El Test Verdadero: Dos Ciudades, Una Pandemia

El Test Verdadero: Dos Ciudades, Una Pandemia

12 Abril 2020

Las variables que agrega la segregación urbana vuelven más complejo el combate al virus y demandan superar el enfoque sectorial del manejo de la pandemia. 

Marcelo Ruiz >
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Marcelo Ruiz Fernández

Arquitecto 

Hasta ahora, la evolución del Covid19 en Chile ha sido menos intensa de lo proyectado inicialmente. No obstante lo anterior, hay que considerar que la mayoría de los casos se han concentrado en comunas de altos ingresos, donde sus habitantes pueden acceder a la salud privada y tienen empleos o ahorros que les permiten cumplir la cuarentena. Son las comunas cuyos estándares son similares al primer mundo. 

Pero esta semana el virus comenzó a expandirse a los sectores y comunas de bajos ingresos de nuestras grandes conurbaciones, donde la realidad es más parecida a cualquier ciudad pobre del tercer mundo. En ellas hay altos niveles hacinamiento habitacional, mayores densidades de hogares por manzana, más familias que dependen del empleo informal y una  mayor generación de viajes largos en transporte público, cuyo destino generalmente está en los centros o los barrios acomodados. Adicionalmente, hay mucha más dependencia del sistema de  salud pública, el cual tiene altos niveles de precariedad y está colapsado hace varios años. Estos sectores, donde vive más del 30% de la población de nuestras Áreas Metropolitanas, son zonas cuyas condiciones elevan el riesgo de acelerar el contagio. 

Este contexto puede arrojar escenarios similares a lo ocurrido en Guayaquil, Ecuador, donde la propagación del virus esta descontrolada y el sistema de salud no da abasto.  El salto que ha dado el virus, por sobre las brechas socioespaciales, que dividen a nuestras ciudades, comienza a configurar el  verdadero test  que como sociedad vamos a rendir frente a la pandemia. Veremos los efectos de la segregación urbana en las condiciones de salud pública, apareciendo la siniestra correlación entre la pobreza y la propagación del virus. A esto hay que sumar el hecho que el impacto económico del confinamiento puede profundizar el malestar que condujo al estallido social. 

De esta forma, ante la existencia de estas dos ciudades, con realidades tan distintas, el Estado está obligado a tener estrategias diversas. En el largo plazo, tal como lo señaló el urbanista Iván Poduje, la planificación urbana deberá focalizarse en resolver los problemas asociados a la localización periférica y el  hacinamiento que caracterizan la vivienda de los segmentos de bajos ingresos. Pero en el corto plazo, el Estado debe hacer un esfuerzo para, por un lado, detener los efectos del empleo informal, y por el otro, fortalecer los equipamientos de salud cercanos a los sectores vulnerables. Detener el empleo informal es lo más complejo. Una opción sería focalizar recursos y subsidios en  las familias vulnerables cuya subsistencia dependa del mercado informal, mientras dure la crisis. A esto se  pueden sumar medidas como la sanitización de espacios públicos y de conjuntos de viviendas. 

El caso de Valparaíso es un ejemplo relevante. Con un 51% de su población perteneciente a estratos sociales bajos y su economía urbana deprimida,  esta ciudad cuenta con  mucho comercio ambulante, el cual sigue funcionando casi con la misma intensidad que en periodos normales. Las fotos de la feria de la avenida Argentina o de Caleta Portales repletas, dejan un preocupante precedente para esta primera quincena de abril.  

A pesar de todo lo anterior, cabe señalar que el Estado chileno tiene algunas fortalezas adquiridas en los últimos 30 años que permiten enfrentar este complejo escenario. Nuestros niveles de acceso a agua potable y alcantarillado son altos comparados con el resto de Latinoamérica. La cobertura de la infraestructura de la red de salud primaria se ha expandido, el AUGE ha crecido y se ha invertido en nuevos hospitales. Además, el crecimiento de la clase media ha permitido que más familias tengan cobertura de salud y hay mayor integración entre el sistema público con el privado. Esto debería ayudar a hacer una diferencia.  

Las variables que agrega la segregación urbana vuelven más complejo el combate al virus y demandan superar el enfoque sectorial del manejo de la pandemia. Por esa razón, además de evitar la fragmentación institucional, hoy se requiere instalar consensos mínimos para enfrentar este difícil escenario sanitario; y no seguir apostando a la polarización y la atomización política. Los liderazgos levantados en estos últimos años, buenos para la teoría de la conspiración, no son los adecuados para construir dichos consensos.  Hoy, el  mayor test que coloca esta pandemia, lo enfrenta nuestra clase política.

 

Foto: Huawei / Agencia Uno