Algunas ideas sobre los partidos chilenos y las posibles alianzas

08 Diciembre 2012

¿El tradicional sistema de partidos chileno (tres tercios: derecha, centro e izquierda) una vez reinaugurada la democracia en 1990 sufrió una quiebra?

Mauricio Rojas >
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Por Mauricio Rojas Casimiro, Periodista y Doctorando en Ciencias Políticas

Una de las cuestiones que los politólogos chilenos intentaron dilucidar en los últimos veinte años fue responder a esta pregunta ¿el tradicional sistema de partidos chileno (tres tercios: derecha, centro e izquierda) una vez reinaugurada la democracia en 1990 sufrió una quiebra?

La pregunta no es menor. Tironi planteó, en los noventa, que se había generado un innegable cleavage o fisura, denominado por él autoritarismo/democracia, en el sistema de partidos.

Para el sociólogo, los cambios generados durante la dictadura a nivel partidista fueron tan radicales que se produjo un bipartidismo (centro-izquierda y derecha) que eliminaba las tres tendencias históricas: izquierda, centro y derecha. Según su perspectiva el tercio de izquierda era el sector más perjudicado e iba camino a la deslegitimización e intrascendencia. 

En oposición a esta tesis, los investigadores T. Scully y S. Valenzuela especificaron que más que una quiebra o fisura, estábamos en presencia de un evidente y natural reordenamiento del sistema de partidos como consecuencia directa de la dictadura.

Dicho cambio, sin embargo, no representaba, para estos autores, una quiebra del tradicional sistema de los tres tercios. Éste aunque evidentemente menos ideologizado y polarizado, se encontraba, según ellos, en una perspectiva continuista, pero ciertamente más debilitado y desdibujado.

La discusión es mucho más profunda y compleja, pero me ceñiré a la acción política y no a la teoría, para delinear las posibles alianzas de futuro y de paso responder a dicha pregunta.

Si observamos los hechos -y aunque la dictadura intentó implementar un bipartidismo bajo la estrategia electoral del binominal que asegura la sobrerrepresentación de las segundas fuerzas, es decir, la derecha- resulta que la mayoría de los partidos continuaron y los sectores, grosso modo, también, aunque (insistimos) con variaciones.

En 1990 observamos un evidente reordenamiento del sistema partidista nacional, representado por una gran alianza de centro-izquierda (Concertación), una derecha (aunque con nuevos partidos) y un tercer sector, denominado la izquierda extra-parlamentaria (PCCh, el PH y fuerzas menores).

Este último sector estuvo fuera del engranaje parlamentario, gubernamental y diplomático durante muchos años. Sin embargo, recobraban su valor cada 4 o 6 años básicamente para dirimir las segundas vueltas de las presidenciales (Lagos y Bachellet).

Más allá de este rol, lo interesante para el caso, es que este tercio, aún con la marginalidad o las dificultades que representa el binominal, logró mantenerse vigente. No fueron relevantes en la política diaria, es cierto, pero permanecieron con una estructura orgánica, que al día de hoy parece cobrar valor.

Los hechos así  lo demuestran: en primer lugar el PCCh, por medio de un pacto táctico, se reinsertó en el parlamento (con tres Diputados); lo mismo en el ámbito de las competencias municipales (más de 102 concejales); y, también, está presente en cargos de consejeros regionales. 

En segundo lugar, se hace cada vez más evidente los acuerdos, no sólo tácticos, sino más bien estratégicos entre el PCCh y un importante sector de la Concertación: PPD, PRSD y sectores del PSCh.

En este marco operacional la DC y el PSCh están en medio de un dilema no menor. Una de las claves está en la posibilidad de que la DC acepte o no una alianza con los comunistas en las próximas elecciones generales.

¿Qué escenarios podrían darse? La respuesta, como siempre, es incierta, pero esta vez existen varias posibilidades.

Una de ellas es que simplemente la DC acepte participar junto al PCCh o lo que es lo mismo que los comunistas ingresen a la Concertación (aunque no oficialmente) y se continúe apostando por una alianza de centro-izquierda como proyección de la Concertación.

Otra opción, menos probable, es que la DC prescinda de la Concertación y abogue por un pacto con las fuerzas de centro derecha, es decir, con RN (este fue un argumento de S. Valenzuela). Aunque parece menos probable, ambos partidos vienen trabajando desde hace un tiempo en distintas áreas (principalmente en reformas). Además, dicha opción es compartida por los sectores conservadores de ambos partidos.

Con ello, podríamos estar aún más cerca de los tradicionales tres tercios, con una derecha (UDI y fuerzas menores) un centro  (DC y RN) y una izquierda conformada por el PSCh, PPD, PR y PCCh. 

Lo paradójico es que en el propio PSCh -o más bien en su directiva- aún no es hegemónica la opción de levantar una alternativa puramente de izquierda. Los socialistas renovados de los años ochenta (PSCh y MAPUs), concluyeron -a consecuencia de 1973- que la izquierda no contaba con una hegemonía política y social como para llevar a cabo profundas transformaciones políticas. Éstas sólo se materializarían por medio de un acuerdo con el centro político (DC y PR).

Además, temen, como señala Sartori, que cuando  los partidos de centro (como la DC) dejan de cumplir su rol moderador y, por ende, se transforman en opción política en sí misma, las probabilidades de polarizar el sistema político aumentan (como ocurrió en Chile en la década del sesenta y setenta).

Todas estas conclusiones fueron asumidas como propias por los llamados socialistas renovados y por la DC, casi como un deber histórico, y de ahí gran parte de su justificación (la otra es no perder sus acomodados puestos de poder) para no desmantelar la colación de centro izquierda. Además, los costes y negociaciones pagados en los años ochenta no fueron menores.

Más allá de estas reflexiones, lo interesante es que, al parecer, los tradicionales tres tercios del sistema de partidos chileno, se encuentra hoy en perspectiva de resurgir y quizás, el polo de izquierda se transforme, con el tiempo, en opción de poder. Inclusive, si la izquierda decide aliarse finalmente con la Concertación, ello tampoco elimina per se su histórico sector.

Todo indica que la evolución partidista en Chile está bastante arraigada en la fórmula de los tercios, aunque en ciertos períodos (como en la década del 90 y 2000) estos han tendido a desdibujarse.

Lo anterior no quiere decir que los partidos actuales subsistirán eternamente. Por el contrario, éstos tenderán a rotar como ha ocurrido desde hace dos siglos con el centro político (Partido Democrático-Partido Radical-Democracia Cristiana). Sin embargo, los sectores (izquierda, centro y derecha) pervivirán como característica propia de nuestro sistema de partidos.

¿Qué ocurrirá con las opciones políticas en los años siguientes? Eso no lo podemos adivinar. Pero quizás estemos ad porta de un nuevo triángulo de opciones. De ahí el temor de algunos políticos a reformar el binominal.