El discurso de guerra en tiempos de crisis

El discurso de guerra en tiempos de crisis

07 Julio 2020

La construcción de un otro como enemigo, solo sirve para ocultar realidades, solo ayuda a la mantención de un status quo, y oculta las grietas de la estructura social.

Marcelo Beltrand >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Por Marcelo Beltrand Opazo

“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable”. Así enfrentó la autoridad el estallido social en octubre del año pasado. Instalando una mirada ideológica absolutamente miope ante una realidad totalmente ignorada por ella. Pero este discurso no es nuevo, el discurso del enemigo, de la guerra, desde hace mucho, distintos sectores políticos han construido su imaginario y su sentido común, en función de esos otros, los que no viven como ellos, los que residen allá lejos, en los márgenes de la Metrópolis. Allá, a las afuera, allá, más allá del cerco. La idea de un “otro como enemigo” siempre será funcional para cuidar los intereses individuales.

Recuerdo el desalojo de campamentos en la década de los 80 y su posterior traslado a las comunas periféricas del Gran Santiago, lo que parecía una solución habitacional, no fue más que el desplazamiento social de grandes masas de vecinos y vecinas de barrios con gran potencial privatizador. Así fue y se ha desplazado la pobreza, siguiendo una lógica de mercado. El otro, afuera; el otro, en los márgenes.

Si bien el discurso político siempre ha estado marcado por la construcción de “sujetos” que ayuden a la reproducción de la diferencia, hoy, más que nunca, podemos ver la idea del otro en un estado de guerra, cuando, no estamos en guerra, con nadie.

Y solo tenemos que ver a lo largo de la historia el surgimiento de estos sujetos: el “roto chileno” y el auge que tuvo en la Guerra del Pacífico, para luego decaer y quedar en lo que fue siempre, el roto que vagaba por los campos del sur de Chile. O el “pobre” como tal, poseedor de características que lo hacen ser el culpable de su situación vital. Todos, enemigos poderosos del orden establecido.

Hoy, el “enemigo poderoso e implacable”, puede ser la delincuencia, el estallido social, el COVID, y cualquier sujeto o fantasía que el poder crea e invente.

“Los discursos, en tanto construcciones de significado en contexto social, tienen efectos de corto, mediano y largo plazo en dimensiones simbólicas como los conocimientos, las creencias y las identidades de las personas, pero también producen cambios en las prácticas y relaciones sociales, así como en el mundo material”, escriben Carlos Tromben y Federico Navarro en el trabajo “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable”: los discursos de Sebastián Piñera y la revuelta popular en Chile”. Acá vemos, en el discurso belicista de la “guerra”, del “enemigo” con características y cualidad, “poderoso” e “implacable”, la construcción de un otro abstracto que toma forma en situaciones particulares de crisis, no por efecto del sujeto mismo, sino por una crisis del mismo sistema: crisis social producto de la desigualdad política, económica y social del país. O vemos el uso del enemigo en la pandemia, producida por un virus que no es sujeto de características de enemigo de guerra.

La construcción de un otro como enemigo, solo sirve para ocultar realidades, solo ayuda a la mantención de un status quo, y oculta las grietas de la estructura social.

Pero la construcción de un enemigo interno, también sirve para la mantención de militares en las calles, proponer leyes represivas, y, en suma, gobernar con el miedo como motor del discurso político: “Ellos y Nosotros”. “Ellos” los malos, “Nosotros” los buenos. A pesar de que “Ellos”, son la mayoría, y ese “Nosotros”, la minoría. Todo un juego discursivo para subvertir el orden de las cosas, orden desigual por cierto.

Hoy, más que nunca, necesitamos mensajes y discursos conciliadores y unitarios, discursos políticos que piensen en una mayoría, no solo en unos pocos. Hoy, no ayuda la fantasía de que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable”, porque eso es solo eso, una fantasía, un desvarío. Porque, nadie está en guerra.

 

Foto: Huawei / Agencia Uno