Valparaíso: Espacios Públicos en extinción

14 Mayo 2015

Valparaíso se queda sin espacios públicos y si no actuamos ahora, como vecinos o ciudadanos, después no valdrá la pena llorar. Necesitamos participación, autogestión, colaboración y por nuestra ciudad mucho amor, pues autoridades preocupadas no tenemos.

Alvaro Arriagad... >
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Valparaíso se ha transformado en las últimas décadas en la capital de muchas cosas. Ya sea para bien o para mal, han arribado al puerto innumerables denominaciones que de alguna u otra manera han desviado no sólo la atención y foco de quiénes vivimos en la ciudad, si no de todos quienes la amamos y la respetamos.

Es que en efecto el amor conlleva respeto y todos quienes profesamos nuestros más profundos sentimientos por esta ciudad debemos no sólo ser inalcanzables e inagotables en ellos, sino también velar porque autoridades y población flotante en general entiendan este vínculo Valparaíso/Porteño como indisoluble y dependiente.

Ya he hablado en anteriores columnas de la compleja situación en la que se encuentra nuestra ciudad no sólo en aspectos de habitabilidad, sino también respecto de su administración institucional y estructural.

Valparaíso es una ciudad compleja en aspectos arquitectónicos, demográficos y geográficos, tanto así que a ratos pareciera inexplicable la distribución de la ciudad y como sus ciudadanos y ciudadanas se desenvuelven en ella.

Una de las complejidades a las que esta importante concentración urbana está afecta es al crecimiento de la población versus la infraestructura que la cobija. Las calles se hacen cada vez más estrechas, así como también sus veredas. Las plazas escasean y en ellas los árboles más parecen heroicos monumentos a la resistencia contra una extinción a priori inevitable.

En Valparaíso quedan muy pocos espacios públicos y peor aún muy pocas personas que estén dispuestas a defenderlos.

Ya muchos conocen mi postura respecto a las pseudo autoridades comunales que nadie sabe bien para quien trabajan, el tema profundo es que estamos habitando las periferias sin intervenir los accesos vehiculares principales, estamos llenando de edificios sectores históricamente con otro tipo de residencias y no hacemos estudios sobre la capacidad de las cañerías y el uso del agua, lo que deriva comunmente en matrices rotas y cortes prolongados de agua, donde siempre pagan los platos rotos los vecinos. Para ser más claro y honesto, las inmobiliarias conectan sus moles de cemento a las mismas cañerías y nadie con dos dedos de frente ve que donde estuvieron conectadas quince propiedades no pueden conectarse ciento cincuenta. Nadie fiscaliza.

Pero tranquilos que en nuestros flamantes y nuevos condominios, especialmente dirigidos a todos quienes no son de Valparaíso, tendremos gimnasios, quinchos y piscinas. Pues créalo usted o no, a esto se están reduciendo funcionalmente los espacios públicos que los maravillosos y bienaventurados arquitectos de bienales están transformando esta ciudad.

Responsabilidad también hay en nuestros vecinos porque juntos hemos permitido que borrachos y descriteriados se apoderen de pasajes, escaleras y pequeñas calles a los pies de cerros que históricamente también han sido importantes elementos en la construcción de la vida de barrio y de comunidad en nuestra ciudad.

No podemos pretender que el verdadero patrimonio de nuestra ciudad, nuestra gente, se sienta sólo cómoda al entrar a su casa bajo siete llaves y groseras defensas en sus ventanas.

Al caminar por nuestro plan es fácil reconocer el conflicto que vive la ciudad al contemplar y cuantificar la cantidad de vendedores ambulantes en zonas saturadas, el municipio autoriza el uso de terrazas para el comercio poniendo un par de estructuras para nada armónicas con el entorno para llenar el suelo de colillas.

Debemos también demostrarles a todos quienes habitan temporalmente nuestra ciudad que Valparaíso no es sólo el rock n roll de una bohemia prostituída y mal cuidada, sino que también es un lugar donde los niños, ancianos, minusválidos y ciudadanos en general puedan transitar y disfrutar de esta hermosa ciudad. El municipio vende constantemente a esta ciudad enfocándola en el turismo, pero resulta que el turista debe lidiar con las mismas problemáticas, pocos espacios públicos, acceso periférico al mar, un par de miradores para la foto de la postal, un par de boutiques y un montón de pobreza y basura en las calles atestadas de esperanzas rotas y desidia.

¿Cuánto más podremos vender una ciudad en decadencia? Cuando se acaben los turistas nos quedaremos sin ingresos y sin espacios dónde caminar.

El boom de los vendedores ambulantes y de las ferias que se toman todo el barrio Almendral no parecieran tener control, rompe el corazón ver la Plaza O´Higgins en las condiciones actuales en que está.

Valparaíso se queda sin espacios públicos y si no actuamos ahora, como vecinos o ciudadanos, después no valdrá la pena llorar. Necesitamos participación, autogestión, colaboración y por nuestra ciudad mucho amor, pues autoridades preocupadas no tenemos.