El "winner" en la crisis de la Pandemia

El "winner" en la crisis de la Pandemia

12 Mayo 2020

El winner, el ganador, el siempre y oportuno facilista de la realidad nacional, hoy, nos tiene a todos al borde del abismo, porque, la realidad, nuevamente, los ha superado, porque nunca, jamás, lo vieron venir.

Marcelo Beltrand >
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Por Marcelo Beltrand Opazo

El winner, ese personaje fantoche y petulante que nació allá por los 80, en un Chile milico, un Chile donde el ganador se ufanaba de la paternidad de este nuevo sujeto social. El winner se fue instalando poco a poco, primero como ejecutivo de terno y corbata; luego como consumidor de bienes y servicios. Más tarde, orgulloso de ser la primera generación en la universidad, para luego, rápidamente, olvidarlo y convertirse en un winner de tomo y lomo. El winner es un personaje que se encuentra en todas las clases sociales, las altas, lo llevan en su ADN, las medias y las bajas, solo como impostura.

El winner sobrevivió y se consolidó culturalmente durante los 90, gracias al asenso gatopardista de una nueva generación que había luchado en contra de la dictadura y ahora ascendía a las altas esferas del poder, con un manto de sobreviviente que rápidamente, se fusionó con las características del winner, siendo absorbido por este último, conformando así, un rasgo más de este sujeto ochentero, hoy, consolidado y evolucionado a un profesional multifuncional que vive temporadas en el estado y otras en la empresa privada, pero siempre, listo y dispuesto a asumir tareas en pro del país, por qué, porque él es un winner.

El winner, es orgulloso de sus logros (por menores que estos sean); es un emprendedor que sueña con ser empresario (por menor que sea su emprendimiento); el winner de clase media cree en el mérito, a pesar de que para él sea todo difícil y más que mérito, sea el “pituto” el que lo catapulte en sus éxitos. En cambio, el winner de clase alta, él no piensa en el mérito, sino, que en el derecho eterno, natural de su familia, de su apellido, de su entorno, de su colegio, de su universidad, o simplemente, porque así es y así ha sido.

El winner, asiste a cuanto evento, curso, seminario y conferencia del coaching de moda, y ahí se encuentra con otros como él, no todos, pero muchos se juntan y se reconocen, se olfatean, porque el winner huele distinto, se mueve, camina y habla como winner.

Durante gran parte de los 90 y de los gobiernos concertacionistas, el winner vio que sus sueños se hacían realidad, podía aspirar a lo que siempre había deseado, pero, eso sí, no estaba bien visto mostrarse como winner, como exitoso. Pero para su felicidad el año 2010, llega el gobierno de los winner por excelencia, que inaugura con llamados unitarios y facilista, como “Compatriotas, arriba los corazones que vienen tiempos mejores”. El gobierno de los mejores, del mejor censo de la historia, el gobierno en el que el presidente reflexiona, creyendo, sin duda alguna, en lo que dice: en “20 días yo siento que hemos avanzado más que otros tal vez en 20 años”. Un winner, el más winner de todos. Y así el panorama nacional se vio glorificado por las frases del winner: Vamos a ponerle candado a la puerta giratoria”; “A los delincuentes se les acabó la fiesta”; “La educación es la madre de todas las batallas”; “Éstos son tiempos de unidad y no de división”; “Vamos a crear un millón de nuevos puestos de trabajo”; “La Educación es un bien de consumo”.

Pero este discurso está sembrado de muletillas y frases que develan la inconsistencia de las mismas. Frases llenas de lugares comunes, frases como “batalla”, “guerra”, “delincuencia”, abundan en el léxico winner, pero que poco a poco, van dejando al descubierto la fragilidad de esa palabra fácil y sin sustento, van dejando claro que la sociedad es más que un eslogan  ancla. Pero acá, nuestro winner se siente cómodo, porque está entre pares. Está en un mundo donde el éxito del posgrado y del postítulo se valora como distinción nobiliaria. Es, el gobierno de los profesionales expertos, expertos en todo.

No hay nada peor que enfrentar momentos de crisis con un winner, porque este, obnubilado por el análisis simplista de una realidad compleja, actuará por reacción, a fenómenos que no comprende, porque su mundo, de winner, muestra solo éxitos en su entorno, porque el winner no ve más allá de su metro cuadrado. Ahora bien, para el winner, cada crisis es una oportunidad, no para todos, sino que para algunos. Una oportunidad de hacer negocios, una oportunidad para limpiar su imagen, una oportunidad para tapar el sol con un eslogan o un decreto. Una oportunidad para militarizar las calles.

Así llegamos al estallido social y a la pandemia del Covid, con los mismos winner, pero ahora, perplejos y atónitos antes la irrupción social exigiendo lo que el sistema winner prometió. Pero claro, no logran comprender la realidad y comienzan así con sus frases nerviosas y absurdas: "Los pacientes siempre quieren ir temprano a un consultorio, algunos de ellos, porque no solamente van a ver al médico, sino que es un elemento social, de reunión social"; "Es un debate transversal, sobre todo en un país donde la gran mayoría son o somos propietarios, no tenemos mucho más, porque es nuestro patrimonio… La casita, dos departamentos". Y vemos en sus frases, algo de fantasioso, algo así como que la realidad es solo como yo la veo, el problema está, en que esas frases son de ministros de estado, quienes por su rol y responsabilidad tiene que ver más allá de sus narices.

El winner, el ganador, el siempre y oportuno facilista de la realidad nacional, hoy, nos tiene a todos al borde del abismo, porque, la realidad, nuevamente, los ha superado, porque nunca, jamás, lo vieron venir.