Arte y Espiritualidad

Arte y Espiritualidad

26 Marzo 2020

La responsabilidad es grande y está en nuestras manos, las manos de los artistas y las manos de los que hacemos todos los esfuerzos posibles para que el arte de los artistas se convierta en una realidad.

Horacio Silva Duarte >
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Por Horacio Silva Duarte, Director ONG Valparaíso en Colores.

Comenzaré por el final. 

Siento que todo el mundo está muy agresivo, mucha gente nadando en un manatial de odio, escupiendo fuego, en modo negro, insultándose mutuamente, parece que es la forma postmoderna de hacer catarsis y tratar al prójimo, creo que la mala educación se transformó en el deporte nacional oficial en el país. En todos los ámbitos, desde todos lados ha aflorado una energía grosera que ha normalizado el modo-ataque en las interrelaciones personales. Serán los astros, será por autodefensa, será moda, será porque los chilenos cantaron la canción nacional mientras miraban el eclipse, nadie lo sabe, pero estos malos modos llegaron para quedarse, ¡esperemos no por mucho tiempo!

Estos síntomas vienen de algo más profundo y más difícil de sondear. No creo estar muy perdido, creo que la falta de espiritualidad y ausencia de lo sagrado le está pasando la factura a la gente, exacerbando su lado salvaje y dando súper valor a cosas que son netamente de interés material y de baja trascendencia. Siento y creo que todo aquel que haya notado esta disfuncionalidad invisible tiene el deber de contribuir a recomponer el estado de paz en el alma de los humanos cercanos que lo rodean. Cada uno en su escenario privado, con su familia, hijos, primos, sobrinos, amigos y todo el mundo en general, independiente de sus oficios o profesiones, chamanes, sacerdotes, maestros, músicos, pintores, poetas, artistas, todos quienes tienen la responsabilidad de transmitir mensajes a las personas, a pequeños grupos humanos o públicos masivos..

Con todas las convulsiones del último tiempo se entiende que las personas están alteradas, muchas cortando su hilo espiritual con la paz interior, la madre tierra, el cielo, la espiritualidad superior, la oración, la luz, Dios o como cada uno lo tenga internalizado. Creo que ya es hora de una introspección, de calmarse, sanarse, gobernando a la bestia interior, llevando la vida a un plano superior y de mayor trascendencia, transmitiendo sabiduría a los nuestros. Una cosa no quita la otra. Vivir la vida material y básica no implica abandonar lo inmaterial y la paz espiritual. Lamentablemente esto sí ha ocurrido y la gente no se ha dado cuenta cayendo en las garras del salvajismo y la enajenación. Creo que es hora de darle uso a la balanza y ver qué es lo que pesa más en nuestras vidas individuales y en nuestra vida colectiva, es decir nuestro país. Somos lo suficientemente sabios para lograr nuestros objetivos sin que la alienación se apodere de nuestras almas? 

Desde el arte creo tenemos mucho que hacer por esta construcción invisible, ahora más que nunca las almas necesitan de una compañía que las mantenga brillando y en permanente crecimiento. Cuando todo se ha destruido por guerras, debacles o distopías, ahí siempre han resurgido desde las ruinas los artistas con su música, su pintura, su baile, su poesía alentando y llenando el alma de los humanos desesperanzados, sanando, ilusionando y construyendo nuevas realidades que son la luz de un nuevo comienzo. Una canción en un campo de concentración o en un barco repleto de inmigrantes por el océano, un mural en una celda o una obra de teatro dentro de una cárcel. Ejemplos son miles de como el arte sana y crea más allá de la obra artística en sí, germinando un sentimiento en el humano, sensaciones que lo llevan al plano de lo indescriptible, sensaciones únicas e intransmisibles que muchas veces han cambiado vidas al sólo internalizar un concepto comunicado por una canción, una pintura, un poema...

La responsabilidad es grande y está en nuestras manos, las manos de los artistas y las manos de los que hacemos todos los esfuerzos posibles para que el arte de los artistas se convierta en una realidad.