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[OPINIÓN] Unas elecciones sin política

06 Septiembre 2019

Digamos que aquí hay una perfecta continuidad de “la política de los acuerdos” instaurados por la Concertación, continuados por la Alianza por Chile y concluida por la Nueva Mayoría, algo así como una política sin política, pero con mucho control social.

El Martutino >
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Por Ibán de Rementería

Núcleo Valparaíso Socialista - Izquierda Socialista

Un gobierno que no gobierna y una oposición que no se opone han conducido a un inicio adelantado de los procesos electorales, tanto municipales como de gobernadores, que van juntos el próximo año, y lo que es más sorprendente, usando un término hípico, ya los candidatos presidenciales se van instalando en sus partidores para unas elecciones a más de dos años. Digamos que aquí hay una perfecta continuidad de “la política de los acuerdos” instaurados por la Concertación, continuados por la Alianza por Chile y concluida por la Nueva Mayoría, algo así como una política sin política, pero con mucho control social.

La carencia de política, de expresiones de la gestión del poder, de proponer e imponer la voluntad a las y los ciudadano, se debe a que los problemas centrales que agobian a la población, según todas las encuestas de opinión, tales como la salud, la educación, la previsión social, el empleo, la vivienda y la seguridad ciudadana, son soslayados o reducidos a dos únicos asuntos: el crecimiento económico y, claro está, la guerra contra la delincuencia y las drogas.

Como es sabido según los economistas y políticos expertos el crecimiento económico de suyo es capaz de resolver tanto las necesidades de reproducción ampliada del capital como, por rebalse de la riqueza, las necesidades sociales básicas antes enumeradas que el pacto social de la post guerra había convertido en derechos sociales.

Por su parte la guerra contra la delincuencia y las drogas es una política de control social surgida en los EUA al terminar el “nuevo trato” (New Deal) instaurado por el Presidente Franklin Delano Roosevelt luego de la crisis de 1929, que en la década de los cincuenta sustituye la acción pública social por la guerra contra la delincuencia. Luego en los setenta el Presidente Nixon perfecciona ese control con la guerra contra las drogas, esto ha sido llamado por los expertos “gobernar a través del delito”, (Simon 2011), (Garland 2012), (O’Malley 2006).

Finalmente, la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico se volvió ciencia social y se convirtió en seguridad ciudadana, para no dejarla solamente en manos de policías, abogados, fiscales y tribunales de justicia. En esto Chile es un país ejemplar en el manejo del miedo, tenemos a la vez la más baja tasa de victimización delictual de América Latina, la segunda más baja de todas las Américas y una de las más bajas del mundo, así como a la vez la más alta tasa de temor de la población a ser víctima de la delincuencia, más aún, desde que se mide la victimización esta ha mantenido un constante decrecimiento, de 12,1% en 2008 a 9,3% en 2018.

Es necesario recordar que el Presidente Piñera inició su segundo mandato con un duro discurso anti delincuencia y contra el narcotráfico, el cual recientemente ha (semi) militarizado para proteger las fronteras nacionales, discurso que ha vuelto a reiterar al quedar claro que la promesa de “tiempos mejores”, gracias al crecimiento económico, no es cumplible.

Los precandidatos presidenciales puestos en sus partidores por la derecha son: Lavín, Allaman, Chahuán y Ossandón, lo cual se debe agregar al díscolo José Antonio Kast –que de todas maneras tienen la misión de movilizar, reunir y encauzar a la votación de la extrema derecha.

Por su parte la centro izquierda añorante de la Concertación y la Nueva Mayoría, por el PS tiene a José Miguel Insulza, Máximo Pacheco, Oscar Landerretche Jr., Fernando Atria y ahora se ha agregado Marcelo Díaz. Incluso debería agregarse a Maya Fernández Allende, el PPD tiene a Heraldo Muñoz casi oficializado, también Ricardo Lagos Weber y Felipe Harboe son precandidatos presidenciales, lo mismo Carlos Maldonado por el PR. En la DC, que nada desde la oposición al Gobierno en la pecera de la política nacional, con un 10% de respaldo, que no es mucho pero define, tiene a Ximena Rincón –que puede ser ofrecida a la derecha como la Frei Montalva del presente para salvar la situación-, mientras otros y otras ex DC tratan de “polarizar” un centro político. Por la izquierda el PC perfila Daniel Jadue, en el Frente Amplio (FA) Beatriz Sanchez lo está pensando, lo cierto es que en una proyección simple de los datos conocidos podría ser la próxima Presidenta de la República –ver más adelante. 

