Opinión: Reciclaje consciente

Opinión: Reciclaje consciente

17 Mayo 2014

Reciclar papeles y cartones ahorra un 62% de energía y un 86% de agua mientras que una tonelada de papel reciclado, evita cortar catorce árboles, disminuyendo además la contaminación ya que no utiliza sustancias químicas.

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Por: Eduardo Ordoñez, gerente de desarrollo de ACCIÓN RSE

Las bondades del reciclaje son múltiples. Para enumerar algunas, podemos decir por ejemplo que hoy en Chile, mueve una industria que genera sobre los USD400 millones anuales; reduce el impacto ambiental sobre los recursos que aunque actualmente no están sobreexplotados, en algún momento estarán en riesgo de serlo y por tanto, gestionar su explotación es una decisión estratégica; reduce el consumo energético por procesos de fabricación y el impacto ambiental de dicha generación energética con los consecuentes impactos territoriales que esto conlleva.

Reciclar papeles y cartones ahorra un 62% de energía y un 86% de agua mientras que una tonelada de papel reciclado, evita cortar catorce árboles, disminuyendo además la contaminación ya que no utiliza sustancias químicas. El reciclaje de vidrio disminuye en 20% la contaminación del aire y en un 50% la contaminación atmosférica. Reciclando aluminio usamos un 92% menos energía y bajamos la contaminación atmosférica en un 95%. Al reciclar plástico, ahorramos petróleo y energía, y por ende disminuye considerablemente la contaminación ante la ausencia de productos químicos.

Conocidas estas cifras, cabe preguntarte entonces por qué si en Chile generamos aproximadamente 17 millones de toneladas de residuos al año [1], tenemos tasas de reciclaje de un 14%, incluyendo el reciclaje informal?. De hecho, cada uno de nosotros, bota aproximadamente 1 kilo de residuos diario, los cuales se componen en un 60% de residuos orgánicos y un 30% de reciclables.

En este sentido es necesario mencionar que el reciclaje debe ser abordado desde la dualidad que lo compone: productor y consumidor. Desde esta última, las prácticas del ciudadano han ido mejorando a través de la disposición en puntos verdes. Si bien hay medidas -aún incipientes- respecto a los accesos de estos puntos de reciclaje con iniciativas municipales y privadas, las tasas siguen siendo pobres y seguimos estando faltos de una mirada estratégica que aborde la problemática desde el incentivo y la oportunidad de incorporar el reciclaje a los hábitos cívicos como una forma de abordar nuestro consumo.

La otra dimensión que debemos considerar es la del productor, en la lógica de hacer más eficiente los procesos, aminorando impactos en los recursos por un lado y haciéndose cargo de los residuos que generan sus productos en el otro extremo de su cadena de valor.

En este sentido, es fundamental mencionar el proyecto de ley que se encuentra en trámite constitucional desde septiembre de 2013 sobre la Responsabilidad Extendida del Productor,que hará que fabricantes e importadores se hagan cargo de sus productos una vez terminada su vida útil, incluyendo además el costo que se genere por el manejo de éstos al momento de convertirse en residuos.

Sin embargo, más importante que el estar preparados para el reglamento respectivo, que seguramente será un proceso lento que pasará por diversas etapas para alcanzar niveles que marquen una diferencia, es necesario incorporar a la consciencia colectiva de productores y consumidores que los beneficios y oportunidades que genera la acción de reciclar es básica para asegurar la sostenibilidad de los países, tal como lo demuestra la experiencia europea instaurada en los noventa, la que principalmente se basa en los incentivos tanto a consumidores y productores que hoy arroja cifras muy positivas al respecto.


[1] Sin incluir los residuos mineros. Ministerio del Medio Ambiente, 2011. Informe Estado del Medio Ambiente.