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Cirilo Tuesta: Recuerdos de su infancia en Playa Ancha

03 Septiembre 2019

El destacado futbolista porteño recuerda cómo era el barrio a mediados del siglo XX y cómo fue forjando su carrera como deportista junto al Club Deportivo Playa Ancha.

Hernán Castro >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Artículo publicado en Apuntes y Viajes

Corría el año 1941 cuando Andrés Cirilo Tuesta nació en la ciudad de Valparaíso. Su infancia la vivió en Playa Ancha junto a sus padres Cirilo Tuesta y María Tuesta Cabezón. En la calle Munizaga se encontraba su casa y la bodega donde su padre almacenaba las botellas que se encargaba de distribuir para Cervecerías Unidas.

De sus primeros años de vida recuerda los paseos por Las Torpederas, un balneario muy distinto al que conocemos hoy. La gente hacía vida social, participaban de bailes y se subían al carrusel o las sillas voladoras. Eran otros tiempos. Hasta la Piedra Feliz era un roca de mayor tamaño.

En una época sin televisores ni celulares, las tardes las pasaba jugando en las calles del barrio. Uno de sus juegos predilectos era tomar una tabla, frotarla con la cera de una vela y tirarse cerro abajo por la calle de adoquines. Podía pasarse el día entero haciendo eso con sus amigos.

En ese ir y venir fue que descubrió una cancha de tierra junto a la avenida Gran Bretaña. Ahí se reunían los niños más grandes del barrio para practicar fútbol. Y a pesar de que los más grandes no querían integrarlo, desde los 6 años comenzó a jugar. ¡Y no lo pararon más!

Cirilo estudió en el Liceo 2 y sus compañeros, cuando tenía 11 años, lo llevaron hasta el Club Deportivo Playa Ancha. Ahí jugó desde los 15 a los 50 años. 

Unos años en el Barrio Puerto

Al año siguiente su padre vendió la distribuidora de cervezas y compró el Salón de Billar El Audaz, ubicado a los pies del ascensor Cordillera, en el Barrio Puerto. Justo donde actualmente se encuentra la Panadería Serrano. 

Cirilo entonces reemplazó la vida del barrio por la del salón de billar, donde jugaba a escondida de sus padres, y la escalera Cienfuegos. Ahí inventó un nuevo pasatiempo: Subir corriendo junto al ascensor Cordillera e intentar llegar a la parte superior antes que él.

Luego de varios intentos lo logró y, sin darse cuenta, le sirvió de entrenamiento para los partidos de fútbol que seguía jugando en el Club Deportivo Playa Ancha. Hasta allá llegaba en la micro 11 y si no tenía dinero se iba caminando. Ahí se seguía juntando con sus grandes amigos Santiago Lorenzo y Enrique Villegas.

A punto de cumplir los 18 años tuvo que hacerse cargo de la casa tras el fallecimiento de su papá. Sin embargo nunca dejó el fútbol, siendo convocado por Everton para sumarse a sus filas tiempo más tarde. Durante un año jugó para este equipo, ganando el Campeonato Nacional de 1966 en la ciudad de Arica, todo un hito dentro de su carrera futbolística.

Un cortado en el Café República

Cirilo me cuenta parte de la historia de su vida mientras disfrutamos de un cortado en el Café República Independiente de Playa Ancha, acompañado de un delicioso cheesecake. Desde una carpeta saca viejas fotografías en blanco y negro. Su forma de expresarse es muy amena y cercana, como si nos hubiéramos conocido hace años. 

Poco antes de finalizar nuestra conversación, me cuenta que tuvo que dejar Valparaíso por primera vez hace un par de años. No muy convencido, dejó el barrio de su infancia. Pero todas las semanas vuelve para dejar a su señora, Elisabeth Roa Vilugrón, donde sus amigas, quienes se reúnen a tejer y tomar el té.

Entonces Cirilo aprovecha de volver a la calle y recorrer los paisajes de su infancia: Las mismas casas de antaño, hoy rodeadas de un mayor tráfico y pintadas de colores más fuertes. Los niños ya casi no juegan en las calles. 

Luis Bastías y Alicia Navarrete, los dueños del Café República, escuchan desde la barra las historias de este futbolista playanchino. Ya cuando terminamos de conversar se acercan para saludarlo y se suman al intercambio de nombres y recuerdos de tiempos pasados.

Una vuelta por el barrio

Finalmente Cirilo y yo nos retiramos para caminar por el barrio y volver a sus lugares de infancia. Llegamos hasta la calle Munizaga, donde antes viviera él y también los Delgado, los Leal, los Escalona y los Villalón. 

Pasamos junto al Teatro Odeón y donde antes estuviera el Teatro Iris, frente a la Plaza Waddington. Ahí Cirilo recordó que vio la serie de El Zorro y las películas de Alain Delon, pasando buena parte de su juventud.

Luego del cine, la Avenida Playa Ancha se transformaba en un centro social. Entre las 7 y las 9 de la noche las personas se paseaban entre el Almacén San Pablo (Actual Banco Estado) hasta la Barraca. En esos paseos conoció al papá de Edda Schiappacasse, con quien jugaba al billar en un local junto al Teatro Odeon que se mantiene activo hasta el día de hoy.

También fue al Bómbolo, el lugar que frecuentaba el Gitano Rodríguez; solía comprar en el Almacén el Sol y visitar la Fuente de Soda Weekend. Todos lugares icónicos de un Playa Ancha que no volverá, salvo en el recuerdo de los que fueron los niños y las niñas de mediados del siglo XX. 

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