Ruta F-20 y ex campo de prisioneros y tortura: dos instalaciones de faenas en la comunidad de Puchuncaví

03 Marzo 2020

Ambos proyectos apuntan hacia el desarrollo pero ¿son mirados desde la misma perspectiva por la comunidad?

Javiera Carmona... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

En el territorio de Puchuncaví, conocido a nivel nacional como una de las zonas de sacrificio de la Región de Valparaíso, el verano comenzó con la ejecución de dos proyectos de infraestructura que revelan acciones orientadas al provecho de la comunidad.

La carretera de 27 kms que une las comunas de Nogales y Puchuncaví será transformada en un plazo de 3 a 4 años en una vía moderna de doble calzada que permite alta velocidad, tercera pista en las cuestas, atraviesos vehiculares desnivelados, pasos de ganado, iluminación, paisajismo y peaje. Se espera que la obra dote de mayor seguridad a los usuarios de la vía y disminuya los tiempos de viaje.

En enero de 2020 se inició la instalación de faena por la empresa Canopsa a cargo de las obras, al costado de la ruta a la altura del km 28, para acopio de materiales, maquinarias e instalación de containers destinados a las cuadrillas de trabajadores. La inversión de US$ 210 millones de dólares de la obra es financiada por la empresa OHL. El progreso que representan las carreteras de alta velocidad y su proceso de construcción ha sido cuestionado muchas veces por el impacto social, económico y ambiental sobre la población y el territorio.

A unos pocos kilómetros de distancia de la instalación de la faena de la nueva carretera, en la Ruta F-30, comenzó la primera etapa de la restauración del “Balnerario popular y campo de prisioneros Melinka-Puchuncaví” para fundar su museo de sitio, iniciativa de la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví, quienes se adjudicaron el proyecto de puesta en valor de este monumento histórico a financiar por el Estado en 70 millones de pesos a través del Fondo del Patrimonio Cultural del Ministerio de las Artes, Culturas y Patrimonio.

Durante el gobierno de la Unidad Popular se crearon 16 balnearios para el descanso y recreación de los trabajadores y sus familias entre Iquique y Duao, recintos que se convirtieron en centros de detención y tortura a partir del golpe de Estado cívico-militar. Entre 1974 y noviembre de 1976, el Balneario de Puchuncaví funcionó como campo de prisioneros administrado por la Armada y a cargo de la Secretaría Nacional de Detenidos, alcanzando 167 presos el último año de su funcionamiento. El balneario constaba de comedores y dos cabañas para los marinos, más 5 pabellones identificados con los colores amarillo, naranja, rosado, verde y celeste que contaban con 10 cabañas-celda cada uno para albergar 200 prisioneros en total. La cabaña-celda disponía de 2 camarotes, 2 camas, una mesa y una banca. En febrero de 2020 comenzó el desmontaje de la primera cabaña a rescatar.

La recuperación de los sitios de la memoria de la represión también implica un impacto social sobre la población y su entorno al abrir un debate público de un tema tabú en la historia oficial de la comunidad. La carretera nueva encarna la modernidad y el desarrollo e instala una discusión sobre las maneras en que este “progreso” impacta en la sociedad; la restauración de la infraestructura del campo de prisioneros es una obra producto de un debate local que apela al reconocimiento de unas memorias silenciadas.

Ambos proyectos apuntan hacia el desarrollo pero ¿son mirados desde la misma perspectiva por la comunidad?

Fotos: Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví

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