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Imagen de VICTOR RODRIGUEZ O.

El presidente Allende no se

El presidente Allende no se rindió, y su actitud representa la reserva  moral de un país, representa el estado de civilización en que se encontraba el pueblo de Chile, que por esos tiempos ejercía la democracia que aún no conocemos, y se comportaba como una respetada y generosa república que estaba permitiendo que los trabajadores accedieran al poder, nacionalizando las riquezas naturales para el futuro de su pueblo, asegurándoles mediante gestión del Estado, acceso a una buena calidad de educación y salud.
 
De manera que el ejemplo de Allende, es para todos. Para sus seguidores, sus adversarios y sus enemigos. Ejerció una política que privilegiaba por sobre todas las cosas los principios, respetaba la democracia, y respetaba los derechos del pueblo, puesto que sabía que Chile era de todos y se proponía garantizarlo.
 
Hoy, cuando su imagen es reducida a una estatua de metal en la plaza que fue pisoteada por los tanques de la insurrección, cuando se le rodea de una silenciosa comparsa de ex conjurados, de un ridículo séquito de pálidos e indeseables ex-mandatarios.
 
Cuando se ejerce una política cuyo único norte es facilitar los negocios, cuando la brecha de diferencias en el ingreso de las personas es de las más vergonzosas del planeta, cuando se entrega las riquezas naturales a capitales extranjeros, cuando se conjura un acuerdo para desnacionalizar el cobre sin el cual Chile no sería lo que es hoy, cuando la propia infancia se toma las calles porque les han liquidado la calidad de su educación, cuando se contamina el medio ambiente sin parangón en la Historia de Chile, cuando de apalea y tergiversa a la población originaria, cuando se acorrala a los pobres en poblaciones marginales y con un salario  que los deja afuera del consumo mínimo para vivir con decencia.
 
Cuando se niega mil veces a Allende.
 
Cuando la fuerza de los hechos no le da cabida al pueblo, negándole su participación en el juego democrático, cuando es indispensable una Asamblea Constituyente que ponga de acuerdo a los chilenos.
 
Entonces, el pueblo vuelve a entonar: Allende, Allende, el pueblo te defiende.
 
Esa defensa, es la defensa a su ideario que está escrito en sus palabras, en su actitud, en su ejemplar historia política. Es la defensa de las ideas que sus formales sucesores han desechado, es la necesaria e impostergable creación de un nuevo referente político que reorganice a la Izquierda. Un referente que sea la unidad de los trabajadores, estudiantes, indígenas, medioambientalistas y de todos aquellos hombres de buena voluntad.
 
¡Allende vive, viva Allende!

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