Los Radicales

Los Radicales

28 Enero 2010
Los radicales estuvieron en los últimos días como la gran atracción política, porque sus diputados llegaron a un acuerdo con el PRI, la UDI y RN repartiéndose los puestos por los próximos 4 años. Por Germán Gamonal
Germán Gamonal >
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Los radicales estuvieron en los últimos días como la gran atracción política porque sus diputados llegaron a un acuerdo con el PRI, la UDI y RN para dar “gobernabilidad a la cámara” repartiéndose los puestos en la testera por los próximos cuatro años a contar del 11 de marzo.
Quizá se podría señalar que el gran sismo político de los últimos tiempos se produjo el 17 de enero pasado al ganar la Presidencia un personero de la derecha y la primera réplica a ese movimiento se produjo el jueves 21 al darse a conocer el acuerdo al que el vespertino La Segunda calificó como “terremoto en la Concertación”.
La prensa informó ampliamente del episodio en que el centro noticioso fue el acuerdo de los diputados radicales que al pactar –como se pensó en ese momento– marginaban de todo cargo a sus socios de la Concertación, asumiendo los puestos en la testera, personeros del propio Partido Radical, más diputados de la derecha entrando a presidir la Corporación el próximo 11 de marzo la diputada Alejandra Sepúlveda militante del PRI, quien pertenecía a la Democracia Cristiana y se marginó junto a otros cuatro congresales solidarizando con el expulsado senador Adolfo Zaldívar.
Al informarse del “acuerdo” hubo reacciones muy duras en la Concertación y sorpresa en el Partido Radical. Verdaderos cerebros por el PR fueron el jefe de la bancada Marcos Espinoza y el presidente interino Fernando Meza, pero tuvieron el respaldo de la mayoría de la bancada de diputados del PR.
En la conferencia de prensa estuvieron 4 diputados del radicalismo y apareció también Alberto Robles, quien dijo en el mismo lugar, que no participaba de ese acuerdo y congelaría su militancia. Por su parte, Fernando Meza defendió lo actuado y recordó que la Concertación eligió presidentes del Senado a Jovino Novoa de la UDI y a Rodrigo Álvarez del mismo partido en la Cámara, mientras Ricardo Núñez asumió la vicepresidencia de la cámara alta.
“Cuando son los partidos mayoritarios los que llegan a un acuerdo, nadie dice nada; cuando lo hacemos los partidos menores se arma una escandalera.”
Aclaró que él no había firmado el documento, lo que es efectivo, porque sólo aparecen las firmas de los jefes de bancada. De todas maneras, considerando el conflicto que se produjo, Meza renunció a la presidencia interina de su partido.
A esa misma hora hubo reacciones de algunos diputados. Pablo Lorenzini de la DC dijo: “Exigimos a la presidenta Bachelet, que antes del almuerzo deben estar destituidos los dos ministros del Partido Radical”, en alusión a Carlos Maldonado, Ministro de Justicia y Santiago González Larraín, Ministro de Minería.
El acuerdo de los diputados quedó esa misma tarde sin efecto al reunirse en forma extraordinaria el Consejo Ejecutivo Nacional, el CEN, que lo desautorizó.
Al mismo tiempo el CEN, aceptó la renuncia a la presidencia interina del diputado Meza y procedió a tratar la anterior renuncia del senador José Antonio Gómez procediendo a rechazarla. Por lo tanto, asumió otra vez la jefatura del PR el senador por la Segunda Región.
Quiénes son los radicales
Hoy se mira a los radicales con cierto desdén, por ser el partido minoritario de la Concertación y, a pesar de su votación muy disminuida nunca ha dejado de tener un puñado de diputados y uno a tres senadores, en ocasiones ayudados por el antiguo Art.45 de la Constitución que trataba de los senadores designados o también por la Ley electoral.
Enrique Silva Cimma, que fue Canciller de Patricio Aylwin, y Augusto Parra, que ocupó el cargo de Rector de la Universidad de Concepción, fueron designados como senadores institucionales por el presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle. Ambos son radicales.
Además por imperio de la ley asumió un escaño de senador hace poco más de cuatro años el abogado Guillermo Vásquez en la vacante que dejó el democratacristiano Jorge Lavandero.
Los radicales surgieron a la vida política en la segunda mitad del siglo 19. Ricos mineros del norte del país fundaron ese partido que se transformó desde sus inicios en una colectividad democrática y laica, que destacó por su lucha por un sistema electoral democrático.
