¿Vida nocturna o barrio residencial? La complicada convivencia en la Subida Ecuador de Valparaíso

¿Vida nocturna o barrio residencial? La complicada convivencia en la Subida Ecuador de Valparaíso

27 Febrero 2020

Perfilada con una forzada inclinación nocturna, en el transcurso de casi 30 años la Subida Ecuador fue deteriorando su aspecto y precarizando la calidad de vida de sus vecinos, afectando incluso a rutas aledañas como el maltratado pasaje Pirámide o la calle General Mackenna

Boris Kúleba >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

La convivencia entre vecinos y pubs de la Subida Ecuador ha sido paulatinamente compleja, a lo largo de un proceso que se inició cuando los locales nocturnos comenzaron a instalarse tímidamente en los años 90; que explotó a partir del año 2004 cuando el ahora obsoleto Plan Regulador Comunal estableció a la arteria como una de las tres áreas residenciales dentro de zonas de conservación histórica en donde se permitirían locales nocturnos y que se volvió insostenible cuando, a raíz de la nueva Ley de Tabaco, comenzaron a autorizarse la instalación de sillas y mesas para beber en la vía pública a partir del año 2015.

Perfilada como una estrecha avenida con una forzada inclinación nocturna, en el transcurso de casi 30 años la Subida Ecuador fue deteriorando su aspecto y precarizando la calidad de vida de sus vecinos, afectando incluso a rutas aledañas como el maltratado pasaje Pirámide o la calle General Mackenna. Ha pasado por diversos períodos de embates que reaparecen periódicamente como el hostigoso “macheteo” callejero, el extenso arreglo de la plazuela (cuyas obras llevan años sin haber sido recepcionadas), la hostil invasión de punkies, las balaceras, los asaltos, alguno que otro asesinato, y ahora último, las rutinarias barricadas, la destrucción del mobiliario público y la intoxicación con gases lacrimógenos policiales. 

Actualmente existen 48 patentes de alcohol en los casi 300 metros de la “zona de sacrificio”, designada por el Plan Regulador, y solo en los 40 metros que mide la plazuela Ecuador hay cuatro botillerías. Absolutamente todas las escaleras dentro del tramo autorizado para la instalación de pubs fueron cerradas con rejas para evitar la continua invasión de visitantes que bebían, festejaban y vaciaban sus vejigas, intestinos y estómagos en ellas.

Si antes las molestias las vivían los residentes de los departamentos que comparten edificio con los pubs, con la ocupación de las veredas (2015) la situación se expandió a los transeúntes, los conductores y los vecinos de las quebradas y los cerros aledaños. Ya no solo se trataba de gritos, riñas y música en los locales, sino que ahora habían estridentes parlantes en plena calle y el espacio de circulación peatonal en ocasiones era completamente ocupado por los clientes de los pubs.

Había que “pedir permiso” para circular en medio de sillas y carteles, mientras los locales estaban completamente vacíos en su interior en una vía que es el acceso obligado a los lugares de residencia de miles de familias. A la vez, algunos locales funcionaban de manera irregular: no contaban con las patentes de alcohol exigidas, sus instalaciones eléctricas llevaban hasta décadas sin ser fiscalizadas, ocupaban un espacio público mucho mayor al autorizado por sus terrazas y llevaban años sin pagar derechos de publicidad. La situación derivó en una lógica animadversión entre residentes y locatarios nocturnos llena de malentendidos. Además, los incendios consecutivos por fallas eléctricas, que en el verano del 2018 destruyeron edificios en Avenida Errázuriz y Bellavista, en donde funcionaban locales nocturnos, hicieron temer un desenlace mucho más trágico en la residencial Subida Ecuador ante la falta de fiscalizaciones. Entonces, la comunidad exigió orden.

Durante el año 2018, la agrupación de directivas de las juntas de vecinos que confluyen en Subida Ecuador, de la cual soy parte (la objetividad del texto de ahora en adelante puede ser puesta en cuestionamiento con justa razón), y el nuevo Gremio de Locatarios Nocturnos de Subida Ecuador, se convirtieron en los interlocutores que lograron llegar a un diálogo que contó con un pequeño equipo municipal como intermediario.

