Índice Mundial de Generosidad: El retrato de un mundo solidario

Índice Mundial de Generosidad: El retrato de un mundo solidario

05 Febrero 2014

En el mundo casi el 40% de los adultos actúa de alguna manera por el bienestar de otros: una persona de cada cuatro realiza actividades de voluntariado; una de cada tres dona dinero a causas o entidades de beneficencia, y tres de cada cinco ayudan a personas desconocidas.

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El Reporte World Giving Index* (WGI), algo así como un índice mundial de generosidad, es una iniciativa de la Charities Aid Foundation (CAF), cuyo objetivo es medir la generosidad de las naciones. Desde 2005, la CAF conduce anualmente una encuesta de opinión en 135 países consultando acerca de las distintas actividades filantrópicas de las personas.

La investigación no se centra en el valor económico de los aportes, sino en el porcentaje de la población adulta que busca contribuir voluntariamente con el bienestar de los demás. De esta manera, se construye un índice nacional de generosidad que permite comparar a las sociedades entre sí, independientemente de su tamaño o de su momento histórico o económico.

Al igualar a las naciones, los resultados son reveladores. Las sociedades más desarrolladas económicamente no necesariamente son las más solidarias, pero de la misma manera tampoco lo son las más pobres. El país más generoso del mundo es -según el WGI- los Estados Unidos, donde el 61% de las personas realizan algún tipo de actividad filantrópica al menos una vez al mes. No obstante, solo 4 de los restantes 19 países que componen el grupo G20 se encuentran entre los primeros 20 puestos de este ranking: Canadá (2º), Reino Unido (6º), Australia (7º) e Indonesia (17º).

La periodicidad del reporte permite analizar la tendencia de la filantropía a través de los años, que cuando se compara contra el PIB Global nos ofrece una interesante perspectiva: tradicionalmente (al menos desde que este reporte se elabora) la variación positiva o negativa del PIB Global ha sido acompañada de un incremento o disminución de los índices generales de solidaridad. Así, al caer la economía mundial luego de la crisis de 2008-2009 la filantropía sufrió un efecto equivalente, que se vio subsanado tan pronto el desarrollo económico recibió un nuevo ímpetu en 2010. Sin embargo, el 2012 (el año analizado por el reporte WGI 2013) es el primer año en el que se produce una disminución del crecimiento del PIB Global comparado con el año anterior (de 4,0% en 2011 a 3.2% en 2012) y aumentan los niveles generales de generosidad de las naciones. Esto debe considerarse como un hecho aislado hasta tanto la tendencia se confirme por eventos similares en años posteriores, pero de momento puede interpretarse como una señal de que las personas están apostando por la solidaridad como uno de los caminos para el progreso.

El WGI indaga a los encuestados acerca de tres tipos específicos de generosidad: a) ayudar a personas desconocidas, b) donar dinero a causas o entidades de beneficencia, y c) realizar actividades de voluntariado. Para cada una de estas áreas se establece un ranking particular. En este sentido, los resultados positivos del año 2012 se deben principalmente a que ha crecido sustancialmente el porcentaje de personas que ayudan a desconocidos, situándose casi en el punto más alto desde que se realiza la encuesta. Los niveles de donación a causas o entidades de beneficencia también han aumentado, pero se mantienen por debajo de los niveles alcanzados antes de la crisis económica de 2008-2009. Finalmente, la cantidad de personas que realiza actividades de voluntariado se ha incrementado principalmente por un aumento de este tipo de solidaridad entre la franja más joven de la población adulta. Aun así no se alcanza los niveles previos.

Un rasgo llamativo -aunque en apariencia característico- del reporte es la aparición en los primeros puestos del ranking de países que normalmente no asociamos con filantropía, como Libia, Senegal o Haití. Myanmar, por ejemplo, figura como el país en donde más gente dona dinero a causas o entidades de beneficencia (el 85% de los encuestados declara hacer donaciones periódicamente) y como el cuarto país a nivel mundial en acciones de voluntariado. Este fenómeno resulta más común de lo que cabría esperar y se suele producir en zonas donde las catástrofes naturales o los conflictos armados generan gran devastación.

La solidaridad en Latinoamérica

En general, los niveles de solidaridad de los países de Latinoamérica no son destacables. El país más generoso de la región es Costa Rica, que ocupa el lugar 23º del ranking mundial. Lo siguen Haití (28º), Guatemala (30º), Colombia (31º) y Chile (35º).

Cuando desglosamos el ranking por tipo de solidaridad se puede apreciar lo siguiente: En relación a ayuda a un desconocido Colombia ocupa el 4º lugar a nivel mundial, mientras que Costa Rica ocupa el 9º. Otros países que se destacan son Guatemala y Uruguay (compartiendo el 30º lugar) y Bolivia en el lugar 37º. Esta es, sin duda, una de las fortalezas de la región.

En relación a donar dinero a causas o entidades de beneficencia aparecen Chile en el puesto 18º, seguido de Paraguay (25º), Haití (30º), Uruguay (35º) y Costa Rica (41º).

Por último, las naciones latinoamericanas cuyos habitantes realizan más acciones de voluntariado son: Guatemala (8º), Haití (14º), Panamá (21º), Honduras (30º) y Costa Rica (35º).

Es imposible dejar de notar la ausencia en los primeros puestos de algunos países que a priori deberían estar mejor posicionados, como Brasil, Argentina, México o Venezuela. Aun así la mayoría de estos países, al contar con poblaciones importantes, su contribución es numéricamente muy superior a la de países con poblaciones más pequeñas. Otro tanto sucede con los gigantes del sureste asiático India y China, cuyos porcentajes de población generosa no son muy altos (de hecho China ocupa el puesto 134 del ranking), pero aun así su contribución en número de personas que practican la filantropía está siempre entre las más grandes.

Mejor solidaridad, mayor progreso

El movimiento solidario parece estar cobrando fuerza en todos los países. Más allá de si se trata de algo pasajero o de una revalorización de la acción filantrópica como método de progreso social, hoy más que nunca se hace necesario asegurar los mecanismos para que la buena voluntad se transforme en acción que a su vez se transforme en impacto para el desarrollo sostenible. Para ello, la Charities Aid Foundation propone que los gobiernos alrededor del mundo impulsen legislaciones que:

  • Aseguren que las organizaciones de la sociedad civil (OSC) estén reguladas de manera justa, coherente y abierta.
  • Hagan más fácil a la gente el proceso de dar y ofrezcan incentivos siempre que sea posible.
  • Fortalezcan el rol de la sociedad civil como actor público.
  • Aseguren que las OSC sean transparentes.
  • Fomenten las donaciones caritativas.

(*): World Giving Index: Indice Mundial de Generosidad. El reporte actualmente solo está disponible en inglés.

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