[OPINIÓN] Fundación Buen Vivir fija posición por discusión al Plan Regulador Comunal de Valparaíso

[OPINIÓN] Fundación Buen Vivir fija posición por discusión al Plan Regulador Comunal de Valparaíso

19 Enero 2018

Los habitantes de Valparaíso se aprestan a un cambio de ciclo, que cambiará para siempre su comprensión y relación con la ciudad.

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DERECHO A LA CIUDAD Y BUEN VIVIR

Valparaíso, Participación y Planificación territorial

 Durante el último año el debate urbano se ha tomado la agenda política en la Ciudad Puerto. El murmullo de las organizaciones comunitarias, que antaño oscilaban entre la resignación y la resistencia simbólica, es ahora una voz coordinada que estrecha lazos con el planificador urbano comunal, gracias a un largo proceso no exento de tensiones. La oposición de los vecinos de Placeres, Florida, Barón, Monjas, Esperanza, O´Higgins y otros, a las construcciones en altura y sus consecuencias, demuestra que las luchas urbanas por el Buen Vivir ya son una realidad con resultados tangibles. La invalidación administrativa del permiso de edificación en el proyecto Jardín Pumpin y el último pronunciamiento de la Corte Suprema sobre el mall Barón, indica hasta qué punto las condiciones de lo posible en materia de producción del espacio han sido desvirtuadas, alcanzando al raciocinio de los poderes del Estado. En medio de estos avances de las organizaciones territoriales y del nuevo actor institucional que representa la Alcaldía Ciudadana, los actores se sumergen ahora en el debate por una modificación parcial del Plan Regulador Comunal, que transformará en derecho la nueva correlación de fuerzas existente. La agenda por el Derecho a la Ciudad y el Buen Vivir ya está sobre la mesa, y la construcción de un programa por el Derecho a la Ciudad es ahora más necesario que nunca en la Ciudad Puerto, que se plasme y adquiera forma institucional en los instrumentos de planificación.

En este contexto, los habitantes de Valparaíso se aprestan a un cambio de ciclo, que cambiará para siempre su comprensión y relación con la ciudad. La nueva alianza entre la institucionalidad planificadora, los sectores barriales y el pequeño capital inmobiliario y turístico, inaugura una época en la producción social del espacio en Valparaíso,  que se expresa normativamente en el límite de los 12 metros para construcciones en altura, en aquellas zonas donde otrora campeaba la apropiación ilimitada de renta. Sin embargo, este proceso de planificación no ha estado exento de contradicciones, manifestando tensiones al interior del conglomerado que llevó a constituir la alianza política que hoy denominamos Alcaldía Ciudadana.

Por un lado, mediante un proceso de participación inédito, se ha incorporado por primera de vez forma extendida, la voluntad organizada de un buen número de organizaciones territoriales (principalmente Juntas de Vecinos) que han planteado la necesidad de una restricción severa a las construcciones en altura, coincidiendo con la propuesta alcaldicia que se inicia en los 7 metros de restricción.  Sin embargo, el necesario momento normativo devela algunos intereses -que anteriormente yacían larvados en la oposición general al gran negocio inmobiliario- de aquellos que impugnan esta pretensión (de 7 metros), y que -como argumentaron- huyen a los escaparates de la técnica arquitectónica, para no expresar claramente una afinidad ideológica al pequeño capital inmobiliario y turístico, cuya única posibilidad de valorización y desarrollo se encuentra precisamente en el intervalo entre los 7 y los 12 metros; es decir, entre la exclusión del gran capital y el sueño de su propio monopolio. De esta manera se ha intentado convencer a un vasto sector de la ciudadanía que de forma sincera apoya los cambios, colocando nuevamente el interés de unos pocos en el grado de interés general. La defensa decidida de estos actores y su campaña para convencer a la ciudadanía de una limitación máxima de 12 metros a las construcciones en altura, en oposición a la propuesta de sectores barriales y alcaldicia de un abanico que va desde los 7 a los 12 metros, dependiendo de la zona, muestra la verdadera naturaleza de las alianzas y de los intereses en conflicto.

Más allá de aquellos intereses, el sujeto sobre el cual debemos poner atención y el cual debe tomar un papel protagónico en las decisiones que determinarán los usos del suelo, es precisamente el habitante de Valparaíso, aquel que durante años fue un simple espectador de la vorágine inmobiliaria, pero que con el nuevo ciclo comienza a influir en su entorno inmediato y en la ciudad en su conjunto. El germen de una democracia participativa, que borra de un plumazo los antiguos cimientos de la representación procedimental, se materializa aquí bajo la forma de planificación urbana, como expresión de voluntad soberana de los habitantes respecto a su espacio urbano inmediato. 

Para el futuro queda la tarea de construir espacios que permitan a los barrios incidir en los instrumentos de planificación territorial de forma regular y constante sobre el uso del suelo urbano, invirtiendo la hegemonía de su consideración mercantil por sobre el uso socialmente deseable, e introduciendo por consiguiente la noción de una función social del suelo urbano y de la Soberanía Urbana. Aquí, el rol de los habitantes y de las organizaciones de la sociedad civil en las que se organiza, se redefinen respecto a la producción del espacio urbano. El espacio ya no se presenta a los habitantes como algo dado, como una mercancía que se produce al margen de su voluntad, y que por tanto el único mecanismo para alcanzarla consiste en el pago de un precio. El espacio es ahora, el contexto físico de la ordenación espacial planificada y coordinada de sus habitantes e instituciones territoriales, y en donde la planificación no es más que el resultado del esfuerzo técnico de coordinar y traducir esa voluntad soberana en instrumentos de regulación territorial.

La participación vinculante, es la piedra angular de la nueva planificación urbana, del mismo modo en que la función social del suelo lo es respecto del nuevo Derecho a la Ciudad que se construye mediante el ejercicio de la Soberanía Urbana. Reconocer estos espacios de participación, resulta entonces fundamental para la comprensión democrática del proceso, y en este sentido hemos de manifestar nuestro más decido apoyo a la propuesta de la Alcaldía Ciudadana, que es por cierto la propuesta de los Vecinos y Barrios de Valparaíso, y sobre la cual nos sentimos gratamente participes de su proceso de construcción.