[OPINIÓN] Dejemos de culpar a “la cancha”

09 Agosto 2018

Año tras año perdemos por goleada el partido por la igualdad de género. Quizás sea momento de dejar de culpar a la cancha y comenzar a cuestionarnos si nuestros jugadores entrenan lo suficiente, o si nuestro DT tiene las ideas claras.  

Fundación Piensa >
authenticated user Corresponsal

Por Maximiliano Duarte
Investigador de la Fundación P!ensa

Se suele decir que la Constitución Política de la República es “el rayado de cancha”, ya que establece las reglas básicas que deben ser respetadas por todos los actores de la sociedad. Cuando las cosas no van bien en el país y no logramos los avances esperados, siempre habrá alguien que se quejará del mal estado de la cancha, como si ésta fuera la única razón por la cual no logramos nuestros objetivos.

La semana pasada, un grupo de diputados de Chile Vamos junto a la diputada Pamela Jiles (PH) votaron en contra de una indicación que pretendía establecer la igualdad salarial en el artículo 19 nº 16 de la Constitución. Rápidamente, el rechazo de la indicación tuvo repercusión en los medios de comunicación, quienes hicieron eco de los comentarios de algunos parlamentarios que afirmaban que esto implicaba el nulo compromiso del gobierno por avanzar en la promoción y respeto de la igualdad de género. Nuevamente, el problema sería el estado de la cancha, como si la sola modificación de su rayado nos pudiera convertir, mágicamente, en una sociedad más justa y menos desigual.

Sin embargo, y sin pretender profundizar en la cuestión, debemos aclarar que el proyecto, pese a la indicación rechazada, ya reconoce la igualdad entre hombres y mujeres en términos suficientemente amplios como para entender incluida la igualdad salarial. Así, la propuesta contempla modificar el artículo primero de la Constitución, estableciendo el deber del Estado de “respetar y promover la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, prohibiéndose toda forma de violencia, abuso o discriminación arbitraria”. De igual forma, se pretende modificar el artículo 19 nº2 estableciendo la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres, además del deber del Estado de evitar e impedir toda forma de discriminación arbitraria, violencia o abuso. En esta misma dirección, nuestro país ya ha ratificado una serie de tratados internacionales que reconocen la igualdad entre hombres y mujeres, como el Convenio sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) o el Convenio nº 100 sobre la Igualdad de Remuneración. Y a nivel interno, el artículo 62 bis del Código del Trabajo ya consagra el deber del empleador de dar cumplimiento al principio de igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres que presten un mismo trabajo.

Entonces, si existen tantos textos que consagran la igualdad, ¿por qué aún vivimos en un país tan desigual? La pregunta no es baladí si consideramos que en nuestro país un hombre gana aproximadamente un 30% más que una mujer por realizar el mismo trabajo. A lo cual se suma que, de acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), sólo un 48,5% de las mujeres participa en el mercado laboral, porcentaje muy inferior al 61% que en promedio registran los países de la OCDE. Esto demuestra que de nada sirve modificar la Constitución y reiterar derechos ya consagrados si no existe un plan de elaboración e implementación de leyes y políticas públicas que elimine las barreras de entrada al mercado laboral femenino y cambie realmente nuestra cultura hacia una que sea respetuosa con la igualdad entre hombres y mujeres, ya sea en materia de igualdad salarial  o en cualquier otro ámbito.

Año tras año perdemos por goleada el partido por la igualdad de género. Quizás sea momento de dejar de culpar a la cancha y comenzar a cuestionarnos si nuestros jugadores entrenan lo suficiente, o si nuestro DT tiene las ideas claras.