[Opinión] Cuando los que no están no fueron y los que deberían estar no llegaron

[Opinión] Cuando los que no están no fueron y los que deberían estar no llegaron

03 Marzo 2017

La crisis existencial de la representación política es real, si alguna excusa podemos tener para ver el vaso medio lleno, es que nos encontramos en un proceso de transición hacia nuevos estándares y que el lógico recambio generacional genera esperezas ante el inminente cambio de paradigma.

Andrés Gillmore... >
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Como nunca las elecciones presidenciales de este 2017 se han transformado en un problema para el mundo ciudadano, al no encontrar en ninguna de las propuestas las esperanzas que necesita el mundo ciudadano para confiar y al final estaremos eligiendo el mal menor y no lo que realmente queremos; que por lo demás se viene transformando en una constante.

La crisis existencial de la representación política es real, si alguna excusa podemos tener para ver el vaso medio lleno, es que nos encontramos en un proceso de transición hacia nuevos estándares y que el lógico recambio generacional genera esperezas ante el inminente cambio de paradigma; cuando los que están no se fueron y los que deberían estar no llegaron y eso en si mismo es un gran problema para las generaciones que nos tocó vivir el proceso en vivo y en directo.

Para el ciudadano medio que no es político, que no es parte de ninguna ideología y lo único que quiere es que se hagan las cosas bien, vivir tranquilo y paga sus impuestos a condición que lo dejen hacer, resulta angustiante el horizonte de las propuestas que están en la mesa en la actualidad y ver cómo las facciones políticas desde hace unos buenos años, se sacan los ojos constantemente y no hacen nada de verdad para parar la corrupción de los operadores políticos y terminan como siempre discutiendo más de lo mismo, contrario a lo que necesitamos como sociedad, para generar un cambio del paradigma en la forma de crecer y buscar desarrollo.

A instancias de estos mismos políticos hablamos de crecimiento y no de desarrollo, que es lo que interesa. Crecimiento es cuando las empresas obtienen sustanciosas ganancias y desarrollo, es cuando las empresas se preocupan por trabajar en armonía con el medio ambiente, mejoran las remuneraciones y las condiciones laborales, tributan justa y razonablemente, y dejan de lado la codicia desmedida, permitiéndole al Estado hacer inversiones sociales, que con el tiempo mejoran la calidad de vida de las comunidades y la proyección de futuro de las nuevas generaciones. Interesante seria desde una visión ciudadana, tomar todo lo bueno de cada una de las propuestas, creando objetivos sin intereses de ninguna especie, que permitan encauzar un modelo por la sustentabilidad nacional del modelo económico, productivo, social, energético y ambiental.   

El ejercicio democrático no puede reducirse a la exclusividad de las prácticas electorales, lo más importante es que el discurso se desarrolle en la práctica y eso no esta sucediendo en la actualidad, de ahí la actual crisis existencial, que coarta las condiciones para que la ciudadanía este dispuesta a cumplir con su rol y pieda interactuar sanamente. No obstante es insostenible no asociar sustentabilidad política en cualquier democracia sana y con proyección de futuro con las elecciones, aunque muchas veces estas sean de papel y con propuestas sin el encanto para estimular la participación ciudadana y en una mera teatralización de lo que podría ser y no de lo que podría ser que no fue.

Con la llegada de la democracia en 1989, la visión electoral de la decisión pública se hizo necesaria para obtener la legitimidad perdida en 1973. Parte importante de nuestra sociedad no ha escatimado esfuerzos todos estos años para rechazar los cambios institucionales que se requieren en una democracia joven como la nuestra, que quiere ser representativa y audaz para dejar el pasado y vérselas con el futuro; que al final es lo que le daría forma a la legitimidad.

La institucionalidad hace rato que dejó de ser representativa de lo que somos y de lo que queremos ser por los intereses creados de las grandes corporaciones empresariales, que con el tiempo terminaron manipulando leyes y coartando las funciones del congreso, con formas fuera de las fronteras democráticas para obtener sus objetivos corporativos, profundizando la crisis existencial de la representación política y su legitimidad ante una ciudadanía más informada que en el pasado, que pide mejores estándares éticos en los procedimientos y en las formas.  

Los procesos electorales y la efectiva consolidación de lo que se reconoce como democracia representativa, llama necesariamente a que la ciudadanía vote como único camino posible para crecer y desarrollarse sustentablemente. Pero a pesar de esa necesidad inapelable de garantizar la función política por medio del voto ciudadano, se implantó el voto voluntario con la intención de disminuir el caudal participante y limitar la democracia en su mismo escenario, para permitir a los beneficiarios directos de la maquinaria política reducir el escenario, haciéndonos olvidar la importancia del ejercicio eleccionario. Aunque sea incómodo muchas veces, no podemos olvidar lo clave y fundamental que es una elección para controlar la interacción natural que debe existir entre ciudadanía, políticos y gobierno para desarrollarnos según lo presupuestado, entendiendo que la democracia es disfuncional si no tiene el debido proceso electoral.

Puede ser muy obvio, pero muchas veces olvidamos que las elecciones son la oportunidad de sustituir un candidato que este cometiendo irregularidades. El hecho mismo que los gobernantes estén sujetos a tener que ratificarse en sus cargos cada cierto tiempo, los obliga a contenerse y moderarse en el ejercicio político, obligándolos a tomar en cuenta la opinión y las demandas del mundo ciudadano para legitimar las razones que ofrecen para estar en el poder.

La legitimidad sólo se concreta a través de la transformación subjetiva de la percepción que cada ciudadano tiene acerca del derecho de gobernar que sus autoridades tienen, ante los objetivos que necesita su propia realidad. Sin embargo, esa legitimidad depende del entendimiento de las variables sociales, económicas, culturales, medioambientales, energéticas y políticas en el marco histórico particular de cada región, sumándose al todo de lo que el país es, representa y quiere ser, que bajo ciertas condiciones y circunstancias permite acciones concretas para desarrollar la evolución del pensamiento en sociedad, legitimando las propuestas y reivindicando su propio existencialismo práctico de acuerdo con su realidad.