Cuando los “cabros chicos” hacen barricadas y los adultos los ven en la TV

Cuando los “cabros chicos” hacen barricadas y los adultos los ven en la TV

19 Marzo 2020

La revuelta en Chile la iniciaron las niñas y niños, las y los jóvenes como sujetos políticos plenos que viven el presente y que han expuesto sus cuerpos a la violencia del Estado y de la economía de mercado. El llamado a los adultos es estar a la altura de ese acontecimiento.

Javiera Carmona... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

En marzo finalizaron en Chile las vacaciones de verano y comenzó el nuevo año escolar mientras otras actividades se prolongaron por todo el estío e incluso aumentaron su ritmo de desarrollo como reflejan las estadísticas de detención en el país.

Desde el 18 de octubre de 2019 los detenidos en protestas no cesan. Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) hubo 9.794 detenidos entre el 17 de octubre y el 3 de febrero, con una media de 25 arrestos diarios. Del total, 1.133 son niños, niñas y adolescentes; muchos de ellos denunciaron torturas, tratos crueles y violencia sexual. Las protestas de escolares se intensificaron en todo el país con el retorno a clases, desde la “huelga de lápices” para interrumpir el llamado a la normalidad del Gobierno, hasta la manifestación en la calle.

En Valparaíso, hubo alrededor de 70 escolares detenidos entre el martes 11 y miércoles 12 de marzo, capturados y perseguidos en marchas, protestas y barricadas. Para la policía, las liceanas y liceanos son peligrosos, aun cuando el sentido común de los adultos, recreado en los medios de comunicación, rebajan su fuerza política al rezongar con que son “puros cabros chicos”. La policía y el Estado no olvidan que todo esto comenzó en Chile con el llamado a “Evasión” de los secundarios en el metro de Santiago, clamor que se abrió camino por todo el país. En Argentina los estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata hicieron campaña en la calle por el boleto estudiantil durante la dictadura cívico-militar, y luego fueron secuestrados, torturados y asesinados. En la llamada “noche de los lápices” del 16 de septiembre de 1976 el Estado Argentino aniquiló a estos adolescentes, la mayoría menores de 18 años, por “subversión en las escuelas”. 

La multitud que saltó los torniquetes del Metro de Santiago no tuvo una reacción espontánea ni solitaria. Fue un sabotaje organizado y masivo, en el que no sólo las redes sociales fueron importantes para coordinarse; también las escuelas y liceos como los espacios que tienen las y los jóvenes para pensarse y reconocerse en el lugar que esta sociedad centrada en los adultos les ha asignado o más bien negado.

La filósofa Pamela Soto, profesora de la Universidad Católica de Valparaíso, advierte que las y los secundarios del puerto están cuestionando la idea de ciudadanía desde hace 10 años, conflictuados entre la visión teórica que reciben en clase y la que les toca a ellos dentro y fuera de la escuela por ser menores de edad. Las investigaciones de Pamela Soto y sus colegas a lo largo de esta década revelan el conflicto de las y los jóvenes entre la ciudadanía que se les niega y la ciudadanía latente, entre el querer ser considerados y la ciudadanía de la que no se sienten parte. Es la visión de una ciudadanía muy crítica la que llevó a los jóvenes a la calle, a poner sus cuerpos, y convertirse en la avanzada de las transformaciones profundas del país que muchos adultos pensamos, destaca Pamela Soto en la presentación del 13 de marzo de 2020 del libro colectivo “Evadir”, escrito por 11 filósofas y 46 filósofos en contacto permanente con estudiantes desde las aulas de la educación secundaria y universitaria. 

Mientras las y los estudiantes ligados a partidos políticos de izquierda hablan en las redes sociales y en la vida fuera de línea de “transformación”, el enorme grupo de secundarios autoconvocados usan la expresión “creación”, una lectura del poder que hace una diferencia entre el poder como sometimiento y potencia o el cómo evado la servidumbre a la que me he sometido voluntariamente. Pamela Soto y Braulio Rojas, filósofo de la Universidad de Playa Ancha/CEA, advierten que lo que está puesto en juego en este movimiento de secundarios es justamente la recuperación de la condición de potencia del poder. La experiencia en el aula descubre que “los jóvenes siempre nos están abriendo posibilidades de pensar de otra forma. Los adultos tenemos una mirada más normalizada y asumimos la servidumbre como algo propio, incluso gozando esta servidumbre”, opinan Pamela Soto y Braulio Rojas. Las y los jóvenes van sin pancartas, ni letreros a las marchas; ellas y ellos exhiben sus cuerpos con uniformes escolares, y son quienes efectivamente nos ofrecen la posibilidad de crear otro mundo.

La revuelta en Chile la iniciaron las niñas y niños, las y los jóvenes como sujetos políticos plenos que viven el presente y que han expuesto sus cuerpos a la violencia del Estado y de la economía de mercado. El llamado a los adultos es estar a la altura de ese acontecimiento, advierten las filósofas y filósofos de Valparaíso.

¿Cuál es la edad para ser un actor político? ¿Quién tiene la autoridad para decidir cuál es esa edad?