Por: Hugo Inostroza T.

Director Regional Fundación para la Superación de la Pobreza Valparaíso

Muchos de ustedes estarán de acuerdo en que Valparaíso es una gran región: ostenta una diversa belleza escénica, Valparaíso es Patrimonio de la Humanidad, posee una forma única de habitar, su capital artístico es innegable semillero fecundo de nuevas expresiones. En lo social, muestra cifras que la ubican de la mitad para arriba en todos los indicadores y tiene un capital humano de primera línea.

Se observan avances en diversas materias, eso es incuestionable, especialmente en infraestructura y condiciones materiales en las que se desarrollan las personas, principalmente a nivel familiar e individual. En general, los bienes de consumo socialmente significativos se encuentran al alcance de muchos, especialmente con las “facilidades” que genera el endeudamiento.

Sin embargo, muchos de ustedes también estarán de acuerdo en que Valparaíso tiene aún tremendos desafíos. Los más urgentes desde nuestra perspectiva construida a partir de la labor que realizamos en terreno a través del programa Servicio País, tienen que ver con la forma en que nos relacionamos con las instituciones y entre los propios ciudadanos y con aquellas deudas sociales que simplemente ya no pueden esperar, como la realidad de los niños y niñas vulnerados en sus derechos.

Servicio País, que año tras año moviliza a decenas de jóvenes profesionales en la región para construir alianzas colaborativas junto a cientos de dirigentes sociales, organizaciones, adultos mayores, niños, niñas, mujeres, jóvenes, municipios; nos otorga la experiencia valiosa de compartir desde la cotidianidad. Y en ese marco, es prioritario dirigir los esfuerzos sobre aquellas condiciones que generan que muchos niños y niñas vean vulnerados su derechos en distintas dimensiones y con diferente grado de intensidad. Además, desde la misma experiencia observamos otros problemas acuciantes: cientos de familias y organizaciones productivas ven enormemente dificultadas sus actividades producto de la escasez hídrica, de la voracidad inmobiliaria y de la industria agrícola, que mantiene una visión estrecha respecto de los retos del siglo XXI y la fragilidad de los ecosistemas para la sustentabilidad misma de la producción. Asimismo, las miles de familias que habitan los campamentos de la región, no pueden gozar del derecho a una vivienda en entornos de oportunidades, que promueva el desarrollo y las capacidades propias. También observamos la creciente y acelerada pérdida de tejido social, que enfatiza nuestras diferencias y nos hace más individualistas, lo que a la vez produce malestar subjetivo y nos vuelve aún más vulnerables a los desastres socioambientales lamentablemente tan frecuentes en la región y que son generadores de pobreza, vulneración de derechos, que merman las capacidades regionales y empeoran las condiciones para todos desde una perspectiva más amplia.

Estos desafíos y otros nuevos, y tan urgentes, de seguro seguirán apareciendo producto del constante cambio de la sociedad. Por ello, la construcción de una región más justa e equitativa está estrechamente ligada al desarrollo regional.

Se está iniciando un ciclo con nuevas autoridades y por ello importante visibilizar estos aspectos que deben estar presentes a la hora de proyectar y delinear la carta de navegación que servirá de guía para la presente administración. Esperamos que los énfasis se construyan sobre bases compartidas porque superar la pobreza no solo es una tarea ética, moral y razonablemente justa. También es necesaria para alcanzar mayores grados de desarrollo, para generar más oportunidades para todos los individuos, y para que aquello valioso que todos tenemos encuentre una forma de expresarse de manera genuina y valorada socialmente.

Como institución de la sociedad civil seguiremos aportando desde Servicio País y su fuerza juvenil, para que colabore con ideas y acciones en construir redes de colaboración amplias, diversas, con foco en lo local, que ayuden a generar condiciones adecuadas y dignas especialmente para aquellos que ven más estrecho su ejercicio de derechos y que presentan dificultades para el despliegue y desarrollo de sus capacidades.