[OPINION] Parque Cultural de Valparaíso: el botín político vuelve a la carga

18 Noviembre 2017

El segundo espacio cultural más grande del país sigue siendo un botín de los más audaces operadores políticos de la alta cultura, en desmedro de verdaderos gestores culturales con trayectoria y conocimiento en espacios y audiencias culturales.

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Por Cristian Venegas: Gestor cultural y productor, fue Director Regional de Balmaceda Arte Joven entre 2011 y 2014 y miembro del Directorio del CNCA Valparaíso hasta 2013. Es Vicepresidente de AdCultura, Asociación Nacional de Gestores Culturales de Chile.

No deja de ser sorprendente y polémica la decisión presentada este viernes por el directorio del Parque Cultural de Valparaíso (PCdV) donde anuncia a la que en ese momento era la actual Seremi de Cultura, Nélida Pozo, como la nueva directora ejecutiva de este emblemático espacio cultural, luego de haber realizado un concurso público entre más de 50 postulantes al cargo.

Nota relacionada: Parque Cultural de Valparaíso ya tiene nueva directora

Hasta este viernes y hasta cuando se hizo el anuncio desde el área de comunicaciones del PCdV, Nélida Pozo seguía en sus funciones como Seremi de Cultura de la región como cualquier día. Sin embargo, sólo recién al final de la jornada, un escueto comunicado oficial anunciaba su renuncia por motivos personales. Esta situación resulta sumamente decepcionante y nos llena de impotencia por la falta de rigor, de criterio y de ética en la forma, la cual resulta desconcertante, más viniendo  de funcionarios públicos que se supone deben velar por el bien común y ser garantes de un proceso de selección como este. A todas luces ella en su posición privilegiada tuvo ventajas obvias durante el proceso, al ser la representante política de la cultura en la región mientras se resolvía quien era el candidato más idóneo. Distinta sería la historia si su renuncia se hubiera producido al momento de postular al cargo en cuestión.

¿Nadie se cuestionó entonces por qué una Seremi, una autoridad política del actual Gobierno, estando en funciones postulaba a un cargo donde ella es precisamente la contraparte de la institucionalidad cultural que financia este espacio cultural? ¿Nadie advirtió una incompatibilidad evidente cuando se desarrollaba el concurso? ¿Por qué se desestimaron excelentes perfiles que estaban en carrera como el del programador y ex director de programación del GAM, Javier Ibacache, o el de la productora de danza, Jennifer McColl, por una figura política sin experiencia en gestión de espacios culturales? Es cosa de mirar los exigentes requisitos que se solicitaban en la convocatoria del cargo para concluir que el resultado es producto de una  evidente operación política al más alto nivel.

Observar como una Seremi de Cultura, o ex Seremi ahora, puede vivir un proceso de selección para la dirección ejecutiva de un centro cultural de gran envergadura, financiado por la ley de presupuesto con más de 1.000 millones pesos anuales, no deja de evidenciar la falta de claridad o de mirada ética sobre el rol del funcionario público, más aún cuando ella participó activamente en la conformación de la Corporación del PCdV y la instalación del actual directorio que lo preside. Al parecer no se observa más que un aprovechamiento político en la cuenta regresiva del término del Gobierno.

Pero sin duda la gran responsabilidad de esta mala determinación es el propio Directorio del Parque Cultural de Valparaíso, al fin y al cabo son ellos los que tomaron una decisión como esta, se dejaron presionar indebidamente (tal como ocurrió en el anterior concurso en 2015) y hoy le deben una sentida explicación a la comunidad de Valparaíso. De momento, el segundo espacio cultural más grande del país sigue siendo un botín de los más audaces operadores políticos de la alta cultura, en desmedro de verdaderos gestores culturales con trayectoria y conocimiento en espacios y audiencias culturales.

Comentarios

Imagen de Andrés Brignardello Valdivia

Estimado Señor Oscar

Estimado
Señor Oscar Aspillaga, Director de El Martutino:

Por
medio de la presente, tengo a bien enviarle un pequeño comentario sobre la
columna publicada por el gestor cultural talquino Cristian
Venegas, en su
prestigiado medio de comunicación donde se refiere de manera insolente a un
ejercicio democrático realizado soberanamente por el directorio del Parque
Cultural de Valparaíso para designar, en este caso , una nueva directora
ejecutiva para este importante centro cultural.