Los radicales al organizarse gobernaba la ultra derecha de conservadores o pelucones y los liberales o pipiolos. Por ser defensores de la libertad, la igualdad y mantener posturas críticas a la Iglesia Católica, desde sus inicios fueron bienvenidos por la Venerable Orden Masónica.
Durante los últimos años del siglo 19 y los primeros del siglo 20 los radicales actuaron en el Congreso como defensores del proletariado y luego de la clase media. Ellos fueron el nervio y alma de la campaña presidencial de Arturo Alessandri Palma en el año 1920.
A la caída de ese gobierno, luego del “ruido de sables” de septiembre de 1924, los radicales protestaron contra el militarismo y por la forma como aquel gobierno de facto hizo aprobar por el Congreso la legislación social que había pregonado Alessandri, pero ahora incluía un proyecto de mejoramientos de sueldos en las fuerzas armadas. Esto ocurrió siendo Ministro del Interior el General Luis Altamirano, quien fue designado en ese cargo por el presidente Alessandri Palma.
Los congresales acudieron al parlamento para aprobar esos proyectos pendientes, pero un diputado radical protestó. Fue Pedro León Ugalde quien dijo: “Estamos legislando por temor a las bayonetas y por eso levanto mi voz de protesta”.
Pocos días después, el 11 de septiembre de 1924 Altamirano clausuró el Congreso Nacional.
Durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931) los radicales cometieron el mismo pecado que todos los partidos políticos, al integrar con agrado el llamado “Congreso Termal” producto de un resquicio.
El Presidente Ibáñez había sido elegido presidente en mayo de 1927 con el 98% de los votos, pero aclaremos que fue “candidato único”.
Para evitar las elecciones parlamentarias de 1930 el Ministro del Interior Enrique Bermúdez con amplio respaldo del Presidente recurrió a un resquicio legal. La ley decía que en aquellos lugares donde se presentaran tantos candidatos a congresales como cargos a elegir, se daban por electos a todos sin necesidad de elección.
La idea fue llegar a un acuerdo entre los jefes de los partidos políticos de la época para designar al Congreso Nacional, tanto diputados como senadores. Así se integró el llamado “Congreso Termal”, en que uno de los principales actores fue el jefe radical Juan Antonio Ríos Morales, autodesignado senador. Los nombres de los congresales fueron ratificados por el presidente Ibáñez, quien estaba veraneando en las termas de Chillán.
Todos los partidos sucumbieron a la tentación y acataron el extraño sistema. Un año y medio después cayó el gobierno de Ibáñez1.
Allí surgió con mucha fuerza el Partido Radical que levantó la candidatura presidencial del abogado Juan Esteban Montero que tuvo, extrañamente, el apoyo de la derecha de entonces, pero esencialmente del Partido Conservador, en esa época partido confesional y, por lo tanto, muy ligado a la Iglesia Católica. El adversario de Montero fue Arturo Alessandri Palma, que antes había tenido simpatías por los radicales y éstos por Alessandri.
Aquel año 1931 ganó Montero, pero vinieron tiempos tortuosos con serios problemas económicos derivados de la gran crisis que sacudió especialmente a los Estados Unidos. En Chile hubo cesantía creciente y mucho descontento contra el gobierno que recién asumía.
El 4 de junio de 1932 se produjo un levantamiento armado, pero no cruento contra Montero y se constituyó la “República Socialista de Chile” que designó una Junta cuyo motor fue Marmaduque Grove y principal integrante el abogado de ideas socialistas Eugenio Matte Hurtado. La Junta realizó una política popular, pero a los ocho días fue reemplazada por otra y luego dos más. Fue una época de anarquía, pero en octubre de 1932 hubo elecciones en que los radicales apoyaron a Arturo Alessandri Palma, quien triunfó sobre los dos candidatos de la derecha y contra Grove, que logró alta votación a pesar de vivir exiliado en su propio país, pero lejos de Santiago, en Isla de Pascua.
En las parlamentarias de ese mismo año el Partido Radical se transformó en el más importante del país, tanto por su votación como por el número de diputados:
Elección de diputados: 1932

Hubo representantes de diversos partidos menores que posteriormente se unificaron variando el cuadro anterior.
