Ni una menos: Las 10 señales que delatan violencia en las parejas

09 Noviembre 2016

Una sicóloga y una asistente social nos enseñan los comportamientos que deben alarmarnos en las relaciones de pareja

El Martutino >
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Impactantes casos de violencia de género han conmovido a los chilenos en el último tiempo. El éxito de la marcha del 19 de octubre pasado en apoyo a la campaña #NiUnaMenos puso en el tapete una realidad que se vive puertas adentro. ¿Por qué se llega a esto? ¿cómo podemos darnos cuenta de que un ser querido es víctima de esta situación?.

Una sicóloga y una asistente social nos enseñan los comportamientos que deben alarmarnos en las relaciones de pareja, en especial en los adolescentes, período donde el problema tiene sus orígenes y donde deben encenderse las alarmas.

Signos de alerta

La sicóloga especializada en adolescencia en la Universidad de Chile, Amaya Valencia, junto a la asistente social Marcela Sepúlveda, ambas especialistas de la Corporación SerJoven, tipificaron 10 signos de alerta que permitirían identificar este problema en una pareja:

  1. Control ejercido por el agresor, que tiende a manifestarse en pedir explicaciones sobre dónde se encuentra su pareja y con quién. La sicóloga afirma que este tipo de comportamiento llega a interferir en la selección de las personas con las que se pasa el tiempo, la vestimenta que debe usar y con quienes puede hablar. En adolescentes esto se ve muy reflejado en elementos tecnológicos como las redes sociales, celulares y chats.
  2. Aislamiento de la pareja, generalmente desencadenado por los celos de quien incurre en la violencia. Éstos pasarán tiempo sin la compañía de sus pares y el agredido se alejará de sus amistades e incluso de su familia.
  3. Celos en la relación de pareja. Quien ejerce la violencia es receloso de las relaciones anteriores de su compañero, de que pase el tiempo con sus amigos e incluso con su familia.
  4. Acoso el que se refiere cuando se hostiga, sigue a la pareja, no se le permite la salida de la casa, se le hacen llamadas telefónicas o mandan mensajes de texto frecuentes con la intención de siempre estar al tanto de sus actividades. Aquí nuevamente las redes sociales juegan un rol importante ya que el acosador revisará las cuentas y conversaciones de su pareja o la hostigará a través de estos medios.
  5. Descalificación desde quien tiene comportamientos violentos hacia su pareja. Lo menosprecia con frases como “para qué te vas a juntar a estudiar con tus compañeras si eres tonta, no vas a mejorar”, “no me puedes dejar porque te quedarás sola para siempre ya que eres gorda” y “nadie más se va a fijar en ti”.
  6. Humillación que se refiere a herir el orgullo de la otra persona en público.
  7. Manipulación emocional sucede cuando quien incurre en la violencia logra un objetivo a través de manejar las emociones del otro con ideas como “si terminas conmigo te juro que me mato”. Además, agrega Amaya Valencia, la manipulación está en que la persona que agrede de alguna manera hace sentir responsable a quien recibe la agresión de lo ocurrido, como por ejemplo “para qué te quejas si sabes que si haces “X” yo me enojo”.
  8. Indiferencia afectiva es otra de las formas más comunes que se ve en estos casos y se parece a cuando un niño le hace “la ley del hielo” a otro. El joven que agrede reclama a su pareja por una acción o actitud que no le pareció correcta a través de ignóralo o desconocerlo.
  9. Amenazas de que algo sucederá si es que no se comporta como el controlador lo desea.
  10. Abuso sexual disfrazado de “derecho de pareja” o de “amor”.

La sicóloga agrega que lo “fundamental de estos signos es el abuso de poder, propio de una relación abusiva, donde en general el que agrede ejerce control y manipulación, dado que esa relación asimétrica de poder -de alguna manera- se lo permite”.

Otras señales de alerta

Marcela Sepúlveda asegura que si bien hay que estar alerta a la presencia de las conductas anteriormente mencionadas también hay otros signos que deben advertirnos y que delatan tanto al adolescente agredido como el que agrede.

El joven agredido suele vestir ropa inadecuada para la época del año con el objetivo de ocultar lesiones; definen a su pareja como colérico, agresivo o celoso; le temen y lo miran antes de hablar; presentan trastornos alimentarios; tienen problemas con el alcohol o las drogas; manifiestan trastornos del sueño; sufren de enfermedades psicosomáticas; tras sus lesiones, relatan historias inconsistentes o incoherentemente; dejan pasar mucho tiempo entre el “accidente” –los que tienen muy seguido- y la consulta al centro de salud.

Por su parte, quien incurre en la violencia intentará no dejar a solas a su pareja; no la dejará hablar o la interrumpirá; criticará su forma de hacer las cosas frente a su familia, amistades o colegas; tendrá actitudes paternalistas en el sentido de que le dirá a su pareja qué debe hacer ya que “sabe más” e incluso controlará su documentación o el teléfono.

