La merluza tiene una veda parcial en septiembre

La merluza tiene una veda parcial en septiembre

09 Septiembre 2013

Los pescadores reclaman que el arrastre de langostinos invade el habitat de las merluzas. Por Eduardo Reyes F.

Eduardo Reyes >
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Desde hace mucho tiempo, en agosto y septiembre los cardúmenes de esta especie se aproximan a caladeros del litoral con fines reproductivos. En la misma época, las caletas y las industrias pesqueras aumentaban la captura y el procesamiento de inagotables merluzas, entre las cuales sobresalían las “maltonas” cargadas de huevos, “caviar del pueblo.”

La primera señal de alerta se registró en la década de 1970, derivada del efecto de la pesca de arrastre que abastecía la fabricación de harina de pescado para su exportación. Las mayores empresas operaban en Coquimbo, San Antonio y Talcahuano. No obstante, en dato histórico, el desembarque de 100 mil toneladas anuales de merluza cayó 50 % en aquel período, lo cual motivó un cambio de objetivos y localización de las pesquerías hacia puertos nortinos.

Una recuperación natural de la población merlucera y la modernización del subsector artesanal permitieron aumentar el desembarque hasta 90 mil toneladas en el 2002. A continuación, “de golpe y porrazo”, la proliferación de jibias, predadores de cualquier organismo acuático, se combinó con cambios oceánicos y el impacto pesquero, determinando la crisis del recurso, desde Coquimbo a la región del Bio Bio. Las caletas de la V Región, antigua zona merlucera, han debido asumir los perjuicios socioeconómicos, aliviados parcialmente mediante la captura de jibias, con mayor esfuerzo físico y menor precio en playa.

Coyuntura actual

La cuota de merluza permisible para este año es de 40 mil toneladas, 60 % industrial y 40 % artesanal, sin seguridad de poder completarla. La oferta pública de “3 merlucitas por $ 1.000” indica una debilidad de la biomasa natural, con riesgo de colapso. La especie puede sobrevivir en profundidades, aparte del fracaso pesquero.

Una paradoja del problema es que Merluccius gayi es la especie más utilizada y estudiada en los recursos marinos de nuestro país. El nombre en latín recuerda la descripción y una artística figura que publicó el naturalista francés Claudio Gay en su “Atlas de Chile, 1854”. En época moderna, una misión de la FAO colaboró con la CORFO en las investigaciones y el fomento al consumo de la popular “pescada.” Pero faltó controlar mejor la explotación.

Las experiencias sufridas y los aportes científicos cristalizaron en la Ley de Pesca promulgada en 1991 al retorno de la democracia. En esa onda, el Consejo Nacional de Pesca que integró empresarios y trabajadores se presentó como un contrapeso a la autoridad política del Subsecretario del sector, adscrito al Ministerio de Economía.

En la práctica, el equilibrio favoreció a la producción, dejando en segundo plano las asesorías técnicas, de manera que se otorgaron cuotas superiores a la disponibilidad de peces. Por ejemplo, en el año 2004 se asignó 139 mil toneladas de merluza, pero sólo se desembarcaron 73.600 toneladas. La brecha fue más ancha en la pesca de jurel. En ambos casos hubo recomendaciones preventivas del Instituto de Fomento Pesquero y de investigadores académicos. Pero no eran de cumplimiento obligatorio. Había que cautelar las inversiones, las ventas y el empleo sectorial.

Veda parcial

Una de los antecedentes relevantes para la conservación de la merluza es el monitoreo que desarrolla el Instituto de Fomento Pesquero desde 1993 mediante cruceros del buque “Abate Molina”, en cumplimiento de proyectos de la Subsecretaría de Pesca. Los informes de los últimos años confirman la disminución de biomasa con escasez de ejemplares adultos, una debilidad de potencial reproductivo, entre diversos factores en evaluación.

De ahí  entonces la validez estratégica de la veda en septiembre, coincidente con la agregación de ejemplares desovantes en sectores del litoral. Lo mínimo que cabe exigir es dejar que merluzas y merluzos cumplan sus funciones sexuales, sin interferencia humana…

Los pescadores aceptan la veda actual, a pesar de que afecta su economía familiar en temporada dieciochera. Además, en tercer año consecutivo, los dirigentes de las caletas de Valparaíso reiteraron al Subsecretario de Pesca que durante este período de veda correspondería suspender el arrastre de langostinos y camarones, los cuales comparten el hábitat de la merluza. En todo caso, los pescadores demandan que se controle y sancione una comercialización indebida de merluzas capturadas “accidentalmente” en redes langostineras. Hay un máximo legal de 1 % de “fauna acompañante” de los crustáceos desembarcados.

El planteamiento indicado revela una justa interpretación de la Ley de Pesca, cuyo primer artículo dispone “el enfoque precautorio y ecosistémico” para asegurar la sustentabilidad de los recursos. En la merluza, con diagnóstico crítico, los dirigentes entrevistados por “El Martutino” esperan la convocatoria a un Programa de Recuperación, con base científica y colaboración de los usuarios. En esa dimensión, un departamento de la Universidad Federico Santa María abrió un taller orientado al diseño de un nuevo manejo de la pesca merlucera. Vale recordar que don Federico inició su fortuna en el antiguo frente portuario de Valparaíso.