Violación, furia y letras del bohemio Barrio Puerto de Valparaíso

Violación, furia y letras del bohemio Barrio Puerto de Valparaíso

04 Mayo 2020

¿Es el Barrio Puerto de Valparaíso un paraíso para los hombres y un infierno para todo el resto que no lo es? ¿La violencia de género es parte del atractivo turístico de este lugar? ¿La resistencia de género es la que aportará al barrio de la bohemia porteña una identidad transformada?

Javiera Carmona... >
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Por Javiera Carmona Jiménez

Ahora que el turismo en Valparaíso ya ha muerto con la cuarentena por el coronavirus luego de agonizar desde la revuelta social de octubre de 2019 cabe repasar qué es lo que la ciudad y sus habitantes ofrecíamos a los visitantes. Por ejemplo, el Barrio Puerto y su emblemática Plaza Echaurren aparecen en las guías turísticas como el corazón nostálgico de la bohemia porteña de las décadas de 1950 y 1960. Era el espacio de la fiesta constante protagonizada por cantantes –como el recordado Jorge Farías- y conjuntos musicales que interpretaban tangos, boleros y cuecas, animando las noches y amaneceres de los marinos mercantes y sus parejas ocasionales en bares, tabernas y restaurantes del área que va desde las plazas Sotomayor a la Wheelwright (para muchos Plaza de la Aduana). Para muchos retratistas de Valparaíso, este mundo bohemio es en sí mismo un acto de resistencia cultural ante el modelo neoliberal y sus consecuencias deshumanizantes en tanto estas “tradiciones porteñas” son un modo de ser propio de la cultura popular que se resiste a desaparecer en este barrio. 

La mirada romántica sobre este vecindario honra un pasado viril, masculino, de hombres que comen, se emborrachan y divierten en un escenario de marginalidad y miseria en el que las pocas mujeres visibles en esta memoria de la parranda son prostitutas y cabronas. El escritor Manuel Rojas (1896-1973) se refería a la calle Clave -que flanquea la Plaza Echaurren- como “la feria de la prostitución porteña”, revelación que también compartió el poeta Carlos Pezoa Véliz (1879-1908). Cuando la mujer popular está fuera de los límites de la prostitución, el alcoholismo y la delincuencia, la imagen que realzan las semblanzas pintorescas y la literatura se centra en su participación en el trabajo, su rol de madre proletaria y su compañerismo con el obrero aunque sea lastimada, como lo hizo Baldomero Lillo (1867-1923) o Nicomedes Guzmán (1914-1964) quienes apostaron a la reivindicación política del pueblo a través de sus novelas. “La mujer es una fuente de inagotables modelizaciones imaginarias negativas cuya presencia se observa transversalmente en el arte, la literatura, la filosofía y la cultura en general”, destaca Ana María Cristi, filósofa, crítica literaria especialista en la obra de Nicomedes Guzmán y vecina porteña. Ana María Cristi no deja de advertir que finalmente la imagen de la mujer popular (en la versión delictiva, luchadora y maltratada) es construida por el hombre.

En la Plaza Echaurren habitan, circulan, trabajan y colaboran muchas y variadas mujeres, pero también disidencias sexuales múltiples (transexual, transgénero, travesti, intersexual, andrógino, homosexual, lesbiana, etc). Por ejemplo, el elenco de Mara Taylor formado por artistas travesti que llegan a la plaza con sus carritos de supermercado portando sus trajes para vestirse al aire libre al ritmo de la música del equipo conectado a un generador eléctrico mientras se aglomeran los transeúntes curiosos que terminan como público cautivo del espectáculo de fin de semana. Mara Taylor abre el show de bailes con lentejuelas y plumas mientras cantan los clásicos de la mexicana “Paquita la del Barrio” en los que insulta y reprueba a los hombres, melodías que alternan con las bromas sobre la propia condición travesti. Mara Taylor cierra el espectáculo en la Plaza Echaurren pidiendo “un aplauso por las últimas que van quedando, por este ballet pobre”, mientras las estrellas desfilan despidiéndose: Tamara Miller, Thalía, Ashley Johnson, Keyla Fernanduá, Lupita Ferrer o Jessenia Star. El show recrea y divierte a la gente que deambula por el vecindario y que la gala ya forma parte de su cotidiano, pero esa cercanía no elimina la violencia transfóbica como la que una noche sufrió Lilith Herrera, escritora y activista trans, golpeada por un hombre que le gritaba “maraco conchetumadre” no muy lejos de allí.

