Valparaíso y su Patrimonio: Giro en 180 Grados

Valparaíso y su Patrimonio: Giro en 180 Grados

28 Enero 2010
Probablemente el patrimonio cultural de Valparaíso es uno de los asuntos de la ciudad que se han manejado con mayor improvisación. Por Pablo Andueza
Pablo Andueza >
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Probablemente el patrimonio cultural de Valparaíso es uno de los asuntos de la ciudad que se han manejado con mayor improvisación. Partamos desde el origen. Fue un error monumental que la ciudad haya tácitamente aceptado la oferta del Gobierno del Presidente Lagos de transar puerto por turismo. La actividad portuaria alcanza a un tercio de PIB de la ciudad, sus mejores empleos han estado asociados al comercio marítimo y el carácter cosmopolita de la ciudad, su “bohemia”, se la debe al mar. Sin embargo, la ciudad no cuenta con un claro proyecto de expansión portuaria, mientras San Antonio sí ha avanzado mucho.
Como Valparaíso acató pasivamente la voluntad de Santiago de favorecer a San Antonio como su nuevo puerto principal, nos creímos el cuento que la gestión del patrimonio cultural y los carnavales culturales nos podrían salvar. La tarea pública patrimonialística fue una sola: potenciar al máximo la economía en torno al patrimonio aun al precio de no ser particularmente prolijos. De esta urgencia económica y de la falta de prolijidad surge una segunda clase de problemas.
El más delicado tiene que ver con su escasa inserción en el tejido social de la ciudad. No porque los porteños sean choros o conflictivos –como alegan algunos -incluso porteños, sino porque su inmensa mayoría tiene ingresos modestos que no les permite acceder a la economía del patrimonio y de la cultura. De ahí que se optara sistemáticamente en socios estratégicos externos que rindieron sus frutos para realizar estudios pero no para concretarlos (¡cuando tuvieron socios estratégicos concretos como la Fundación Luksic en el Palacio Baburizza el Municipio se desistió!); los inversionistas hicieron suyos los barrios más seguros y habitados, como los cerros Concepción y Alegre. En cambio, el mercado no operó en bienes depreciados que no rinden: barrio puerto, cerros Santo Domingo o Cordillera, ascensores y trolebuses, etc.
En resumen, necesitamos hacer un giro de ciento ochenta grados en las políticas de la ciudad partiendo por defender ante la capital la expansión de nuestro puerto en alianza con San Antonio. Con este nuevo horizonte de optimismo para la economía portuaria de siempre, Valparaíso podría sacar el pie del acelerador en temas del turismo. Definir entre todos cuáles son sus atributos de la ciudad que queremos cuidar con normativas eficientes y con funcionarios competentes de alto compromiso, so pena que de no hacerlo en aras de unos pesos, estos bienes culturales desaparezcan para siempre. El modelo de gestión no puede ignorar su economía real, a sus habitantes de carne y hueso pues ellos son y serán el principal sostén de la vida porteña. En este sentido, la experiencia de restauración del edificio de la Unión Obrera es un excelente ejemplo que las cosas pueden hacerse junto con los vecinos. O también la voluntad del Alcalde de incorporar a los locatarios en el proyecto del Mercado Puerto.
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