(Los partidos políticos chilenos, Germán Urzúa, Ed. Jurídica, 1968)
También es interesante consignar el resultado de las elecciones presidenciales con el abrumador triunfo de Arturo Alessandri cuyo soporte fue el Partido Radical:
Elecciones Presidenciales: 1932

Alessandri más que duplicó a todos sus adversarios, pero la victoria no fue de la derecha, la que sin embargo, fue llamada a cargos ministeriales relevantes: Gustavo Ross Santa María, Eduardo Cruz Coke, etc.
Como los radicales tuvieron mucha influencia en el gobierno no fue sorpresa la importancia que adquirió la clase media, aunque se hizo grande, poderosa en los gobiernos que sucedieron al de Alessandri. Este gobernó con facultades extraordinarias y con el respaldo de la Milicia Republicana, cuerpo armado para enfrentar el militarismo.
La Era Radical
Se denomina así en el léxico político-periodístico los años en que el eje del gobierno fue el Partido Radical que logró elegir tres presidentes: Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos Morales y Gabriel González Videla. Este último triunfó debido a lo que Julio Subercaseux Barros, político conservador llamó “el error histórico de la derecha” al fracasar una Convención para elegir un candidato único que derivó en las postulaciones de Eduardo Cruz Coke del Partido Conservador y Fernando Alessandri Rodríguez del Partido Liberal.
La lucha entre el candidato radical Pedro Aguirre Cerda y el derechista Gustavo Ross Santa María fue violentísima, especialmente luego del retiro de la postulación de Carlos Ibáñez al ser acusado de un conato de motín de estudiantes universitarios del Partido Nacional Socialista –el Partido Nazi– que dejó más de 60 estudiantes muertos por fuerzas de Carabineros, cuando esos muchachos se habían rendido (5 de septiembre de 1938).
Fue un hecho doloroso y jefes del Partido Nazi fueron encarcelados al igual que el ex presidente Ibáñez. Desde sus recintos dieron apoyo a pocos días de la elección al candidato del Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda, quien era respaldado por radicales, más socialistas y comunistas.
Aguirre Cerda agradeció el apoyo del Partido Nacional Socialista visitando a sus dirigentes en la sede de esa colectividad.
Pedro Aguirre falleció antes de terminar su mandato y se llamó a elegir a su reemplazante, para lo cual se presentaron dos candidatos: Juan Antonio Ríos del Partido Radical y el independiente Carlos Ibáñez del Campo. A última hora se produjo un imponderable, es decir un hecho no previsto al presentarse en la última proclamación de Ríos el ex presidente Arturo Alessandri, quien pronunció un fuerte discurso contra Ibáñez.
“Yo perdono los vejámenes que recibí en el gobierno de ese ciudadano; perdono las afrentas a mi familia, pero lo que no puedo perdonar son las ofensas hechas a la patria.”
Convocó a los chilenos a respaldar al candidato Juan Antonio Ríos. Y luego terminó con una frase que pasó a la historia política: “...a las urnas, ciudadanos...”
Ríos triunfó por una diferencia de 56 mil votos, es decir ganó por mayoría absoluta tal cual había ocurrido con la victoria de Aguirre Cerda sobre Ross, pero con una diferencia. En aquella elección Aguirre Cerda se impuso apenas por cuatro mil votos.
Ríos murió de cáncer también antes de terminar su mandato. Esto ocurrió en el invierno de 1946, y se convocó por primera vez a las elecciones presidenciales el 4 de septiembre de ese año. Allí la derecha se dividió y por lo tanto perdió. Triunfó el radical Gabriel González Videla, quien gobernó hasta 1952.
En el gobierno de Gabriel González Videla hubo una serie de combinaciones para dar sustento parlamentario a esa administración que empezó con un bloque integrado por radicales, más liberales y comunistas... es decir se unieron en ese gobierno la derecha y los comunistas, más los radicales.
Posteriormente el Presidente que había sacado a los comunistas del gobierno logró aprobar una ley para marginar de la escena política al Partido Comunista. Para esto hubo cambio drástico de Ministerio asumiendo junto a los radicales la derecha de liberales y conservadores y para terminar su administración Gabriel González Videla llamó a funciones de gobierno al mundo social cristiano integrado por los partidos Falange Nacional y Conservador Social Cristiano.
