Las cucarachas de la cultura

Las cucarachas de la cultura

06 Mayo 2020

La pandemia demuestra lo que algunas personas ya creíamos: que los libros son como cucarachas. Cuando todo se derrumba, ellos aguantan, indestructibles. No dejemos, entonces, que los libros se pierdan.

Arantxa Martínez >
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Por Arantxa Martínez

Hace tiempo que circula la leyenda urbana de que la cucaracha, animal extremadamente resistente y con 99 millones de años a sus espaldas, es de las pocas especies que en la actualidad podría sobrevivir a una catástrofe nuclear. 

Si bien esta afirmación es dudosa, lo cierto es que en esta pandemia global que estamos viviendo las cucarachas no se dan ni por aludidas, pese a que el-mundo-tal-y-como-lo-conocíamos se esté viniendo abajo. Las relaciones personales se han convertido en un lujo, al igual que la libertad de movimientos, mientras que el sistema de compra-venta alrededor del cual giraban nuestras vidas ha pasado a último plano gracias a la Ley de “Protección” del Empleo y a que no salimos de casa.

Con ello, hemos descubierto (algo que ya atisbamos con el estallido social del 18 de octubre) que la cooperación, las redes de apoyo y los pequeños emprendimientos son más sustentables, por no decir infinitamente más satisfactorios, que regalar el sudor de nuestras frentes a la oligarquía chilena, las 7 familias o como se quiera llamar a los que manejan el país. Pero a su vez, es indudable que ha empezado (y lo que se nos viene) una crisis socioeconómica de aquellas, en las que el esfuerzo y el trabajo de años de muchas personas ha quedado reducido a escombros. 

Uno de los sectores más afectados en este sentido es el de la cultura. Y lo es con más saña, pues frente a otros rubros que ahora también se han ido a pique, como el de la restauración o el turismo, el trabajo cultural se ha sustentado desde siempre en unos cimientos precarios. Esta situación, en el contexto de Valparaíso, se ve agravada por la fragilidad del tejido cultural de la región.

Un gran número de artistas y personas vinculadas a la cultura tienen que buscárselas, como Lazarillo de Tormes, para llegar a fin de mes y poder sacar adelante sus proyectos, además de pasar la mitad del año cruzando los dedos para el Fondart. Y ahora, inesperadamente, quién sabe si volverá a haber presupuesto para cultura, si reabrirán los lugares de música y teatro, si se harán lanzamientos y exposiciones, y dónde y cómo y cuándo.

La luz (lucecita) al final del túnel es que la pandemia y el confinamiento han disparado el recurso al entretenimiento cultural. Los hay quienes se ven temporadas completas de series, quienes se saben de memoria el catálogo de Netflix o quienes (¡oh, milagro!) abren un libro. Aunque sea uno que llevara años acumulando polvo en la casa. O aunque sea uno digital. Ahí está la Biblioteca Pública Digital, que desde el comienzo del confinamiento ha triplicado su número de préstamos. Algunas plataformas de audiolibros han aumentado hasta en un 100% su número de suscriptores y el número de lectores habituales ha aumentado un 4% en países como España, que ha pasado dos meses en estricta cuarentena. Esto no quiere decir, por supuesto, que el sector no lo esté pasando mal. Las librerías y editoriales pequeñas están sufriendo, y mucho, por mantenerse a flote, y todo el sistema de apoyo a la creación está en veremos.

Pero, retomando el comienzo de este texto, la pandemia demuestra lo que algunas personas ya creíamos: que los libros son como cucarachas. Cuando todo se derrumba, ellos aguantan, indestructibles. No dejemos, entonces, que los libros se pierdan. Apoyémonos en ellos para pasar esta crisis y apoyemos a los que trabajan con ellos, haciendo pedidos a las librerías que hacen despacho, por ejemplo.