La alimentación como un derecho en la nueva Constitución

La alimentación como un derecho en la nueva Constitución

24 Febrero 2020

En Chile el derecho a la alimentación goza de protección pero no está explicito dentro de la actual Constitución, lo que se transforma en una gran oportunidad.

Sofía Bustos >
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Por Sofía Bustos

En pleno momento de análisis social, donde la inequidad de nuestro sistema económico nos ha hecho discutir con fuerza el derecho a un acceso igualitario a la salud y educación, pienso lo ausente que se encuentra en la discusión las importantes brechas que existen también en el acceso a la alimentación de calidad. 

El derecho a la alimentación ha sido reconocido a nivel internacional como un derecho humano por diversos instrumentos, entre los que destaca el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. En Chile el derecho a la alimentación goza de protección pero no está explicito dentro de la actual Constitución, lo que se transforma en una gran oportunidad en el actual escenario para ser incorporada con el propósito de asegurar a las personas el acceso a una alimentación sana, nutritiva, sostenible, inocua y a precio asequible. 

Para ello debemos revisar como la globalización del mercado alimentario, especialmente los tratados de libre comercio, han favorecido la invasión de productos ultraprocesados. Estos productos efectivamente son muy fáciles de almacenar, de transportar y de muy bajo costo para las personas, lo que les ha permitido penetrar en el mercado nacional de manera muy agresiva, afectando las tradiciones culinarias y muy fuertemente la salud de las personas.  

Por su parte, la agricultura familiar campesina, que es quien mayoritariamente abastece el consumo interno de alimentos saludables, se enfrenta a grandes dificultades para sumarse a los mercados formales de comercialización, ya que existen casi nulos incentivos para su desarrollo, poco apoyo para la innovación y modernización e insuficiente ayuda para desarrollar eficientes estrategias de comercialización. Pero no sólo los productores son excluidos en los sistemas alimentarios: los consumidores, específicamente los más pobres, cada vez tienen más dificultades para acceder a una alimentación adecuada.

Como consecuencia, diversos territorios se han convertido en verdaderos desiertos alimentarios, al ofrecer un acceso limitado a alimentos frescos y nutritivos, contribuyendo así a grandes cambios en los hábitos de consumo y perpetuando los ciclos de pobreza y desigualdad. Chile es el país con mayor obesidad en adultos de la OECD, según la encuesta nacional de salud (ENS) 2017 son las mujeres, las personas con menos años de escolaridad, y quienes habitan territorios rurales los más afectados, demostrando así que la obesidad y sus factores de riesgo asociados dependen directamente de los determinantes sociales y afectan mayoritariamente a los más vulnerables. 

Mejorar las formas de comercialización y distribución de los alimentos es una condición clave para alcanzar el desarrollo sostenible de las áreas rurales y urbanas, para la construcción de sistemas alimentarios más inclusivos, eficientes y que favorezcan una nutrición adecuada y de calidad para todos.

Los mercados, entendidos como resultado de procesos de construcción social, son permeables a los movimientos sociales, las políticas públicas y la acción colectiva. Por eso la importancia de relevar dentro de la actual discusión social la alimentación de calidad como un derecho.

Actualmente, existen instrumentos de política pública como es el caso de la política de compras públicas de Junaeb, ferias locales impulsadas por INDAP, la política de desarrollo rural de ODEPA, entre otras estrategias para reducir los eslabones de intermediación y acercar a la agricultura familiar con los consumidores que no han sido suficientes para fortalecer el abastecimiento nacional de alimentos saludables en forma igualitaria para todos quienes habitan Chile.

Con compromiso político y participación de todos los actores (sociedad civil, academia, organismos internacionales y otros actores relevantes) los sistemas alimentarios pueden funcionar de mejor manera, asegurando el acceso a las personas de alimentos saludables y de calidad, brindando especial atención a los sectores más vulnerables de la población.

¡Actuemos!