Reconstrucción, la nueva gran promesa

Reconstrucción, la nueva gran promesa

23 Octubre 2014

Una reconstrucción basada en la discusión sin trincheras, podría revertir la miopía del viejo Plan Maestro ingenieril, de la planificación urbana centralizada y del clientelismo electoral de baranditas.

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Por Gonzalo Undurraga

El incendio de Abril pasado en Valparaíso produjo un desenfoque en la discusión de ciudad, enfrascada hasta entonces en la pertinencia o no de construir un mall y un murallón de contenedores en su borde mar. Una buena pateadura de tablero, ya que el plan de expansión EPV se discute hace 15 años y solo ha contribuido a elevar al máximo los niveles de incertidumbre y desconfianza, frenando iniciativas públicas y privadas para la ciudad. Ahí está el deterioro del Barrio Puerto, el Almendral y la crisis endémica del Municipio, que no cuenta con proyectos para una reactivación potente de la economía local. Más allá de las mitigaciones presentadas ante el SEIA, el resultado no será coherente con las nuevas necesidades de una ciudad que ha demostrado que no solo dejó de ser exclusivamente un puerto (SXX), sino que puede ser mucho más que una ciudad detrás de un puerto y esto es muy fácil de entender:

La declaratoria Patrimonio de la Humanidad reflotó y levantó otras vocaciones. La ciudad surge cada vez más como alternativa para vivir, además de su gran potencial como destino turístico, gracias a la puesta en valor de sus atributos, reconocidos desde siempre por sus habitantes. Esto va mucho más allá de la Zona UNESCO. Hoy, el gran valor del complejo tejido social y urbano ha trascendido objetivamente la mera condición arquitectónica o portuaria.

El carácter complejo y poli funcional de la ciudad ha superado por lejos al carácter mono productivo portuario, ya que finalmente el debate se ha logrado humanizar con la detección de un arraigo social en torno al rescate urbano post incendio. Esto le quita legitimidad a la alternativa que superpone lo portuario por sobre lo urbano. Insistir es apretar la tuerca de un hilo rodado y poner en jaque no solo la condición patrimonial de Valparaíso en el mundo, sino que su condición de Capital Metropolitana, al concentrar la actividad económica en un solo sector, cuya dinámica excluyente no sustentaría el incipiente repoblamiento post declaratoria.

Paradojalmente, el Plan de Reconstrucción lanzado por Bachelet no solo plantea mitigar los efectos del incendio, sino que pretende “hacerse cargo de problemas estructurales”, contando para esto con un Plan de Inversiones (y no un Plan Maestro) de US$510 MM, lo que invita a considerar seriamente esta promesa a las organizaciones ciudadanas que comparecieron en su ideación, a involucrarse en la definición y puesta en marcha del mismo. Una exaltación a lo participativo, que bien entendida y bien emprendida por quienes se sientan convocados, puede resultar interesante.

A diferencia del borde mar, se interviene la parte viva de la ciudad con una cartera de proyectos de pequeña escala integrados a soluciones de conectividad y vialidad, por medio de la articulación de múltiples iniciativas. Una rentabilidad social que depende de la regeneración de “tejidos adyacentes”, de la construcción de un relato y de una imagen asociada a intervenciones de calidad, revitalizando el territorio por capilaridad, fenómeno que ha dado probados resultados en ciudades como Medellín.

La clave está en las organizaciones que dejan de observar desde fuera, en el acceso de la masa crítica a una zona anteriormente desconocida, en establecer el diálogo con las comunidades que a su vez advierten nuevos horizontes en la ciudad que ahora los reconoce, simplemente porque se produce un traspaso de información desinteresado. Una convergencia de actores y focalización de acciones que parte de un acto de autodeterminación solidaria. Esta colaboración estratégica activa nuevos procesos, contamina positivamente la conciencia colectiva, generando no solo planes, si no obras. Pequeñas, inmediatas, tácticas, acciones cuyos resultados modifican el estado de ánimo.

Ideal político que siempre necesita de un gran problema – como lo fue el incendio – para generarse. Ha llegado el momento de construir un relato sustantivo desde la comunidad involucrada, porque su estado de ánimo ha cambiado. Así, habrá más probabilidades para una ejecución integrada y cabal de proyectos. Mientras el plan portuario cae por su propio peso, se está dando una lección para el nuevo y definitivo proceso de recuperación urbano social de Valparaíso.

La gestión pública, la coordinación de proyectos y el liderazgo colectivo, son tareas que los ciudadanos pueden asumir, al momento de establecer demandas de infraestructura pública, porque la propia acción en su persistencia produce cohesión cultural. De este modo, una reconstrucción basada en la discusión sin trincheras, podría revertir la miopía del viejo Plan Maestro ingenieril, de la planificación urbana centralizada y del clientelismo electoral de baranditas.