Política y Naturaleza: ¿Por qué ciertos Estados progresan, y otros van de crisis en crisis?

07 Septiembre 2009
La política es la respuesta. Ha vuelto en “Gloria y majestad”, luego de un período de insólito tecnocratismo en que se pensaba que los instintos primarios eran más eficaces que la razón. Por Jorge Navarrete Bustamante
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La política es la respuesta. Ésta ha vuelto en “Gloria y majestad”, luego de un período de insólito tecnocrátismo en que se pensaba que los instintos primarios eran más eficaces que la razón misma. Los porfiados hechos trizaron el encantamiento del mercado autorregulado y la mirada vuelve hacia la filosofía política en busca del buen gobierno.
¿Cuál es el orígen de las fuerzas destructoras del ser humano que llevan a veces a mirar a su propio hermano como enemigo? ¿No han sido ya suficiente las guerras económicas, religiosas, el holocausto, Hiroshima, el Gulag, el apartheid, la desaparición de los opositores?
¿Cuál es el orígen de tanta agresividad que neutraliza la razón y define en forma maniquea la política como la confrontación entre amigos y enemigos?
Ya en el siglo V antes de nuestra era, los clásicos griegos plantearon que en política, lo primero es conocer la naturaleza humana. Así lo hizo Platón en su obra “ La República”, y luego, el “filósofo de filósofos”, Aristóteles, en su obra intitulada “Política”.
Casi 2.500 años después, Freud, advertía de la analogía entre el proceso de madurez individual y el desarrollo de la colectividad: el destino humano se resuelve en la capacidad de controlar el instinto de agresión y autodestrucción (Tánatos)
Así, al decir del psicoanalista austriaco, frecuentemente habrá tensión entre la protección que brinda el Estado, por una parte, y las restricciones a la satisfacción de los impulsos básicos que genera felicidad, por otra.
Lo complejo es que no pocos piensan que el Estado ha dejado de brindar amparo, y que el sacrificio de la libertad en pos de la productividad ha aumentado los riesgos y la incertidumbre.
Ante tal problema, la política debe simultánemente dar confianza y ampliar las libertades.
Sí, la política volvió para quedarse, pero tiene menos herramientas para conducir los procesos económicos, sociales y culturales: flujos financieros, internet, cambio climático, crisis energética.
La sociedad civil se ha fortalecido, pero no se han diseñado nuevos mecanismos de gobierno. Ni el Estado, ni el mercado, tampoco el “tercer sector”, pueden por separado determinar el curso de la globalización que, abandonada al “laisse fair”, provoca crisis económicas y comportamientos destructivos de la naturaleza. La pura razón puede paralizar. La sola voluntad puede llevarnos al vacío.
La política verdadera se nutre de ideas y se desenvuelve en lo contingente; busca superar las injusticias de un orden involuntario que aparece como natural. Nace de la crítica al presente, y se nutre de la hipótesis de un futuro mejor. Es lo contrario de la resignación. . No vive de ilusiones. Vive de la concreta esperanza activa y de la voluntad de revertir las carencias. Por eso a la hora de tomar decisones políticas, es tan vital conocer mejor la naturaleza humana.