Dicho equipo logró conciliar las posturas divergentes y que, tras innumerables jornadas, se llegara a ciertos consensos que permitieron que vecinos, locatarios y Municipio firmaran el 22 de enero del año 2019 un Acuerdo para mejorar la convivencia y la imagen del lugar. Se habían acabado las fricciones y representantes de cada grupo se comprometieron a cumplir con quince objetivos dentro del primer semestre de ese año, relacionados principalmente con reducir el ruido que generaban, permitir la circulación peatonal reduciendo el tamaño de sus “terrazas” y mejorar el deplorable aspecto del lugar, unificando los diseños de frontis y terrazas. 

Hasta agosto del 2019, solo dos de los quince acuerdos se habían cumplido, y ambos de manera obligada, tras la acción de las autoridades que demarcaron la calle (para reducir las terrazas) o multaron a los locales (para sacar los parlantes de las calles). Ante la insistencia de vecinos por cumplir con los plazos acordados, las continuas prórrogas de parte del gremio de locatarios y la exasperante pasividad de parte de las autoridades municipales, que parecían contradecir al mismo equipo que designaron, el diálogo entre vecinos y locatarios se hizo cada vez más tenso y se suspendió definitivamente cuando, tras la negativa para autorizar una nueva patente de alcohol, dirigentes de dos juntas vecinales fueron hostigados y uno de ellos amenazado por el dueño del más conflictivo de todos los locales: la Cervecería Liverpool.

El estallido social y las nuevas prioridades que la contingencia dispuso, producto de los continuos desmanes en Subida Ecuador, diluyó el cumplimiento de los acuerdos, frivolizó la aparición en la prensa de los representantes del gremio y acentuó los conflictos de los vecinos con los locatarios más agresivos. Paralelamente, el inicio de un año electoral significó el reemplazo de funcionarios territoriales de la municipalidad por operadores dispuestos a realizar campañas políticas, lo que significó la desarticulación del equipo municipal que había logrado el diálogo, la firma de los acuerdos e, incluso, había conseguido utilizar este proceso como insumo para la elaboración de una nueva Ordenanza de Sillas y Mesas (la actual es de 1977 y NINGUNA terraza de los pubs de Ecuador la estaba cumpliendo). 

La patente de alcohol solicitada, que derivó en la amenaza del dueño del Liverpool hacia un dirigente y el posterior quiebre entre vecinos y pubs, era para abrir una nueva pizzería, con el mismo nombre, que ya lleva varios meses funcionando con una patente falsificada y sin autorización para instalar terrazas, y que tras los continuos, sucesivos y violentos incidentes entre el dueño con otros locatarios, e incluso con vecinos, significó una serie de denuncias que derivaron en una fiscalización con citación y orden de clausura en trámite para su nueva pizzería, la cual sigue funcionando impunemente ante la incredulidad de sus colegas y sus vecinos. 

No basta con crear nuevas ordenanzas más estrictas que las existentes, si de todos modos nadie velará por que se cumplan. Y si, por algún motivo (generalmente la presión de la comunidad), se ejecuta alguna fiscalización que concluya en una sanción, tampoco basta con eso, si nadie comprobará que la sanción efectivamente se lleve a cabo. En el caso del Liverpool, la denuncia de vecinos logró que, tras dos años, la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) multara en el año 2018 al local con 9 U.T.A. (más de cinco millones de pesos) por incumplir las normas de emisión de ruidos. Sin embargo, hasta el día de hoy esta multa figura como “pendiente de pago”, quedando solo un año para que prescriba.

Esta actitud individual de desprecio hacia la convivencia, sumada a las constantes descalificaciones en la prensa hacia los vecinos, por parte del histriónico presidente del Gremio de Locatarios, ha generado nuevos roces que antes no existían y que se suman a los ya existentes, amenazando con volver a los lamentables tiempos de confrontación entre vecinos y locatarios. La crisis producto del estallido, que actualmente tiene a esta arteria convertida en una mezcla de campo de batalla y cámara de gases, ha empeorado los ánimos y ha aumentado la frustración en los residentes, temiendo que tal como las incivilidades anteriores, junto al macheteo, las riñas, la estridencia y la violencia, también se asuman las barricadas espontáneas y los gaseos descontrolados como un elemento habitual más que continuará precarizando durante los próximos años a la maltratada Subida Ecuador.