En ese gabinete, asumió la Cancillería el líder conservador Horacio Walker Larraín, a quien como jefe de ese partido le tocó actuar en la marginación de la Falange del viejo tronco.
La “Era Radical” duró 14 años.
En ese tiempo los radicales se transformaron en el partido más poderoso, pues fue eje del gobierno con mucha influencia en la burocracia pública. Hubo servicios del Estado muy importantes que fueron verdaderos feudos del Partido Radical, como por ejemplo Ferrocarriles del Estado o el Servicio de Correos, además de las funciones docentes. Los profesores se dieron directivas radicales por muchos años. En el gobierno del Presidente Allende fue Ministro de Educación Mario Astorga, por ser el presidente de la organización que unía a los profesores.
Los radicales se caracterizaron por años por ser buenos para la reyerta, especialmente cuando se trataba de disputas entre los mismos correligionarios. Existían ya en ese tiempo “corrientes internas”, pero muy profundas con diferencias enormes.
En Valparaíso por ejemplo el sector Bossay se reunía en el Club de Las Heras con Pedro Montt, mientras el grupo “más derechista” que dirigía el diputado Rolando Rivas Fernández tenía su cuartel general en el Club Matta situado frente al Parque Italia.
En todo el país florecieron los “clubes radicales” en que se reunían los compañeros del mismo ideal en largas reuniones seguidas muchas veces de comidas fraternas.
Los radicales cuando estaban en la oposición terminaban sus asambleas y era normal escuchar la sugerencia: “Vamos a comernos un ‘platito’”, que siempre terminaba con un postre clásico entre los radicales: duraznos en conserva, al que agregaban una copa de vino. Este es el postre más típico de los radicales, expresó una vez Marcos Álvarez, abogado que en tiempo del presidente Aylwin ocupó una embajada.
Las luchas internas eran tremendas. “Somos querulantes” expresó en una ocasión el senador Raúl Morales Adriazola, para significar el amor por las luchas internas.
Por años muchos radicales desconocieron la militancia radical del presidente Juan Esteban Montero, pues “fue elegido con los votos de la derecha”; pero también en muchas asambleas no se instalaba el retrato de Gabriel González Videla, por haber sido elegido con votos del Partido Comunista.
Los radicales aumentaban sus críticas cuando un correligionario ocupaba la Moneda. Tanto criticaron al presidente Pedro Aguirre Cerda, que este redactó una carta renunciando al cargo y que entregó para darle curso al presidente del partido, Pedro Casteblanco. Este detuvo los ímpetus del Presidente.
Lo mismo ocurrió durante el gobierno de Ríos a tal punto que un millonario radical debía invitar a largos almuerzos en una Quinta cercana al Hipódromo Chile tanto al Presidente como a sus críticos para “limar asperezas”. Pagaba esas costosas manifestaciones de confraternidad el martillero Marticorena. Los radicales por sus luchas internas llegaron a batirse en duelo. Caso del encuentro de caballeros entre los senadores Señoret y Ríos Morales.
Los radicales fueron grandes partidarios de la educación pública que a miles les permitió egresar de las antiguas humanidades en los liceos y ser profesionales gracias a la educación gratuita que entregaba la Universidad de Chile.
Años de lucha
Asumió en 1952 Carlos Ibáñez del Campo, cuyo gobierno lanzó una ofensiva antiradical, pero allí destacó como “líder” defendiendo al PR el joven diputado Julio Durán, quien fue elegido presidente con amplias atribuciones. En el Senado dirigió la oposición al gobierno el diestro orador senador Raúl Rettig.
Los dos dirigentes iniciaron una ofensiva en favor de su partido y como siempre la mejor defensa es el ataque lanzaron críticas muy duras contra el gobierno en la Cámara, el Senado y la tribuna pública.
En ese tiempo, la asamblea radical de Valparaíso celebraba un aniversario y con tal motivo se efectuó una gran asamblea en los llamados “Baños del Parque”, en pleno centro porteño.
Los discursos fueron violentísimos contra el gobierno. Al día siguiente el gobierno inició acciones judiciales contra directivos y parlamentarios del PR, lo que provocó expectación pública.
Al poco tiempo la Corte Suprema dio a conocer su sentencia señalando que “la crítica política por acerba que sea no constituye delito” lo que se transformó en referencia en muchos procesos similares.