Ambas especialistas aclaran que se debe estar alerta ante cualquier situación, sin importar lo particular que ésta sea, reflexionar y evaluar si es que es pertinente abrir el tema con los familiares o incluso denunciar.

Perfil violento

Amaya Valencia afirma que si bien no todos los casos son iguales, hay algunos rasgos de personalidad que caracterizan a quienes ejercen la violencia. Habitualmente se trata de personas con escasas herramientas de resolución der conflictos, posesivas, egocéntricas, temperamentales, violentas, controladores, con tendencia a abusar del poder y que les gusta ridiculizar o humillar.

La idea del “amor romántico” y la poca reflexión respecto de las actitudes de la pareja, tan característico en la adolescencia, es lo que lleva a los jóvenes a tolerar situaciones violentas en sus relaciones, afirma la asistente social, Marcela Sepúlveda.

Prevención

En términos de prevención, las profesionales aseguran que es fundamental que las nuevas generaciones tengan el conocimiento de que los pilares de una relación sana son el respeto mutuo, la libertad individual, la igualdad y la confianza. Sólo así tendrán claro a qué deben aspirar con su pareja.

Valencia recalca que durante la adolescencia se forma la identidad de una persona, por lo que a toda costa se debe evitar etiquetar a quien ejerció la violencia como “agresor” ya que al hacerlo se le niega la posibilidad a cambiar. En lugar de clasificarlo como un “abusador” se deben utilizar términos como “adolescente que agrede o que incurre en una conducta agresiva”. Al hacer esto se pondrá el acento en la conducta como algo corregible y limitado en el tiempo, no como una característica de personalidad.

Qué hacer en caso de sospecha

La asistente social de la Corporación SerJoven -centro especializado en la atención de salud a adolescentes- explica que si se sospecha que existe violencia en el pololeo lo primero que se debe hacer es indagar, principalmente porque estos actos no se encuentran en el marco de la violencia intrafamiliar y no existe una ley de violencia en el pololeo, este sólo será sancionado si se constituye un delito, es decir si existen lesiones o amenazas de muerte.  

“En el momento de hablar con el afectado es importante hacerlo a solas y preguntar desde lo general hasta lo particular.  Para esto es buena idea partir por si se tiene pareja, luego cómo es la relación, si tienen conflictos y cómo los resuelven, si le gusta como lo tratan”, dice la sicóloga.

Por su parte, Marcela Sepúlveda aclara que en el caso de creer que esto ocurre es importante tener claro el lugar que tiene uno en el ambiente del afectado. “Debemos preguntarnos qué nos corresponde hacer, qué herramientas tenemos para hacerlo y cuales nos faltan, cuáles son nuestras redes, cómo evitar re-victimizar a quien ya está sufriendo y finalmente si estoy dispuesto a hacer de testigo en todo el proceso judicial si es que llega a eso”.

Las profesionales señalan que en el caso de querer tratar el problema, lo primero es detener la dinámica de violencia, promover la protección de la víctima, la reparación del daño en los involucrados, el desarrollo de habilidades alternativas a la violencia, comunicar la situación a un adulto responsable y evaluar cuáles son los factores protectores y de riesgo en la relación.

Fonos de ayuda

SERNAM

800 104 008

Fono orientación y ayuda violencia contra la mujer

COMISARIA DE LA FAMILIA 149

Entrega orientación para cualquier tipo de violencia intrafamiliar y en el pololeo si es un menor de edad ya que se visualiza como una vulneración de derechos

Cifras Oficiales

El 16% de los jóvenes chilenos entre los 15 y 29 años ha padecido violencia psicológica, física o sexual en sus relaciones de pareja. Así lo reportó en 2012 la última Encuesta Nacional de la Juventud (ENJUV), donde también se señaló que el tipo de violencia más presente en este grupo etario es la psicológica, con una prevalencia del 15% y que consiste en “insultar o hacer sentir mal a la pareja, menospreciarla o humillarla frente a otras personas, actuar a propósito a través de la intimidación o amenaza”. 

En segundo lugar, con un 7%, se encuentra la física. Según la encuesta ésta ocurre cuando propinan cachetadas, tiran cosas, arrincona, empuja, tira el pelo, golpea con el puño o con un objeto, patea, arrastra o se amenaza con armas ya sean de fuego o blancas.

Finalmente, el tipo de violencia con menos ocurrencia -1%- es la sexual, la que consiste en forzar a la pareja a tener relaciones sexuales o a realizar algún acto de connotación sexual que esta encuentre humillante o denigrante, define la ENJUV. 

El estudio también reveló que a medida que avanzan los años aumenta la cantidad de parejas que sufren de violencia, en el tramo etario desde los 15 a los 19 un 10% declaró sufrirla, desde los 20 a los 24 esta cifra sube a los 16%; finalmente desde los 25 a los 29 el número alcanza al 21%. Estos datos dejan ver que el problema no sólo existe, sino que las herramientas que hay para detenerlo son insuficientes.