su trabajo. Siento que los organismos culturales tienen que dar la posibilidad a todos para que se conozcan.

Si hablamos de complementos cotidianos, no se puede dejar fuera lo que Fernando considera su otro yo: el teatro, que muestra su costado más comprometido y político en un sentido amplio.
Háblanos un poco de forma de encarar el trabajo teatral y qué elementos componen tu quehacer en este ámbito.
-Mi compañía se llama Teatro Virgen y está compuesta por Cristian González, Daniel Benítez y yo. Llevamos un par de años trabajando la autoría, que es enfrentar el proceso creativo desde nuestra propia visión política en base al entorno y a nuestras vivencias personales. Este proceso largo de investigación nos llevó a nuestra primera obra “Pato Yáñez o el gesto nacional”, escrita y dirigida por mí, donde criticamos nuestro oficio actoral: la pequeña burguesía donde está inserto el teatro que es súper elitista, es teatro para la gente que hace teatro, el colega es el que paga la sala, porque la otra gente no sabe, no hay difusión ni educación artística; entonces el teatro se ha vuelto arte para unos pocos. Nosotros hacemos esa reflexión desde Valparaíso, donde en realidad es bastante pobre el trabajo artístico que pueda llegar masivamente.
En la obra, ocupamos el gesto "pato yáñez" para expresar nuestro descontento de una manera bastante literal. En nuestro proceso de investigación no concebimos hacer ilusión para decir lo que pensamos.
¿Qué factores han hecho que el teatro se vuelva elitista?
-El problema radica en la educación, si a un niño yo lo acostumbro a consumir arte, se le van a desarrollar otros criterios, a abrir otros mundos; eso no ocurre aquí. El hecho que la educación sea privada ya te condiciona, porque te excluye un poco de la verdad social, se está en una burbuja. También hay un tema de egos, los actores somos egocéntricos.
¿Qué harías para revertir esta situación?
-Primero hay que darse cuenta de esta problemática del teatro y luego generar redes con nuestros colegas, tirar todos para el mismo lado. Por otro lado hay que tener en cuenta que la cultura no es prioritaria para el país porque no es rentable.
Asumiendo esta realidad ¿cuáles son tus próximos pasos en teatro?
-Por ahora, seguir con “Pato Yáñez o el gesto nacional”, que se presentará en Santiago, el 13 de agosto en el marco del Festival de Nuevos Directores Teatrales en la sala Lastarria 90 a las 20 y 22 horas. Además vamos a hacer una obra que escribí, llamada “21-12”, que habla del miedo colectivo que provoca esta fecha, en donde están involucradas la religión y los medios de comunicación. Se plantea cómo se ha generado control social a través de este tema.
Para concluir, ¿qué elementos crees que son comunes en ambas disciplinas y qué en qué se diferencian?
-Lo que los une es la verdad, a los dos le pongo mucha verdad y entrega. Quiero que el espectador sienta que se está siendo sincero. No adornarse ni mostrar lo que no es, crear un rito con el espectador. La diferencia está en que en la música trabajo una cosa más poética, mientras que en el teatro hablo desde una posición política, más literal.
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