En la siguiente elección se prepararon con anticipación los partidos tradicionales que habían sido literalmente “barridos” por la fuerzas del Ibañismo. En definitiva postularon a la jefatura del Estado el socialista Salvador Allende en su segundo intento por llegar a la Moneda, Jorge Alessandri Rodríguez, independiente apoyado por los partidos tradicionales de la derecha, esto es conservadores y liberales, Luis Bossay Leiva por los radicales, agregándose el falangista Eduardo Frei Montalva, además de la postulación de Antonio Zamorano Herrera, el singular “Cura de Catapilco”.
Ganó Alessandri con 389.909 votos seguido por Salvador Allende con 356.493. Bossay logró menos votos de los esperados, pues sólo llegó a los 192.077 por diversas razones, especialmente por diferencias internas con el sector que dirigía el senador Julio Durán.
En el triunfo de Alessandri influyó, quizás de manera esencial, la votación de Antonio Zamorano que logró poco más de 40 mil votos populares, exactamente lo que le faltó a Salvador Allende.
El congreso pleno ratificó el triunfo de Alessandri por amplia mayoría.
Los radicales vuelven al gobierno
Se inició el gobierno del ex Ministro de Hacienda de Gabriel González Videla con un gabinete con varios independientes, pero claramente de tendencias derechistas. En 1961 el gobierno perdió la mayoría en el Congreso, pero como había tenido encuentros con los radicales el Presidente llamó a la directiva para solicitar apoyo político entregándole cuatro ministerios lo que el Partido Radical aceptó aunque un grupo de la juventud se marginó. En ese grupo de jóvenes estaban, entre otros, personeros que tuvieron con los años mucha figuración política, como Ricardo Lagos Escobar, Jorge Arrate, Genaro Arriagada y otros.
La manera real como ingresaron los radicales al gobierno de Jorge Alessandri se parece un poco a un episodio de novela algo picaresca.
Alessandri le tenía cierta simpatía a los radicales, lo que no debe confundirse con amistad, porque aquel mandatario tuvo escasos amigos reales. A los otros denominaba con cierto acento “amigos políticos” que eran muchísimos en todos los partidos.
Cuando Alessandri perdió el tercio en el Congreso llegaba la necesidad imperiosa de llamar al Partido Radical a funciones de gobierno. Alessandri había hecho algunas designaciones a pedido de los radicales, de manera que creó ciertos lazos de simpatía mutua. Llegó el momento de pedirles el ingreso al Gabinete, lo que coincidió con la misma idea que tenían los radicales. Hubo algunas reuniones en la Moneda entre la directiva y el Presidente. A la tercera reunión había acuerdo, pero faltaba la parte formal. Alessandri le dijo al presidente del PR delante de otros dirigentes: “Mire Raúl… Ud. escribe bien y le ruego que me mande una carta con lo que hemos conversado… Ud. a nombre del partido me explica las razones que tienen para llegar a colaborarme… –y agregó– pero termine la tarea, prepare la respuesta que le debo enviar aceptando ese ingreso, con cuatro ministerios”.
Y Rettig redactó ambas cartas y se produjo el cambio de gabinete con cuatro carteras para destacados militantes: Carlos Martínez Sotomayor en Relaciones Exteriores; Luis Escobar Cerda en Economía; Orlando Sandoval en Agricultura y Benjamín Cid en Salud.
Luego del juramento, con gran expectación periodística, hubo abrazos y de repente Jaime Tormo Rodríguez, que era vicepresidente del PR preguntó en alta voz: “¿Y esta celebración es en seco?”. Y a los pocos minutos aparecieron no solo comestibles, sino bebestibles… en un momento el propio Presidente dijo a uno de los garzones: “Busque whisky porque eso les gusta a los radicales”.
Y así se procedió.
Luego comenzó a conversarse en la posibilidad de estructurar un bloque político de proyecciones. Entre los dos partidos de la derecha y los radicales formaban una fuerza formidable y de allí surgió la idea de crear el llamado Frente Democrático con la finalidad de designar un candidato común a la jefatura del Estado.
El elegido fue Julio Durán que tuvo de inmediato el apoyo de liberales y conservadores. Durán empezó la campaña teniendo en todo lugar el respaldo masivo de los dos partidos de la derecha, pero se advertía poco entusiasmo entre muchos radicales. Ya en la campaña el PR se retiró del gobierno.
