¿Los políticos que nos merecemos? En respuesta a Jorge Sharp y el Plan Regulador de Valparaíso

20 Octubre 2016

Se equivoca Sharp cuando me atribuye a mí, sólo por el hecho de haber formado parte de un equipo profesional cuyo trabajo desconoce, una concepción ideológica de la que estoy muy distante.

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Por Daniel Sepúlveda Voullième

Al leer la columna del candidato Jorge Sharp denominada “El Valparaíso que nos merecemos”, me sorprendió que hiciera una mención personal respecto a mí. Como yo no soy candidato, y no tengo el espacio que él dispone para defenderme, he decidido responder con una columna similar a nombre estrictamente personal y sin involucrar al candidato que yo respaldo. En primer lugar es lamentable el estilo de hacer política que revela Sharp, pues persigue desinformar sin importar si para ello debe hacer insinuaciones que comprometen la honra de las personas, con la finalidad de obtención de votos. Lo peor de la política añeja que deberíamos erradicar.

En la base de todo su discurso está la falacia de suponer que la candidatura de Leopoldo Méndez es igual a la de Jorge Castro, e insiste en ello sin revisar las propuestas programáticas ni atender las opiniones y conductas de los candidatos, que de múltiples formas contradicen esa tesis. Pero no sería un problema que intente demostrar su peregrina interpretación de las cosas, el problema radica en cómo lo hace: Recurriendo a medias verdades, sembrando confusión en la ciudadanía y suponiendo intenciones espúreas en personas honestas. Se esperaría de un líder político con proyecciones, particularmente del mundo de la izquierda, pusiera en el centro de su discurso la formación y la entrega de instrumentos conceptuales que le permitan a la ciudadana ampliar y profundizar su lucha, en un horizonte estratégico. Esa es la tradición de la lucha popular chilena encarnada en Recabarren, Allende, Almeyda o Eugenio González, y no la de promover cortinas de humo que solo buscan representar realidades aparentes para mantener adhesiones efímeras.

Incurre en el error lógico de atribuirle al candidato, aquello que él supone que es la opinión del asesor. Sostiene que por ser yo asesor de Leopoldo Méndez, él es partidario de un Plan Regulador en el cual yo participé, sin hacer la más mínima cita a alguna frase del candidato o del asesor que le permita sostener esta afirmación. Al respecto debo informar al lector que  Méndez a la fecha, no ha expresado, ni en público ni en privado, aprobación o rechazo respecto al Proyecto de Plan Regulador en curso; ni menos ha hecho fe ciega con respecto a la opinión que yo pueda tener de dicho instrumento. Más bien al contrario:  a raíz de opiniones encontradas y críticas al instrumento que ha recibido de los vecinos, ha expresado su preocupación, sobre cuál será el espacio institucional con el cual contará cuando sea alcalde para modificar el proyecto de Plan Regulador que reciba. Él desea entrar en una discusión en profundidad a partir de diciembre y quiere escuchar a los vecinos con la debida seriedad y serenidad que se requiere y, a partir de allí, decidir el curso de acción. Su programa por otro lado, plantea en el objetivo 24 la aprobación de este instrumento, pero junto con ello declara cual es el tipo de ciudad que aspira que éste exprese, pronunciándose claramente en contra de la expansión urbana, por el termino de las grandes torres, por la calidad de vida para los residentes, por la conservación del patrimonio y la consolidación de áreas verdes, equipamiento, infraestructura y red vial en la parte alta de la ciudad. Pretender suponer que Leo Méndez va a pensar igual que sus asesores es parte del ninguneo clasista e irrespetuoso del que se hecho parte, sistemáticamente, la campaña de Sharp.

Pero también se equivoca Sharp cuando me atribuye a mí, sólo por el hecho de haber formado parte de un equipo profesional cuyo trabajo desconoce, una concepción ideológica de la que estoy muy distante. Afirma que yo sería juez y parte e integraría a aquellos que hace 25 “han perdido la vergüenza” aprovechando oportunidades en Valparaíso. Al respecto, prefiero pensar que el Sharp se adelantó a emitir un juicio que raya en la calumnia, sin preguntar, como parte de su impetuoso espíritu juvenil. De lo contrario, tendría que suponer que mis estimados colegas que acompañan a Sharp como candidatos a concejales, y que conocen mi trayectoria en detalle, actuaron maliciosamente desinformando a Sharp respecto al hecho de que efectivamente yo fui el fundador de FOCO Consultores desde 2006, pero que vendí mi participación a mediados de 2014, justamente en cumplimiento con una exigencia del contrato del Plan Regulador, y en vista de que en esa fecha yo asumí  una función pública, y que, por otro lado, jamás he tenido interés inmobiliario alguno en la ciudad. Mi único interés ha sido entregar todo el aporte profesional que he podido en los diferentes espacios en que me ha tocado participar.

