Opinión: El poder ciudadano de la verdad verdadera

Opinión: El poder ciudadano de la verdad verdadera

01 Marzo 2015

Las organizaciones ciudadanas son las que verdaderamente producen el cambio social para que la -verdad verdadera- prevalezca y no se oculte en las faldas del mundo fáctico y podamos limpiar nuestra sociedad de esa verdad a medias que tanto daño nos ha hecho.

Andrés Gillmore >
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Cuando a mediados de los años 90 en la región de Aysén un grupo económico y de políticos se asoció con pretensiones de desarrollar el proyecto ALUMYSA en un predio de la Sociedad de Proyectos Aysén, que de la noche a la mañana transfirió los derechos de aguas de los ríos circundantes (que a decir verdad nadie sabía que eran de su propiedad) y 30 mil hectáreas a la transnacional NORANDA (Canadiense) para que en conjunto con la firma australiana ACR, construyeran dos centrales hidroeléctricas para que funcionara una planta refinadora de aluminio en Bahía Acantilada en la comuna de Puerto Aysén y producir 270 mil toneladas anuales de aluminio; las alarmas sonaron inmediatamente en este rincón de la Patagonia Occidental, no había dudas que algo no olía nada de bien.

Por primera vez y fuera de todo contexto hasta ese entonces, un grupo de ciudadanos organizados dieron inicio a una lucha sin cuartel que dura hasta los días de hoy, en contra de los poderes fácticos que reinan y dominan el país a piacere. Se entendió en ese entonces tan lejano, que la mano negra manipulaba las decisiones del congreso, con leyes que benefician a grupos económicos, que permitieron entre otras cosas la aberración de la privatización del agua y que los estudios de impactos ambientales fuesen realizados por los mismos interesados.

Instintivamente se supo a ciencia cierta que si se dejaba que el proyecto avanzara, irremediablemente el precedente sería catastrófico no solo para Aysén, si no para Chile como un todo. La intención además destruiría la valía de Aysén como región única a nivel planetario y territorio de excepción medioambiental y escénica, característica que por lo demás sostiene históricamente a las comunidades y las proyectaba social, económica, cultural y comercialmente.

Haciendo un poco de historia de los movimientos sociales que han tenido tanta preponderancia en los últimos años, se podría decir que este fue el inicio hace más de veinte años de una lucha sin cuartel comenzada desde una región lejana y muchas veces olvidada por salvar Chile de las transnacionales, porque se entendió que existían dos verdades; la verdad que sustentaban los poderes económicos, los llamados poderes fácticos, que manejan los intereses creados en las entrañas de los mismos gobiernos, que manipulaban la información para sacar provecho de ella, que sin dudarlo exponen y manipulan ideológicamente el concepto de ese supuesto desarrollo, solventando estrategias de intervención para moldear las regiones y dirigirlas hacia sus propios intereses. Que además contaban con una enorme financiación que les permitía contratar profesionales de prestigiosas universidades, para que cuando llegara la ocasión defendieran los objetivos de esa supuesta “verdad”.

Pero por otro lado tenemos la -verdad verdadera-, que es la que se origina desde el mundo ciudadano, que obra por el bien común, que ingenuamente quiere respeto, solidaridad social y claridad en los fundamentos que se exponen, que es la voz de los sin voz, de los que sufrirán las consecuencias negativas de los proyectos de intervención, que por simple supervivencia defienden su forma de vida, sustentados en lo único que tienen y que es gratis; una verdad que es verdadera y que es de todos.

Pero a muy pesar que NORANDA se defendió con todos los recursos que tenía y de los interesados que no eran pocos y de gran poder en todo sentido, que prometían entre otras cosas 2300 puestos de trabajo, las organizaciones sociales en Aysén a pesar de todo y de todos no se dejaron estar;  entendieron el valor histórico de la situación y se opusieron tenazmente. Al gobierno de la época de Ricardo Lagos no le quedó otra alternativa que cortar por lo sano y dio instrucciones al gobierno regional de la época que financiara la contratación de un ente independiente y objetivo, para que realizara una auditoría externa al estudio de impacto ambiental que presentó NORANDA.

Ese informe sin entrar en grandes detalles que serian largos de explicar fue realizado por la Universidad Católica de Santiago, que en un par de carillas dejó muy claro, que el proyecto destruiría totalmente el medio ambiente y la vida de los pobladores. Sencillamente no se habló más del tema.

En ese entonces desde el mundo ciudadano se entendió por primera vez la fuerza de la -verdad verdadera- como herramienta de trabajo para defender las comunidades. Que de una manera u otra si se sabe utilizar termina inexorablemente prevaleciendo, si se es capaz de luchar por ella, aceptando como parte natural del proceso recibir descalificaciones públicas y ser tratado de ignorante por profesionales y políticos que están al servicio de los intereses creados de estas corporaciones.

Por eso en Aysén no se dudó nunca y bajo ningún punto de vista entrar en batalla contra HidroAysén; con NORANDA entendimos la importancia y lo fuerte de sostener la -verdad verdadera-. Lo que trato de dar a entender con esta simple reflexión, sustentado en una experiencia práctica vivida por años, que si es posible defender los principios de las otras verdades verdaderas que andan por ahí; entendiéndose que en la actualidad se están dando muchas batallas muy parecidas en regiones; en Caimanes se lucha intensamente ante la intervención del grupo Luksic; el Valle del Huasco se defiende con todo de la transnacional Barrick Gold y su proyecto Pascua Lama; en la Araucanía el mundo mapuche sufre el constante asedio de las transnacionales forestales que usurpan sus tierras; la región metropolitana y las organizaciones del Cajón de Maipo se están defendiendo con todo del proyecto Alto Maipo; los pescadores artesanales de todo Chile sufrieron el robo del mar que los sustentaba por generaciones y luchan como pueden por la sobrevivencia. Esas defensas se sostienen inexorablemente en lo que reconocemos como la –verdad verdadera-.

Debemos saber entender que a pesar que muchas veces sintamos que esa verdad que no es verdadera prevalecerá a pesar de todo y pensamos que por mucho que nos esforcemos sucumbiremos ante ella y los poderes que la sustentan, eso a decir verdad no es tan así, de un modo u otro ella siempre sale a relucir si tenemos la capacidad de enfrentarla sin perder la ética, la moral, las buenas costumbres y el bien común.

La proyección del tiempo y lo que este nos entrega, debe hacernos confiar que siempre la verdad verdadera prevalecerá por el bien general. Si revisamos la historia esta lo confirma plenamente; no es un trabajo fácil bajo ningún punto de vista, requiere paciencia, trabajo y sacrificio, ciudadanos organizados, conscientes y consistentes, entendiendo que nadie agradecerá, que no se recibirá reconocimiento por ello, que entrar en batalla es solo por hacer las cosas bien, que luchar por la -verdad verdadera- desde el mundo ciudadano es importante pero ad honorem.

El mundo ciudadano y sus comunidades de norte a sur, de cordillera a mar, de este a oeste, depende del trabajo y la constancia de estas organizaciones de héroes ciudadanos, que representen la -verdad verdadera- de sus comunidades y del Chile total. Nunca los políticos o los gobiernos han obrado por iniciativa propia, sólo reaccionan si se sienten presionados y quedan en evidencia. Las organizaciones ciudadanas son las que verdaderamente producen el cambio social para que la -verdad verdadera- prevalezca y no se oculte en las faldas del mundo fáctico y podamos limpiar nuestra sociedad de esa verdad a medias que tanto daño nos ha hecho.