[OPINION] Modificación Parcial del Plan Regulador Comunal de Valparaíso: El fin, ¿justifica los medios?

[OPINION] Modificación Parcial del Plan Regulador Comunal de Valparaíso: El fin, ¿justifica los medios?

03 Agosto 2018

En esta última modificación parcial, acudimos a un proceso en el que la participación ciudadana fue vetada para algunos y abierta para otros, los cuales con desvirtuado empoderamiento, legitimaron esta mala práctica.

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Por Paz Undurraga, arquitecta.

Se logró el fin: dar respuesta satisfactoria al acuerdo unánime del concejo municipal, liderado por los concejales ciudadanos Reyes y Morales, respecto de eliminar la posibilidad de construir torres, en sectores que eran regidos por el Plan Regulador Comunal de 1984, y que no habían sido sujeto de alguna de las 29 modificaciones parciales realizadas desde esa fecha, varias con el mismo fin de esta última; es decir, fijar alturas máximas a edificaciones en un sector y agregar parámetros de edificación.

Sin lugar a dudas es para alegrarse. La modificación parcial recién aprobada es parte de un largo proceso iniciado por diversos profesionales, habitantes, organizaciones ciudadanas, vecinales, gremiales y colectivos porteños desde hace más de 15 años con iniciativas como la campaña “Que nadie nos tape la vista” del año 2002. Inspirados en argumentos técnicos, evidencia comprobable y espíritu constructivo de aportar al bien común, logramos detener distintos proyectos nocivos para la ciudad, aprobar diversas normas, incorporar inmuebles y zonas de conservación histórica, entre otras iniciativas. El objetivo siempre ha sido potenciar las características de la ciudad y resguardar la calidad de vida de sus habitantes apuntando a un crecimiento e inversión urbana de escala más humana y sostenible, que resguarde, defienda y promueva los valores culturales (patrimonio cultural), los urbanos (paisaje y escala), económicos (comercio local) y sociales (sana convivencia entre grupos diversos), por nombrar solo algunos, que brindan identidad y bienestar a quienes vivimos en Valparaíso. Es larga la lista de mujeres que impulsamos, participamos y aportamos, protagonizando y liderando este proceso desde hace años, y de hombres intachables y probos como el recordado Pablo Andueza, entre muchos otros.

En vista de toda esa larga y enriquecedora construcción colectiva, es que se hace ineludible denunciar que lamentablemente, en esta última modificación parcial, acudimos a un proceso en el que la participación ciudadana fue vetada para algunos y abierta para otros, los cuales con desvirtuado empoderamiento, legitimaron esta mala práctica. El grupo de ciudadanos, al parecer convenientemente seleccionado y validado para opinar, pudieron participar directamente en la toma de decisionesy ellos empatizaron con la voz oficial. El otro grupo, también ciudadano, fue marginado por tener algunas opiniones diferentes, bajo el falso argumento que representaban intereses individuales y no colectivos.

Lo que imperó luego fue el vergonzoso surgimiento de distintas estrategias comunicacionales, inéditas en esta ciudad desde la dictadura, para tergiversar el sentido de opiniones que fuesen distintas o proviniesen de sectores ajenos al grupo seleccionado para opinar. Se recurrió a todo tipo de descalificación, injurias y calumnias, incluso cayendo en mentiras y entrega de información falsa. Se llegó al extremo de denostar personas por sus opiniones divergentes, sin mediar la más mínima evaluación técnica o respeto a la honra de las mismas.

Presenciamos una especie de desesperación ansiosa por desestimar y descalificar a priori otros aportes, surgidos del legítimo derecho ciudadano a observar contenidos y normas en etapa de aprobación del futuro instrumento y de participar de la vida pública y construcción de la ciudad en que vivimos. Esta situación llegó a tal extremo que varios de los que aportamos (sí, varios de nuestros aportes son hoy parte de la norma que acaba de aprobarse) fuimos atacados públicamente y con alevosía simplemente por el hecho de ser profesionales, pertenecer a un gremio, haber desarrollado proyectos, participado en estudios, trabajado en instituciones públicas o privadas, o cualquier otra trayectoria académica o laboral que ahora, sin ningún sustento, lógica o antecedentes serios, se quieren imputar casi como si fueran constitutivas de un delito para tratar de inhabilitarnos, automáticamente y sin derecho a réplica, de participar en este, y quizás en futuros procesos de planificación urbana.  

Hasta se pretendió, con todas esas artimañas, culpabilizarnos de un eventual fracaso del proceso, endosándonos impúdicamente demoras o atrasos producto de una gestión y programación del calendario de aprobación que llamativamente no consideró tiempos máximos de revisión, ni de subsanación de posibles observaciones.

Si bien comunicacionalmente se ha intentado presentar una situación distinta, el hecho concreto ha sido penosamente éste. Más aún, hasta la fecha no se ha podido acceder a constancias o evidencias concretas de los procesos amplios, abiertos y públicos de participación ciudadana que se han mencionado como sustento a las propuestas normativas en los territorios involucrados en la reciente modificación parcial. Esta es una incógnita que aún no ha sido respondida satisfactoriamente.

Sin caer en las mismas malas prácticas, es indispensable dejar públicamente este testimonio para apelar a un giro profundo en la forma de desarrollar estos procesos, fundamentales para la construcción colectiva de la ciudad. Sobre todo porque con un clima hostil se promueven mecanismos carentes de diálogos ciudadanos amplios, participativos, respetuosos y sobre todo constructivos, basados en aprendizajes de distinta índole y que enriquecen incuestionablemente los resultados.

Es de esperar que en los desafíos que vienen para contar con un PLADECO y Plan Regulador Comunal actualizados, se permita ejercer el derecho a participar a todos quienes quieran hacerlo, en un clima grato, receptivo, con un mínimo de respeto y civilidad, y sobre todo en igualdad de condiciones, de modo de tener una participación ciudadana efectiva, con la diversidad y profundidad que Valparaíso requiere.

Es de esperar que se convoquen a distintos actores a instancias de debate previo a la toma de decisiones, con metodologías adecuadas, que permitan llegar a etapas finales con propuestas consensuadas y respaldadas técnicamente y así evitar encontrarse a último momento con carencias tan sustantivas que arriesguen un resultado favorable y tensionen los desenlaces.

Es de esperar que se considere seriamente la experiencia en materias urbanas de los concejales surgidos de la movilización ciudadana, la cual claramente no data desde las primarias ciudadanas, sino que es, en gran medida, la que permitió poner estos desafíos en la agenda de la administración local actual. Es de esperar que sean oportunamente incorporados y sus aportes dejen de ser ignorados y tergiversados, pues ellos además representan a un grupo no menor de ciudadanos. Es de esperar que se promuevan espacios para que el concejo municipal logre ejercer su principal función, la de fiscalizar la gestión municipal y así garantizar procesos inclusivos y resultados óptimos.

Es de esperar se dé un giro sustancial, pues el fin, no justifica los medios.