En general, ninguno de los sectores políticos nacionales, que ya tienen una masa crítica suficiente de pre candidatos presidenciales, se ha propuesto algún programa convocante y los perfiles insinuados se sostienen en el esquema del crecimiento económico y la seguridad ciudadana, incluso para el caso del FA.

Resulta paradójico que el crecimiento económico sea el mínimo programático común de la derecha, el centro –si esto es hoy algo significativo en política- y de las centro izquierdas y las izquierdas, cuando al mismo tiempo todos se rasgan las vestiduras por los incendios en el Amazonas, manifiestan su zozobra por el cambio climático, el déficit pluviométrico del 70% en la zona norte y central del país, denuncian las zonas de sacrificio ambiental, etc., sin plantearse nunca que es precisamente el actual modelo de crecimiento económico el que extrayendo recursos naturales a una velocidad mayor a la que tienen la naturaleza para reproducirse y arrojando desechos a ella a una velocidad mayor a la que esta tienen para procesarlos, están generando este cambio climático que según los expertos ya es irreversible y necesita de un largo proceso nuestro, humano, para su mitigación. Aquí como en el caso de la delincuencia, que se culpa a la sociedad en general por ser pocos solidarios con los que menos tienen, y no al modelo económico concentrador de la riqueza, por ejemplo, se culpa a la población por usar de manera generalizada bolsas de plástico y así contaminar los océano, cuando el 80% de esas contaminaciones son causadas por los aparejos de la industria pesquera. 

El tema del agua resulta proverbial, su derecho de uso ha sido privatizado con concesiones a perpetuidad y las expectativas son reformar esos derechos perfeccionándolos, además, ahora se propone la apropiación el 80% del agua que va al mar, mediante la concesión de la “carretera del agua” que la llevaría del sur al centro y luego al norte, pero, a condición de que su costo de US$ 8.000 millones sea subsidiado en US$ 2.000 millones por el Estado.

Tres llamados de atención. Primero en 2011 el movimiento estudiantil apoyado por grandes mayorías expresadas en las marchas y las encuestas de opinión impusieron la gratuidad  de la educación, la recuperación institucional de la educación pública y su sustracción a la reproducción ampliada del capital nacional e internacional, eso fue el programa y luego el Gobierno de la Nueva Mayoría.

Segundo, en 2017 la centro izquierda –PS, PPD y PR- obtuvo el 19,5% de los votos en las elecciones parlamentarias, la DC el 10,7%, Partido Progresista, el PC y el Partido Regionalista Verde el 10,4%, las nuevas izquierdas, expresadas en el Frente Amplio, consiguieron el 16,5%, de los votos, por eso en su conjunto tienen las mayorías en el Parlamento.

Mientras que la derecha expresada en el Chile Vamos solo obtuvo el 38,7% de los votos, pero en la segunda vuelta de las presidenciales Sebastían Piñera se impuso por 10 puntos porcentuales sobre Alejandro Guillier, lo cual hasta ahora no ha sido analizado en mayor profundidad, aparte de atribuir esa decisión electoral a sandeces como los “fachos pobres”.

En lo concreto las izquierdas unidas tendrían el 47% del respaldo electoral, con la DC llegarían al 57%, la derecha tendría solamente el 39%, pero con la DC podría llegar al 50%.

Tercero, las recientes elecciones primarias en Argentina donde el peronismo encabezados por Fernández y Fernández de Kirchner derrotó por 15 puntos a las intenciones re-electorales del Presidente Macri, es una advertencia a los “tiempos mejores” que no fueron, pero lo importante allí es que el 80% de los electores concurrieron a votar en esas elecciones, esto quiere decir que la gran mayoría de la nación argentina ha dicho que tomó la decisión de hacerse cargo de la política.

 

Foto: Huawei / Agencia Uno

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