Emprendimientos ciudadanos

16 Marzo 2015

La ciudadanía activa está presente, su rol es trascedente para generar nuevos espacios que den origen a otras iniciativas que generen cambios en beneficio de la comunidad y fomenten la búsqueda de la legítima felicidad de las personas.

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Por Francisco Sánchez, investigador de Fundación P!ensa.

El rol del emprendimiento en nuestra sociedad suele estar restringido, de una u otra forma, al micro empresario o al comercio informal que llenan algunos rincones de nuestras calles o ferias libres. Sin embargo podemos mencionar que hay otro tipo de emprendimiento, igual de dinámico y que puede involucrar un impacto mucho mayor, es el emprendimiento de la ciudadanía organizada, los grupos intermedios, que da origen a espacios de participación fomentando una sociedad civil dinámica, activa y en constante movimiento.

Esto no es mera casualidad, todas estas organizaciones que surgen muchas veces de liderazgos espontáneos tienen como fundamentos, aunque muchas veces desconocido para los partícipes, algunos principios como: la confianza en las personas, creer en los proyectos de autogestión y ser hasta cierto punto escépticos de la función del poder, lo cual conlleva a la creación de agrupaciones que de una u otra forma van generando una institucionalidad muchas veces sin mucha regulación, fraterna y con un fuerte arraigo local.

Estos emprendimientos son los que permiten establecer un entramado inmenso dentro de la sociedad, desarrollando propuestas de solución para problemas en común, generar nuevas formas de ver el mundo y lograr una participación efectiva de quienes se suman en la implementación de éstas, incluso muchas veces contagiando con este espíritu a quienes observan a la distancia o son más pasivos en las iniciativas.  

Un ejemplo es la creación de las asociaciones contra incendios en el siglo XIX, actualmente conocidas como Cuerpos de Bomberos, en diferentes ciudades de nuestro país. Un problema que era de carácter general fue solucionado por particulares, en ese momento los medios eran escasos y las soluciones pasaron por el ingenio y organización de las personas, que amparados bajo una institucionalidad incipiente, reunieron a un grupo de vecinos para afrontar los dantescos incendios de la inicial época industrial en Chile. Hoy la mencionada organización ha sido replicada en prácticamente todas las comunas del país uniendo a hombres y mujeres, de distintas edades, profesiones y habilidades, en beneficio de la comunidad.

Estos emprendimientos surgen día a día entre vecinos que, desde una conversación, aúnan criterios para mejorar el entorno del barrio, personas que se unen para organizar un comité de vivienda para mejorar sus condiciones de vida, u otros que en búsqueda de una recreación más sana organizan un club deportivo, centro cultural o un grupo musical.

La ciudadanía activa está presente, su rol es trascedente para generar nuevos espacios que den origen a otras iniciativas que generen cambios en beneficio de la comunidad y fomenten la búsqueda de la legítima felicidad de las personas.

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