Lilith Herrera es profesora de castellano y denuncia en su obra poética “la problemática más oculta de la lucha travesti, la violencia provocada por lxs mismxs que lxs desean”. En ocasiones declama sus poemas en la Plaza Echaurren ante un público atento y respetuoso que asiste a las actividades organizadas por la Biblioteca Popular Jorge Farías, de la que Lilith también participa. Las jornadas de recitado, cuenta cuentos y lectura a viva voz se realizan frente al colorido cubículo de madera ubicado en la Plaza Echaurren que alberga a la pequeña biblioteca. Allí hombres y mujeres de avanzada edad, muchos de ellos analfabetos, que viven hacinados o en la mendicidad, comparten una taza de té, juegan damas, ajedrez y revisan libros y revistas acompañados por las bibliotecarias, escritoras y gestoras culturales. "La Biblioteca Popular Jorge Farías es como un “oasis de lectura” que desde junio de 2019 les aporta a los habitantes hombres y mujeres más precarizadas del Barrio Puerto condiciones y elementos para mantener sus mentes activas y además entregarles información básica de utilidad y esparcimiento, es la declaración de principios de esta organización que pertenece a la Red de Bibliotecas Populares de Valparaíso"

Las usuarias y usuarios de la Biblioteca en el mejor de los casos tienen pensiones solidarias mínimas, cuando la mayoría carece de ingresos, no recibe ninguna ayuda social y literalmente vive en la calle, como es el caso de Roxana Elmes, de 48 años. Ella acude regularmente a la Biblioteca y con les vecines del Barrio Puerto colaboró en las ollas comunes y actividades de la revuelta popular de octubre de 2019. La prensa local (impresa y digital) se encargó de difundir su figura a fines de marzo del 2020 describiéndola como una mujer de la Plaza Echaurren que padecía de un cuadro psicótico, además de alcoholismo y drogadicción, para luego informar que fue objeto de secuestro, violación reiterada y tortura por 4 días en el sótano de una mueblería en la Plaza Echaurren. La prensa no contó que el victimario fue retenido por les vecines que respondieron al llamado de auxilio de Roxana y Carabineros lo dejó libre, desechando la denuncia, sin dar aviso a la Fiscalía ni a la brigada de delitos sexuales, mientras Roxana era internada grave en el Hospital Carlos Van Buren.

Para la Biblioteca Popular Jorge Farías fue evidente que el cuerpo de Roxana, como el de las mujeres pobres del Barrio Puerto, pasó a ocupar un lugar “de segunda y tercera categoría; una doble y triple discriminación por ser mujer, pobre, que vive en la calle”. Esa noche de cuarentena y toque de queda del 2 de abril de 2020 fue la primera manifestación de mujeres y disidencias reclamando justicia para Roxana, exigiendo el cese de las violaciones, toda violencia de género en el Barrio Puerto y en la prensa de Valparaíso. La protesta se prolongó por cuatro días en los que fue incendiada la mueblería del crimen, hubo funas, cortes de calle y velatones reprimidas violentamente por los Carabineros. La Asociación de Abogadas Feministas (Abofem) sigue de cerca el caso y declararon que “la violencia ejercida por hombres hacia las mujeres constituye una dinámica constante en nuestra sociedad, subyugando a las mujeres bajo los patrones patriarcales de violencia, lo que genera una situación persistente de desigualdad”. La culpa no era de ella, ni dónde estaba, ni lo pobre que era...

¿Es el Barrio Puerto de Valparaíso un paraíso para los hombres y un infierno para todo el resto que no lo es? ¿La violencia de género es parte del atractivo turístico de este lugar? ¿La resistencia de género es la que ya está aportando al barrio de la bohemia porteña una identidad transformada?

Fotos de la Biblioteca Jorge Farías.

Video acto y velatón no más violaciones y justicia para Roxana Elmes

Video protesta de mujeres en Barrio Puerto