Todo marchaba bien para la postulación de Durán cuando se llamó a elecciones extraordinarias en Curicó por la muerte de un diputado socialista. En el plano nacional luchaban contra Durán, el socialista Salvador Allende, en su tercer intento de llegar a la Moneda y el democratacristiano Eduardo Frei Montalva que era senador muy destacado y que aspiró seis años antes. Ahora se veía en lucha singular contra Allende y Julio Durán.
Los tres candidatos a diputados que buscaban el escaño de Oscar Naranjo representaban a las postulaciones presidenciales en pugna. Allí Julio Durán cometió su gran error al decir que esas elecciones a diputado eran un plebiscito previo a la presidencial, pensando en la victoria del candidato de la derecha apoyado por todo el Frente Democrático. Además la zona era llamada “el riñón de la oligarquía”.
Para sorpresa y asombro de todos triunfó Oscar Naranjo del PS lo que produjo el desmoronamiento de la candidatura de Durán. Antes de 24 horas en medio de la euforia del allendismo se presentaron ante la directiva del Partido Radical los jefes de la derecha Francisco Bulnes del Partido Conservador y el senador Sergio Sepúlveda del Partido Liberal.
Dijeron: “En las actuales circunstancias no podemos responder por nuestras bases” y de inmediato anunciaron el quiebre del poderoso Frente Democrático, Julio Durán presentó la renuncia a su postulación, pero la directiva la rechazó y continuó la campaña en absoluta soledad.
Los dos partidos de la derecha decidieron apoyar “sin condiciones” la postulación de Eduardo Frei Montalva quien se transformó en septiembre de 1964 en el nuevo Presidente de la República.
Esa elección y la derrota de Allende produjeron ciertos problemas en la Orden Masónica, puesto que Allende renunció a esa entidad acusando a muchos “hermanos de la orden” que apoyaron a su adversario el senador Frei Montalva.
Además Allende se negó a saludar al candidato vencedor. Adujo que perdió por malas artes de su adversario y por la influencia de los Estados Unidos. Incluso se quebró la amistad de esos dos líderes que solían jugar ping pong en las residencias de verano en Algarrobo.
Para los radicales fue una decepción el bajo porcentaje obtenido por su candidato Julio Durán, quien a los seis meses volvió a ganar un escaño senatorial por la región de la Araucanía.
Durante el gobierno de Frei, otra vez los radicales tuvieron un momento semi estelar, porque cuando Frei captó que requería mayor apoyo político para dar gobierno al país intentó quizás muy tarde, una maniobra para tener a radicales en el Ministerio al igual que había ocurrido con la administración de Alessandri Rodríguez.
El presidente Frei, pidió a su amigo Enrique Silva Cimma una reunión privada en la casa de Silva Cimma y con solo la presencia de Jacobo Schaulson, que había sido diputado y además David Sticken ex rector de la Universidad de Concepción.
Allí Frei planteó la posibilidad de ingresar a los radicales a tres ministerios. Dijo que esto descomprimiría a la política al ampliar la base de su administración. Schaulson respondió: “Desde mi punto de vista quizás se ampliaría la base de gobierno, pero muy poco, porque de aceptar su petición, en ese mismo momento de jurar como ministros seríamos expulsados del Partido Radical”.
Y todo quedó en nada.
La Unidad Popular
Los radicales bajo las directivas de Hugo Miranda Ramírez y Carlos Morales Abarzúa se acercaban al bloque socialista y comunista para formar una combinación similar al antiguo Frente Popular. Así nació la Unidad Popular que eligió candidato nuevamente a Salvador Allende aunque en la directiva socialista el elegido había sido el senador Aniceto Rodríguez.
Los radicales más de centro derecha observaban el panorama, y pronto rechazaron dar apoyo a Salvador Allende. Así nació un partido nuevo llamado Democracia Radical en que se encontraron los sectores de centro derecha del PR bajo la conducción del ex senador Angel Faivovic y con la presencia de Jaime Tormo, Julio Mercado, y otros antiguos dirigentes o parlamentarios.
Durante el gobierno del presidente Allende se produjo otra escisión más fuerte que la anterior, cuando renunciaron dos Ministros de Estado del PR y junto a parlamentarios relevantes constituyeron el Partido de Izquierda Radical, PIR. dejando al tronco de ese partido algo disminuido, pero con una directiva que continuó apoyando al gobierno de la Unidad Popular.
