La pérdida y el desperdicio de los alimentos: Una clara falla en el sistema

05 Marzo 2020

Si bien es tarea de todos optimizar el sistema alimentario (producción, transporte, almacenamiento y consumo de alimentos), corresponde a los gobiernos trabajar en regulaciones efectivas que lo fortalezcan. 

Sofía Bustos >
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Desde niños se nos ha dicho que “no hay que botar la comida porque hay gente que la necesita”, pero hoy sabemos que el concepto es bastante más amplio, y es que no debemos perder ni desperdiciar los alimentos, especialmente los productos frescos y saludables, dado que son un bien preciado. Los alimentos frescos y saludables son altamente valorados en una población creciente y con altos índices de malnutrición, fuertemente golpeados por el cambio climático y con claros problemas al momento de acceder a una dieta saludable y balanceada. 

Estudios de la FAO indican que en América Latina se pierden o desperdician 127 millones de toneladas de alimentos al año. Esta enorme cantidad de alimentos permitiría de satisfacer las necesidades alimenticias de 300 millones de personas. Se estima además, que el 55% de las frutas y verduras producidas no llegan a ser consumidas. En Chile no disponemos de datos oficiales, pero si se usan como referencia las cifras de FAO, la situación es muy preocupante, sobre todo si consideramos que solamente un 15% de los chilenos come la cantidad de frutas y verduras recomendada internacionalmente, según los datos de la Encuesta Nacional de Salud 2017, y que la inseguridad alimentaria es una amenaza permanente, especialmente en aquellos grupos más vulnerables de la población.

Si bien es tarea de todos optimizar el sistema alimentario (producción, transporte, almacenamiento y consumo de alimentos), corresponde a los gobiernos trabajar en regulaciones efectivas que lo fortalezcan. La pérdida y desperdicio de alimentos no es sino el resultado de una clara falla en el sistema.

Para esto, es fundamental conocer la diferencia entre la pérdida y el desperdicio de alimentos, para así diseñar estrategias diferenciadas. La pérdida de alimentos se refiere a cualquier producto alimenticio que se pierda en la cadena de suministros; esta comprende desde su producción hasta que llega al mercado. Puede producirse, por ejemplo, por plagas, problemas en transporte o empaquetado,entre otras causas y fallas de procesos, tales como la falta de infraestructura, lo que es especialmente relevante para los pequeños productores agrícolas con poca o nula capacidad de inversión; mercados concentrados y poco robustos, inestabilidad en los precios (en ocasiones se eliminan cosechas completas para mantener los precios de mercado).

El desperdicio, en cambio, sucede siempre de manera intencional y se da cuando los alimentos son aptos para nuestro consumo (son nutritivos y seguros), pero se dejan dañar o son descartados por los consumidores o por los minoristas. Productos frescos como frutas y verduras son eliminadas en el proceso de selección, esto es por no cumplir con el tamaño, forma o color que el sistema de clasificación de calidad ha definido como “aceptable” para su comercialización. También puede deberse a las reglas de etiquetado de fecha de caducidad rígidas o mal entendidas, o a prácticas de almacenamiento, compra o de cocina inadecuadas. Un ejemplo claro de desperdicio en Chile son los enormes volúmenes de alimentos que se desperdician, a diario, en el marco del programa de alimentación escolar de JUNAEB.

Un sistema alimentario adecuado se traduce en un uso más eficiente de la tierra, una mejor gestión de los recursos hídricos, permite economizar recursos energéticos y tiempo, además de mejorar la seguridad alimentaria.

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