Vandalismo y Desarrollo Urbano: Volver a Los Ochentas

09 Febrero 2020

El caso de Valparaíso, es emblemático. La intensidad de la violencia experimentada responde a la alta concentración de pobreza y el abandono de su plan. Este es un problema antiguo relacionado a la obsolescencia económica de esta ciudad. 

Marcelo Ruiz >
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Por Marcelo Ruiz Fernández

Arquitecto

La violencia que han experimentado las ciudades a partir de estallido social, coloca en riesgo la sustentabilidad del desarrollo urbano en el país y representa un serio retroceso. Veamos tres razones de ello. 

La primera razón apunta a la base económica de las ciudades. Por un lado, se han destruido locales de servicios y comercio. Por otro lado, los centros al estar sometidos a hechos de violencia, ven limitado su funcionamiento y venden menos. La vandalización funciona como un verdadero “Toque de Queda” que expulsa a la gente tempranamente a sus barrios. Producto que la actividad terciaria reside masivamente en las ciudades, la violencia urbana elimina empleos, con lo cual aumentará la informalidad. Adicionalmente, la precarización del espacio público y la destrucción de la infraestructura de transporte, dificultan el acceso a las áreas de trabajo. 

Una segunda razón apunta a la segregación y el medioambiente. Si la violencia continúa, los centros perderán actividad y población; y las áreas metropolitanas volverán a experimentar un proceso de expansión. Los servicios comerciales se alejarán de las áreas populares y responderán a la localización de los hogares de segmentos altos. A su vez las nuevas urbanizaciones serán cerradas, con énfasis en la seguridad. Esto profundizará los niveles de segregación urbana. Además aumentará el uso del automóvil ya que las residencias se alejarán de las zonas de empleo y el transporte público no podrá garantizar calidad ni seguridad.  

Una última razón está en la capacidad de respuesta del Estado de Chile.  La menor recaudación de impuestos, implicará la postergación de inversiones públicas relevantes y además costará más financiar proyectos públicos con calidad, con lo cual los proyectos tenderán a precarizarse. 

En definitiva volveremos a la ciudad de los ochentas: más violenta, con menos empleos formales, más segregada, más precarias, con inversiones urbanas de enfoque reduccionista y con un crecimiento más contaminante. Todo el esfuerzo realizado, para reutilizar los centros, mejorar el transporte público, llevar metro a la periferia y en definitiva tener ciudades más sustentables puede perderse. 

El caso de Valparaíso, es emblemático. La intensidad de la violencia experimentada responde a la alta concentración de pobreza y el abandono de su plan. Este es un problema antiguo relacionado a la obsolescencia económica de esta ciudad. En ello incide el proceso de desindustrialización, el crecimiento del resto de la conurbación y las transformaciones logísticas del Puerto. Será difícil levantarla. Ya sin siquiera actividad comercial en sus distritos céntricos, seguirá perdiendo población, y con ello, actividad económica. Esto es un golpe similar al gran de incendio del 2014. 

De todo esto se desprende que la clave para recuperar las ciudades y también Valparaíso, es la recuperación de la seguridad y el orden público. Los nuevos planes que se realicen de aquí hacia adelante, deben considerar esta incómoda condición.

 

Foto: Huawei / Agencia Uno