Jefe de esa insubordinación fue el senador Luis Bossay Leiva junto a Manuel Sanhueza que había sido Ministro de Allende, al diputado Roberto Muñoz Barra y muchos más que participaron en el Partido de Izquierda Radical - PIR.
Los principales directivos del PR sufrieron los rigores de la dictadura militar. Anselmo Sule, Benjamín Teplisky, Jorge Tapia y otros fueron relegados a la Isla Dawson y a otros centros de reclusión.
El partido emergió nuevamente a la vida normal en la década del 80. Allí se produjo un desencuentro entre Enrique Silva Cimma y Anselmo Sule por el cargo de vicepresidente de la Internacional Socialista. También había surgido un grupo social demócrata, pero en definitiva con el transcurso del tiempo todos volvieron a reconstruir el antiguo Partido Radical con algunas excepciones.
Fue destacada la labor que hicieron en ese tiempo Enrique Silva Cimma, Presidente y luego precandidato presidencial y el Secretario General Ricardo Navarrete. En el gobierno de Aylwin, el primero asumió la Cancillería y Navarrete ocupó un escaño de senador al igual que Carlos González Márquez, quien también fue Presidente del PR.
En la actualidad tiene dos ministros, tres senadores –hasta el 11 de marzo– y 7 diputados.
La bancada de diputados provocó un especie de terremoto político cuando en la anterior semana anunció acuerdo con el PRI, la UDI y Renovación Nacional para dar gobernabilidad a la Cámara.
El acuerdo de los diputados lo rechazó el Consejo Ejecutivo Nacional de manera que pasó la tormenta a las cuales el PR nunca ha sido ajeno.
El propio Juan Antonio Ríos fue en un momento expulsado en una Convención en Valparaíso, y luego se presentó como candidato independiente a diputado por la zona de Arauco siendo elegido.
Ricardo Boizard, político democratacristiano relata en su obra Patios Interiores que fue elegido diputado en 1932, y que allí conoció a Juan Antonio Ríos, entonces diputado independiente, quien le dijo: “Mire...como están las cosas, estimo que en diez años más llegaré a la Presidencia de la República”, lo que efectivamente ocurrió en febrero de 1942.
El Partido Radical y la Masonería
La Venerable Orden Masónica es una institución filosófica que tiene una organización basada en grupos por ciudad. Cada grupo toma el nombre de Logia y se le agregan algunos apelativos.
En la masonería conviven afiliados, se hacen llamar “hermanos”, de distintos partidos políticos, pero esencialmente están allí radicales, aunque se sabe de muchos congresales derechistas que también pertenecen al igual que militantes del PPD y de otros sectores, pero esencialmente son radicales social demócratas.
Nunca se encontró masones en la Falange o en el Partido Demócrata Cristiano, aunque podría ser también una realidad, porque en la DC no hay solo católicos, sino libre pensadores que aceptan la doctrina social de esa colectividad.
Por estatutos no podían ser masones los socialistas populares, partido que por años dirigió el destacado senador Raúl Ampuero. Tampoco se sabe de comunistas al interior de la masonería y menos conservadores, porque este fue un partido confesional.
Algunos altos jefes del PS llegaron a ser también “Gran Maestro” esto es el jefe nacional de la Masonería. Es el caso de Eugenio Matte Hurtado, abogado que fue activo integrante de una Junta de Gobierno que se instaló luego del golpe de estado contra el presidente Juan Esteban Montero.
En la misma noche del golpe, 4 de junio de 1932, la Orden Masónica dio a conocer una declaración en que se expresó que Matte Hurtado había abandonado el cargo de Gran Maestro. Hay dudas si lo hizo por renuncia o por decisión de los directivos de esa Orden (Ver diario El Imparcial del 4 de Junio de 1932, primera página).
En la actualidad tres altos dignatarios realizan campaña por el cargo de gran Maestro. Uno de ellos es militante del Partido Radical. Se trata de Jaime Campos Quiroga, quien fue diputado elegido en 1989 y con posterioridad ocupó durante todo el mandato del presidente Ricardo Lagos la cartera de Agricultura. También postula el ex rector de la Universidad de Chile, profesor Luis Riveros, muy cercano al PR, aunque no es militante. Finalmente el tercer candidato es el actual Gran Maestro, Juan José Oyarzún, quien postula para un segundo período. Las elecciones están fijadas en todo el país para el próximo mes de abril.

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