La ecuación: Viene marzo ¿qué va pasar?

La ecuación: Viene marzo ¿qué va pasar?

14 Febrero 2020

Entonces para el “game over”, en este juego, así como se está jugando, un lado pierde y otro gana. 

Ignacia Imboden >
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Por Ignacia Imboden

Este texto viene de las reflexiones posteriores a variadas conversaciones con interlocutores diversxs, con los que comparto seguido.

Viene marzo ¿qué va pasar?

Conversamos “los de acá”.

“El vandalismo es un tipo de delincuencia que hay que detener a toda costa (…) Qué es esto de 20 pelagatos tomándose la plaza Italia todos los días sin consignas ni nada, como un juego de video”. 

Pienso que la no consigna es propia de una cultura de contenidos superficiales y una fuerte violencia cotidiana, cuando todo está en tu contra, ¿qué consigna puedes articular? Está la famosa pancarta que dice “Son tantas huevadas, que no se qué poner”.

Aceptamos la existencia de la rabia, pero la imagen que cada uno puede tener de este concepto es personal y siempre ligado a la amplitud del roce con “el otro”, que cada uno tenga. Pero sí, aceptamos la rabia. Finalmente todos estamos enrabiados de una u otra forma, todos estamos en posición de pérdida y subyugación en algún grado, en alguno o en todos los ámbitos de nuestra vida.

Aceptamos la rabia, pero no aceptamos la violencia.

“¡No puedes justificar la violencia!”

“Mantener la violencia anula el sentido del movimiento, porque copa la agenda con medidas anti vandalismo”.

Sin duda, concentrar la energía política en la articulación de paquetes de medidas represivas es muy eficaz en el objetivo de no hacerse cargo de las medidas estructurales que permitirían contener la rabia y bajar la violencia. 

Y los de acá entramos en el juego, porque no nos gusta la manifestación material de la violencia, no nos gustan los destrozos y los entornos deteriorados, tampoco nos gusta ver enfrentamientos entre personas, el cuerpo a cuerpo, la sangre, la bala, queremos que termine, que se apague. Vemos que con una represión más violenta, el resultado es más violencia. También sabemos que sin las calles tomadas hay menos probabilidades de instalar esa postergada agenda social (más inexplicable hoy, en que el tradicional grupo trancador de reformas se declara reformista).

Entonces para el “game over”, en este juego, así como se está jugando, un lado pierde y otro gana. 

Un lado tiene recursos para resistir e impunidad para atropellar ciertos derechos, el otro solo tiene la rabia, unas piedras y unas molotov, por turnos van cayendo en las comisarías, por turnos pierden ojos y son golpeados por turnos también, pero ese impulso, que no responde a las grandes reflexiones que creemos que hay detrás, solo responde a un “no dar más”, no se acaba. 

“Esto tiene que parar para que las verdaderas demandas puedan ser atendidas” y claro que sí, pero claro que no, porque no nos podemos preguntar a estas alturas por el huevo o la gallina. Desde el 18 de Octubre no ha cambiado nada y no es culpa del vandalismo y los destrozos, es por el desinterés del “club de la política” por generar señales que permitan tener fe en que esas demandas que todos tenemos, la Dignidad que tanto añoramos, se acerca aunque sea un poco. Iniciar los cambios que se requiere para satisfacer las demandas sociales abre una caja de pandora y nos muestra violencia más arraigada de nuestra sociedad, una violencia que golpea por todos lados, la impunidad. La hay en diversos grados, pero a estas alturas es un símbolo de estatus, un símbolo de poder y una forma de moverse dentro del poder. Se puede haber cometido fraude, robado, y aun así llegar a altos puestos políticos (aun más en el mundo privado).

Violencia y autodefensa

Atacar es defenderse, defenderse es atacar

El sistema no te da Salud... esa es una agresión letal. “Se entiende la necesidad de defenderse, ser el arma”. 

Es un sistema que no está trabajando para defender con sentido de comunidad. Hemos entregado nuestra voz a la participación democrática con ese fin. Hemos definido estructuras regulatorias que buscan armonizar las necesidades que van creciendo o apareciendo frente a las estructuras operativas que tienen el fin de satisfacerlas ¿Y por qué seguimos votando por los mismos (los que tenemos la conducta del voto instalada)? Más vale ahora un diablo por conocer, que los impunes diablos conocidos ¿no?

Entre esas necesidades se encuentra la seguridad también, todos queremos sentirnos seguros, pero “la policía se ha vuelto un estado dentro del estado”.

La policía no es “los policías” (o “pacos”), es una institución a quien se le han otorgado tales atribuciones y que, hoy por hoy, no responde ante nadie. Pero se nos olvida que la principal atribución otorgada es el deber del resguardo del orden público, entendiendo en este concepto la protección de la vida e integridad de las personas, si en esta tarea fallan (cómo llevamos viendo por meses), esta debiese ser descabezada y reformulada, pues sus efectivos no debiesen responder por sí mismos por resultado de un manejo de conflicto deficiente, al fin y al cabo, siguen órdenes… y ya hemos leído y oído sobre los “protocolos”.

Así es como se nos vuelve vacía toda discusión sobre la manifestación material de la violencia. Tal vez debiésemos dejar de hablar de “violencia” y comenzar a afinar el lenguaje, atendiendo a las proporciones y resultados ¿no sería más justo referirnos a los hechos como actos de “defensa”? Incluso “auto defensa”. 

Hemos vuelto muy complicada nuestras relaciones al interior de nuestra propia sociedad. Somos socios de un sistema que no nos satisface, nos estamos intentando rebelar contra él, pero eso supone que hacemos tambalear la propia estructura que nos sostiene. Tampoco creo en realidad en la existencia de “los que no tienen nada que perder”, todos estamos en la tensión entre manifestar nuestro descontento y disconformidad y que esto nos cueste la supresión de alguno de nuestros derechos básicos. La vida, la integridad física, la libertad, el trabajo, la alimentación y educación de nuestros hijos. Esa me parece la mayor de las violencias, que en la ecuación perdamos la libertad de conciencia. 

 

Foto: Huawei / Agencia Uno