[OPINIÓN] Ojalá las vidas del pueblo te dolieran tanto como tus supermercados

04 Noviembre 2019

Pese a toda la represión que hemos sufrido, continuamos. No guardaremos silencio nunca más. 

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Hace días que Chile arde en llamas. La desigualdad social y las injusticias acumuladas durante tantos años hoy estallan en el pueblo. Algunos recuerdan los días de la Dictadura, otros, vivieron por primera vez el terror de salir de sus casas bajo amenaza de muerte. Pese a toda la represión que hemos sufrido, continuamos. No guardaremos silencio nunca más. Vuelven una y otra vez los sonidos metálicos a lo largo de todo el país en señal de resistencia. Quizás, después de tanto fuego, al fin nos vean. 

Por América Merino, Escritora

Esto es un asco. ESTE GOBIERNO ME DA ASCO. Justamente hace una semana, un retén móvil de Carabineros atropelló a una persona en Santiago. No he podido dejar de pensar en eso. En la velocidad del vehículo, que nunca disminuyó, en la claridad del día que permitía ver a buena distancia a los manifestantes. No puedo dejar de pensar en la intención de quien conducía ni en lo lejos que cayó el joven de 22 años después del impacto. Casi simultáneamente, pasaba lo mismo en Valparaíso.

Pienso también en José Miguel Uribe Antipani, el hombre de 25 años que mataron en Curicó, cuando en Curicó no había toque de queda. José Miguel tenía un hijo de un año y tres meses. Lo vi en un video cantándole el cumpleaños feliz junto a su polola. Después de soplar la velita, ambos le daban un beso y el niño se reía. A José Miguel también lo mató un carabinero. 

Una estudiante de enfermería, que ni siquiera estaba protestando, sino atendiendo a los heridos de la protesta, fue herida por perdigones en el ojo. Cuando ella cayó al suelo gritando y llorando de dolor, el carabinero que disparó y se encontraba a un metro de distancia de ella, no la ayudó. No la llevó al hospital, a pesar de que había un vehículo de Carabineros cerca. Las personas que la vieron en ese momento fueron quienes la llevaron al hospital. Ella en un año podrá volver a ver, luego de tratamientos y una operación, pero hay 157 personas en Chile que han sido heridas o mutiladas en estos últimos días. Han perdido sus ojos producto del impacto de proyectiles que fueron disparados por Fuerzas Armadas y Fuerzas Especiales de Carabineros, los mismos que lanzaron gases lacrimógenos a niños y niñas, a familias completas, que marchaban pacíficamente el domingo 27 de octubre desde Viña del Mar hacia Valparaíso. 

En Temuco, el día 28 de octubre, lanzaron gas lacrimógeno a personas con discapacidad que se encontraban en una manifestación. Personas en sillas de ruedas, personas ciegas y con bastones, fueron violentados por Carabineros de esta manera. Lanzaron el gas desde un vehículo que iba muy rápido y contra el tránsito. A varias personas esto les generó una crisis de pánico. 

El último reporte que ha entregado el Instituto Nacional de Derechos Humanos informa sobre 18 acciones legales presentadas ante la justicia, registradas desde el inicio de las protestas, por torturas de connotación sexual (desnudamientos, tocaciones y dos violaciones), además de 132 querellas por otras torturas. También informó que hasta ahora han muerto 20 personas en nuestro país durante las manifestaciones. Yo no dudo que sean más. 

Y me pregunto ahora, ¿quién va a consolar a los papás de los jóvenes que han muerto? Cuando crezca el niñito de un año y tres meses, ¿cómo le explicarán la ausencia de su papá? ¿Cómo se acostumbran cientos de personas a la mutilación? ¿Alguien se atreverá en el futuro a pedirle a las personas que fueron violentadas que vuelvan a confiar en las Fuerzas Armadas, porque están "para protegernos"? 

Me duele Chile. Me duelen los que ya no están y los que no hemos sido escuchados durante años. Me duelen las injusticias, que son tantas, tantas, que no alcanzo a enumerar, pero todos conocemos. 

Todos sentimos dolor, excepto Piñera y su gabinete.  

Palabras y conceptos claves: Chile, manifestantes, protestas, Derechos Humanos, dolor.