La Región de Valparaíso tras la COP 25

20 Febrero 2020

Con la agenda de hoy copada por Londres y la COP 26 o el retorno de la cuestión social, la Región de Valparaíso se queda asolada por su megasequía, su crítica zona de Ventanas, su reducida biodiversidad y su acoso de residuos.

Yuri Carvajal >
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Por Yuri Carvajal

Tuvimos muchas esperanzas en la COP 25, es honesto decirlo. Pensamos que el cierre de las termoeléctricas de Ventanas sería muy veloz, así como de la fundición de cobre. También soñamos con un Cerrillos lleno de organizaciones ciudadanas, debatiendo sobre temas ambientales y obligando a los gobernantes a reducir sus emisiones nacionales de CO2, mirando desde lejos la silueta de Greta.

Con la agenda de hoy copada por Londres y la COP 26 o el retorno de la cuestión social, la Región de Valparaíso se queda asolada por su megasequía, su crítica zona de Ventanas, su reducida biodiversidad y su acoso de residuos.

El orden de nuestros desafíos ambientales podría considerar estos cuatro aspectos como mínimos indispensables por abordar.

Megasequía y biodiversidad pueden ser articulados en una sola cuestión. Las ciudades de la región y en particular Valparaíso, requieren recuperar activamente su biodiversidad. Todo pasa por el agua, que más que una molécula peculiar o un bien escaso, debe ser apreciado como un ser animado y reconocido como demanial. 

Con aguas recicladas, las quebradas pueden dejar de ser un lugar de residuos, una trastienda vergonzante, para volverse un sitio de recuperación de vida y reforestación del bosque esclerófilo, un lugar para mostrar con orgullo. La fauna volverá una vez nos pongamos en marcha. Sigue allí viviendo una flora nativa que contiene en germen toda la posibilidad de esa restauración. La ciudad aún caminable, plegada en cerros y anfractuosas pendientes, con un poco más de agua, podría ser un paseo por la historia natural local.

La zona crítica de Ventanas, un símbolo del fracaso del desarrrollismo de los años 50 y del extractivismo en que aún vivimos, requiere reducción de consumos, gestos de austeridad de las mayorías, vuelta de espalda a las megamáquinas, a las centrales y fundiciones. Dióxido de azufre, el protagonista del smog londinense de diciembre del 52 sigue estando como neblina industrial en nuestra hermosa bahía de Ventanas, en pleno siglo XXI. Una verguenza hasta intelectual. Todo el sistema de gestión ambiental ha sido puesta en tela de juicio por las repetidas crisis en la zona. El fallo de la Corte Suprema del 28 de mayo del 2019, se cumplirá en apenas tres meses y las tareas planteadas, siguen pendientes. Toda nuestra capacidad académica local debería priorizar las comunas de Quintero, Ventanas y Concón como zonas para un enfoque medio ambiental basado en la biología y no en la ingeniería, para un pensamiento ecológico, esto es viviente, animado, simbiótico, heteropoiético como alternativa al pensamiento industrialista y maquínico que gobierna nuestras mejores mentes.

Pero el manejo de los residuos debería ser el gran tema regional. De ese manejo depende la recuperación de calles abandonadas como Uruguay o Bellavista en Valparaíso, dejadas a la deriva en una ley de la selva que aterrorizaría a cualquier especie salvaje. También son los residuos lanzados al aire, al agua o al suelo, en Ventanas o los que deterioran las quebradas, en una ciudad autoconstruida, sin retiro regular de escombros ni de basura electromecánica o electrónica.  Detif, en la isla Lemuy, posee mejor sistema de separación de residuos que la ciudad de Valparaíso. 

Sin duda la institucionalidad ambiental nacional no funciona. Porque los problemas que debiera abordar no pueden ser localizados en unas agencias específicas, burocráticas y enmarañadas. Su lugar no está en esas oficinas o ministerios, sino en una vida institucional por inventar, una que combine  a las personas inter-esadas (inter-esse) con funcionarios con firmas aceptadas por la Contraloría General de la República. En el lugar de encuentro entre ambos colectivos, o mejor dicho, en los encuentros en que las firmas aceptadas se ponen a disposición de los ciudadanos, es donde quizás, en algún momento, nuestros problemas de agua, aire, suelo, nuestros locales problemas planetarios, puedan ocupar la primera línea de la reflexión política. 

Foto: Huawei / Agencia Uno