 

Me
llama profundamente la atención, la animadversión del señor Venegas por el
derecho que le asiste al directorio de la institución por buscar la mejor
opción para liderar un proyecto que requiere, por sus cortos años de
funcionamiento, de un liderazgo que combine experiencia, formación y
conocimiento del territorio, no solo de los cerros Alegre o Concepción, sino de
la ciudad, las provincias que la cobijan y la región completa que tiene a
Valparaíso como su puerta de entrada.

 

En
ese sentido, el lamento del señor Venegas, debido a la no consideración de
postulantes que a su juicio merecían el cargo, pese a no conocer esta región,
no tener experiencias de trabajo en las distintas provincias , da cuenta de una
estrecha y poco respetuosa visión de la producción cultural de nuestra zona,
propia de quienes se han acostumbrado a realizar turismo laboral en el área de
la cultura y llegan a nuestra ciudad con pergaminos académicos, pero sin
ninguna convicción sobre democratización cultural, participación artística,
identidad patrimonial y fortalecimiento de territorios simbólicos en el amplio
y ancho lugar que da sentido al Parque Cultural de Valparaíso.

 

Se
le olvida al señor Venegas, que la designación de la nueva directora es algo
mucho más potente que la contradicción que el ve en su cabeza respecto al rol
que Nélida Pozo tenía hasta ayer viernes en el CNCA. Por su calidad
profesional, su formación académica de primer nivel, su capacidad
administrativa y una concepción del arte y la cultura amplia y democrática,
hacen que su designación sea un acierto para impulsar un diseño estratégico que
ponga el acento en una nueva gestión del Parque, una gestión que permita
elaborar un relato efectivo de las necesidades culturales de Valparaíso y su
región, y que no se agote solo en poner sobre la mesa una oferta de
infraestructura o de servicios técnicos que resuelven una parte muy pequeña de
las necesidades y aspiraciones de la comunidad cultural.

 

Finalmente,
estimo que la columna de Cristian Venegas no solo es injuriosa con el Parque,
el directorio y sus equipos técnicos, sino que adolece de vergüenza cuando
levanta la voz por lo que él considera una politización de los procesos de
selección de personal. El mismo postuló en el concurso anterior, no siendo
considerado por el directorio, lo que supone, sin duda, que esto pueda explicar
parte de su ánimo negativo con esta designación. Este solo hecho lo inhabilita
para realizar una crítica. Su carácter de incumbente derrotado lo convierten en
un personaje que debiera tener más cuidado cuando analiza de manera tan
insolente procesos que han sido confiados a representantes institucionales y
ciudadanos.

 

Nunca
escuchamos la voz del señor Venegas cuando el ex director Justo Pastor Mellado (otro
Santiaguino avecindado en este turismo laboral) insultaba a la ciudad, a sus
artistas, excluía a agrupaciones culturales y otorgaba privilegios a pequeños
grupos oligárquicos reduciendo el público del Parque y censurando al mundo
popular. Nunca escuchamos denunciar el carácter político de la nominación del
ex director Mellado, sin concurso ni proceso de selección, solo nominado por
haber sido parte del equipo de campaña de Sebastián Piñera, quien gobernó en cultura
despidiendo trabajadores, censurando obras y direccionando la política de
cultura hacia dimensiones de mercado inaceptables y que siguen siendo parte de
un debate no concluido en nuestro país.

 

Lo
que esconden las palabras de Venegas no es su indignación por la nominación de
Nélida Pozo, sino lo que ella encarna, un liderazgo que ve la cultura desde una
convicción distinta a la de los obsecuentes del formato neoliberal de las
industrias culturales y su economicismo fundamentalista. Su columna pudo haber
sido más sincera en esa perspectiva. Perdió una oportunidad.

 

Andrés
Brignardello Valdivia

 

Consejero
Regional de Cultura