Cuando levantamos la voz para denunciar la corrupción, los arréglines, las malas prácticas administrativas, la mayoría de los concertacionistas miraron para otro lado, no respondían los llamados, no atendían en sus oficinas, o los más ortodoxos nos tildaban de hacerle el juego a la derecha.

Hoy, los mismos levantan todo tipo de argumento y claman para que la gente participe en una primaria que resolverá la posibilidad de que un candidato más puro que otro quede como abanderado de la Concertación. En definitiva, nos invitan a resolver un problema valórico de la Concertación y pretenden que nosotros seamos los jueces de esa contienda. Lo más gracioso de esto es que nos hacen responsables de algo que, para variar, no generamos, no produjimos; es más, lo denunciamos antes y ahora también.

Una primaria debiese haber sido promovida por la Concertación para elegir un candidato salido de la ciudadanía dado el descredito en que cayó la partidocracia, y promover la participación de las organizaciones que han mantenido la resistencia social. Sin embargo, haciendo caso omiso a la opinión mayoritaria de la gente, impusieron candidatos salidos de los grupos de poder de sus partidos, entre otras cosas los más cuestionados; es decir, argumentos más o argumentos menos, nos están llamando a votar por el menos malo otra vez.

Si alguien quiere ir a votar a las primarias, que lo haga desde su convicción y desde su libertad, pero no traten de convencer que es responsabilidad de los que hemos estado hace años luchando contra las malas prácticas si gana uno u otro. La descomposición que hoy los corroe es responsabilidad del silencio oprobioso de los mismos que hoy claman por nuestra participación. ¿Qué hicieron ellos, los que ocuparon sitios de poder, para detener a los que hoy critican?

Que gane uno u otro no resolverá la privatización de los bordes costeros; tampoco mejorará la reforma a las pensiones, los sueldos mínimos, las altas tasas de cesantía de la ciudad, ni la deuda de más de 30 mil millones del municipio. Claramente dará lo mismo quien gane. Nada de lo anterior cambiará porque ellos –la Concertación- propusieron y desarrollaron esas políticas antipopulares que la mayoría de los chilenos hoy rechaza.

El primero de abril será un día en que dos grupos de poder de la ciudad medirán sus fuerzas. Ellos gobernaron la ciudad por más de dos décadas y no aportaron nada. ¿Por qué debiésemos creer ahora que sus ofertas serán reales y no sólo mentiras propias de una contienda electorera?