Desde la fecha indicada no tengo responsabilidad alguna, ni capacidad de incidencia, sobre el contenido del instrumento. Sin embargo, sí puedo decir que, desde un punto de vista profesional, comparto los principios generales de éste, los que ya quedaron delineados en aquella época. Si ser juez y parte es creer que ciertos principios de planificación urbana constituyen un bien para la ciudad, y sostenerlos con consecuencia en cualquier posición que uno se encuentre, tal vez en ese sentido si sería juez y parte, pero no en el sentido que insinúa Sharp. Respecto a la discusión del detalle del Instrumento hay aspectos sobre los que me he ido formando opinión a partir de la reciente exposición ciudadana y en algunos casos creo en la necesidad de introducir ajustes y otros creo que aun deben ser debatidos en mayor profundidad antes de resolver.

Quienes me conocen, saben que aspiro a que en Chile se produzcan en breve plazo transformaciones importantes al modelo neoliberal, que soy un firme partidario de una asamblea constituyente y una profundización de los derecho sociales. Y por lo mismo aspiro a que nuestro próximo gobierno comunal abra formas de democracia directa, restaure la degradación ambiental y restablezca un nuevo modelo de gestión territorial, integre a los ciudadanos y brinde salud y educación de calidad. Consistente con ello, existe un conjunto de principios que sustentan el Proyecto de Plan Regulador y en los cuales yo creo, y que Sharp, obstinadamente, insiste en afirmar que son los mismos principios del neoliberalismo desatado. De ellos destacaría principalmente cinco:

1. Control de la expansión urbana, no permitiendo el desarrollo extensivo, favoreciendo la consolidación del actual territorio urbanizado y estableciendo en la interfase periurbana usos no residenciales de baja intensidad que permitan su restauración ambiental.

2. Buenas normas urbanísticas capaces de dar cuenta y preservar lo que se ha dado en llamar en la jerga técnica local “los patrones de asentamiento” de Valparaíso, concepto que en la literatura internacional se conoce como “la unidad tipológico-parcelaria”. Dicho en lenguaje menos técnico: normas que preserven el tejido edificado característico de cada uno de los barrios de la ciudad. En ellas no cabe la construcción de grandes torres de 15 o 25 pisos y menos ubicadas en las mesetas o cimas, siendo posible autorizar en ubicaciones especificas alturas máximas de hasta diez o doce pisos.

3. Conformación de un sistema de áreas verdes basado en corredores biológicos que dan servicio ambiental a la ciudad, ubicados en quebradas dotadas de infraestructura que permite un manejo sustentable de las aguas lluvias y favorezcan la localización de equipamiento y sistemas de transporte.

4. Zonas de Conservación histórica precisas y que protejan conjuntos claramente identificadas en sus valores que permitan el desarrollo de seccionales de detalle y regulen la acción aprobatoria en aquellas materias que no constituyen norma urbanística.

5. Desarrollo de una malla vial de conexión en la parte alta de la ciudad que favorezcan la integración entre cerros y reduzcan la vulnerabilidad.

Por último la solución mágica que propone Sharp es hacer un nuevo Plan Regulador desde cero. Esto  es, un mínimo de dos o tres años en los cuales va a regir el plan regulador actual mientras se confecciona el nuevo instrumento. En ese contexto ¿cómo va a impedir que sigan proliferando torres en los cerros que no están protegidos? ¿Cómo va a impedir que un inmobiliario, con una simple consulta a la Contraloría o al MINVU central, demuestre la precariedad de al actual norma de miradores e instale una torre delante de cualquiera de ellos? ¿Cómo va a impedir que se instale un proyecto inmobiliario en la zona de expansión urbana vigente desde la aprobación del PREMVAL extendiendo la ciudad hasta el Camino de la Pólvora? ¿Cómo va a cautelar las quebradas que deben destinarse a parques y corredores biológicos sin que sean ocupados o edificados? ¿Cómo va a impedir que sean demolidos o alterados los inmuebles y zonas de conservación histórica que hoy carecen de protección? Da la impresión que el Sr. Sharp, espero que sin saberlo, está siendo instrumentalizado por algún interés inmobiliario, puesto que mantener la norma actual es el mejor favor para seguir haciendo suculentos negocios. O tal vez, está favoreciendo lo que él mismo llama “el robo del siglo”, puesto que justamente Mall Plaza presentó en contra del Proyecto Plan Regulador un escrito de más de 20 páginas de objeciones.