COVID-19 v/s Emergencia Climática

COVID-19 v/s Emergencia Climática

13 Mayo 2020

A medida que salgamos de esta crisis, reducir la contaminación del aire y electrificar el transporte son dos formas de avanzar hacia un futuro más resiliente y sostenible.

Felipe Zumaran >
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Por Felipe Zumarán

El Secretario General de la ONU, António Guterres, afirmó el mes pasado que la lucha contra COVID-19 es la prioridad inmediata del mundo. Actualmente todos estamos haciendo nuestro aporte para frenar la curva de contagios y poder volver a nuestra rutina, sin embargo, no debemos dejar que el Coronavirus eclipse otra crisis que estamos viviendo: la Emergencia Climática, la cual permanecerá con nosotros por bastante tiempo y con un impacto para la población mucho más catastrófico. La respuesta global a la presente pandemia no se ha hecho esperar, pero también ha tenido otros efectos algo inesperados para el común de las personas: la disminución de la contaminación en el aire. En China, las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron aproximadamente un 25%. En Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile, la contaminación del aire se ha desplomado debido a la reducción del tráfico rodado. 

Si bien estas reducciones en la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero pueden tener algunos beneficios en el corto plazo, la pandemia no es la solución a la actual crisis climática. Cualquier reducción en las emisiones y la contaminación sólo será efímeras, puesto que la posterior reactivación económica, traerá la consiguiente producción industrial y generación de energías a un ritmo apresurado para satisfacer las demandas de una “economía de reconstrucción”. De hecho, la cadena de suministro global para componentes como paneles solares y baterías de iones de litio, muchas de las cuales se producen en China, ya se ha interrumpido, lo que nos obliga seguir dependiendo de combustibles tradicionales y altamente contaminantes. 

Si miramos en retrospectiva, año a año se efectuaban llamados por el cuidado de nuestro aire, especialmente en invierno, los que no eran del todo escuchados, especialmente por grandes empresas. La restricción vehicular no sólo era para descongestionar las calles de Viña y Valparaíso, sino para no seguir contaminando un aire que cada vez era se tornaba más nocivo para la población más vulnerable; todo hacía parecer que las iniciativas del gobierno no estaban surgiendo efectos, pero hoy en día con la drástica disminución del tráfico rodado, estamos experimentado un nuevo escenario que nos trae nuevas perspectivas de un futuro algo incierto.  

Podemos adelantarnos en el tiempo y comenzar a preparar escenarios posteriores a la actual crisis, donde se pueda presionar a los formuladores de políticas y el sector privado a buscar mejoras ambientales, cómo el mejoramiento en la electrificación del transporte público, esto quiere decir, aumentar la capacidad operativa de MERVAL (o concretar proyectos de conectividad local cómo teleféricos o tranvías que hace años duermen en las carpetas de proyectos) y así eliminar gradualmente los vehículos contaminantes.

Afortunadamente, no necesitamos una pandemia para construir una sociedad sostenible, dado que el mundo ya tiene gran parte de la tecnología, las finanzas y las políticas para hacerlo, pero nuestra idiosincrasia hace que siempre hemos necesitado de un impulso o un potente “llamado de atención”, seguramente, el COVID-19 podría estar ayudándonos a visualizar un mundo más sostenible. A medida que salgamos de esta crisis, reducir la contaminación del aire y electrificar el transporte son dos formas de avanzar hacia un futuro más resiliente y sostenible.