[OPINION] Agenda Mujer: Una promesa sin piso

18 Diciembre 2018

En la región de Valparaíso nos encontramos con un escenario que nos ratifica lo anteriormente expuesto: una Secretaría regional ministerial con escasos recursos, que obliga a priorizar programas y dejar algunos sin la posibilidad de aplicarse

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Nataly Campusano. CORE Frente Amplio, militante Movimiento Autonomista.

Camila Rojas Valderrama. Diputada Frente Amplio, militante Izquierda Autónoma.

Como cada año, durante los últimos meses del año el Consejo Regional y posteriormente el Congreso revisaron la propuesta de presupuesto de la nación que es enviada por el gobierno, proyecto de ley que designa los recursos para el funcionamiento de todos los ministerios y sus programas. En pleno año 2018, con una movilización feminista de alta masividad y con apoyo social amplio, se esperaba que los compromisos de la llamada ‘Agenda mujer’ presentados por el presidente Piñera tuvieran el financiamiento requerido para poder aplicarlos y además reforzar aquellos programas que ya existen en el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género.

Pero la revisión detallada de los montos enviados por el oficialismo, demuestran con claridad que la agenda presentada solo quedó en eso, una bonita declaración pública que en la práctica carece de recursos para implementar los planes y programas comprometidos.

Este escenario nos obliga a evidenciar la apropiación de un discurso y una agenda política que se encuentra totalmente vacía de contenido, y más grave aún, que no tiene recursos suficientes para su ejecución. Esto lo podemos ver a partir de dos elementos: el cambio de orientaciones técnicas en los programas ya existentes, y la falta de recursos para aplicar programas, incluso de aquellos que fueron promesas presidenciales.

En la región de Valparaíso nos encontramos con un escenario que nos ratifica lo anteriormente expuesto: una Secretaría regional ministerial con escasos recursos, que obliga a priorizar programas y dejar algunos sin la posibilidad de aplicarse, como es el caso del famoso programa “4 a 7, Trabaja tranquila”. Misma situación ocurre con otros dispositivos como las Casas de Acogida o los programas de Prevención. Es así como se nos viene un 2019 cargado de incertidumbre, y con miles de mujeres (usuarias y trabajadoras) a la deriva.

Desde la otra perspectiva mencionada, el cambio de gobierno implicó una evidente intervención en las orientaciones técnicas de todo el quehacer del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género y del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género. La llegada de la derecha de Sebastián Piñera ha conducido  la revisión y edición de los objetivos y orientaciones político/ideológicas para un avance de profundo contenido conservador, por ejemplo en programas como el Buen vivir de la sexualidad y la reproducción, el cual pasa a llamarse Mujer, sexualidad y maternidad, y que además deja de tener un espacio territorial que buscaba generar condiciones para la incidencia política y ciudadana de las mujeres.  

De igual forma, el antiguo programa Prevención Integral de Violencias contra las Mujeres, pasa a llamarse Prevención de Violencia contra las Mujeres, con la reducción del público objetivo a quiénes van dirigidas las políticas de prevención, actualmente acotadas a la población juvenil entre 14 y 29 años, como también de sus componentes bajo la hipótesis de que la prevención de la violencia contra la mujer será más efectiva al apostar solo al segmento juvenil, cuando las feministas sabemos perfectamente que la violencia de género es un continuo en nuestras vidas, desde la más temprana edad hasta nuestra muerte, en la casa, cama, trabajo asalariado, cultura, salud, pensiones, etc.

Cerrando el año de mayor agitación feminista de los últimos tiempos en Chile, tenemos como contraste un gobierno que mantiene las políticas públicas “de mujeres” y sus instituciones en la absoluta precariedad.