a_uno_1164534.jpg [9]

Camila Rojas Valderrama, diputada feminista 5ta Costa (Valparaíso, Viña del Mar)

Francisca Castillo, Frente Feminista, Partido Comunes 5ta Región

Qué duda cabe. Las mujeres hemos dado un paso al frente y, desde las calles de todo Chile ¡y del mundo!, estamos al centro de la escena política. Fuimos millones articulando el gran coro que somos, tejiendo desde nuestra diversidad un nuevo mundo, una nueva forma de relacionarnos. Fuimos cientos de miles también en el litoral. Marchamos en Valparaíso, en Viña, en San Antonio.

El movimiento de mujeres ha comenzado la tarea de transformar este mundo y nuestras propias vidas enfrentando la violencia que nos tiene como predilectas. Comenzamos luchando contra los femicidios, crímenes de odio que nos afectan por el sólo hecho de ser mujeres, propiedad de los hombres, dependientes, subordinadas y precarizadas en esta historia que ha sido escrita por hombres y que solo ha sostenido esta realidad para muchas de nosotras.

Pero sabemos que los femicidios son la punta del iceberg. El entramado de la violencia es mucho más complejo y abarca todos los ámbitos de nuestras vidas. Está presente en la casa, en la cama, en el trabajo, en el racismo, en las instituciones y en la dependencia económica. Una continuidad de violencia, violencia de carácter estructural como nos señalan las feministas. 

Para revertir la situación necesitamos ir a la raíz de estos problemas. Por ejemplo, ¿cómo prevenimos la violencia sexual hacia las mujeres, las niñas y los niños? Es necesario incorporar estos problemas al proceso educativo. 

Como recordaban diversas organizaciones sociales en una reciente carta, UNESCO constata que Chile es el único país de América del Sur sin planes ni programas obligatorios y comunes de Educación Sexual en Colegios. Los datos de la Superintendencia de Educación, describen, a su vez, que de los 2 mil 192 casos de comportamiento de connotación sexual hacia menores de edad en establecimientos educativos registrados entre 2014 y 2019, mil 112 corresponden a violaciones, abuso sexual, estupro y corrupción de menores. Nuestra región de Valparaíso cuenta con el triste récord de ser la segunda, después de la Metropolitana, con más casos. La educación en sexualidad y afectividad es una verdadera urgencia social.

A través de la interpelación que realizamos el 3 de marzo a la titular del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género pudimos también establecer las graves violaciones a los derechos humanos que se han perpetrado contra las mujeres detenidas por Carabineros, que han sido sometidas a abusos y violencia sexual desde el 18 de Octubre.

También se pudo concluir en diálogo con la ministra Isabel Plá, la total intrascendencia, omisión y vaciamiento político de este ministerio que debiera estar agotando todos los recursos posibles en impedir que se siga produciendo este tipo de violencia practicada sistemáticamente por las policías.

El abanico es diverso y abarca todas las instituciones, formales e informales. Todas deben ser miradas desde la perspectiva de la violencia que se ejerce contra nosotras. Esta idea, las feministas la resumimos como que no hay espacio que no debamos disputar, nada hasta ahora nos ha sido “regalado”.

Puesto en términos de los debates actuales, hay un poder constituyente en el movimiento de mujeres. Con movilización, porfía e inteligencia pudimos lograr la paridad en la elección del las y los futuros representantes. Pero tenemos que ir mucho más allá, pasar del Apruebo, al contenido de una Nueva Constitución y cuestionar nuestro rol en el modelo de desarrollo nacional y regional.

Mal que mal, somos parte constituyente de la esperanza de un futuro mejor.

Foto: Huawei / Agencia Uno