De Parlamentarios a Ministros: Cuando el voto "vale callampa"

De Parlamentarios a Ministros: Cuando el voto "vale callampa"

18 Enero 2011
La Concertación lo hizo con Carolina Tohá, y ahora la Alianza lo repite con Allamand y Matthei. ¿Quién responde por los miles de electores que votaron por su representación y los reemplazan políticamente sin derecho a pataleo?
Pablo Dintrans >
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Finalizando la semana pasada, fuimos testigos del primer cambio de gabinete en la administración de Piñera, un golpe de timón que tiró por la borda el apetito técnico de ejecución y puso nuevamente en su lugar el manejo político que todo gobierno debe tener.
Pero no fue solamente aquello, sino que el Presidente decidió recurrir a senadores en pleno ejercicio para suplir 2 de los cuatro ministerios vacantes: Andrés Allamand en Defensa y Evelyn Matthei en Trabajo, ambos, políticos de fuste. La anterior acción se contradijo con las propias palabras del mandatario, cuando en época de campaña y a raíz del ingreso de Carolina Tohá a La Moneda, señaló que él no sacaría a nadie del parlamento para situarlo en sus ministerios.
Andrés Allamand lideraba la ley de las uniones de hecho y Evelyn Matthei la del aborto terapéutico. Ambas, leyes de alto contenido valórico y muy sensibles en el marco de nuestra centro-derecha, donde las palabras "aborto" y "homosexualidad" causan más de algún escozor. El senador RN será reemplazado por Carlos Larraín, quien ha sido motejado por el MOVIHL como "uno de los personajes más homofóbicos y transfóbicos del país". El reemplazo de Matthei aún no está claro, pero sin lugar a dudas ella era voz única y solitaria dentro de la UDI respecto a la figura del aborto terapéutico, por lo que no se espera que su sucesor continúe con dicha iniciativa.
Allamand fue electo en 2005 por la Circunscripción 16 con el 34,95% vale decir 90.030 sufragios, y su período finaliza en 2014. Matthei, en tanto, representa a la Circunscripción 6 y también estará en funciones hasta 2014. Ella obtuvo el 26,05% de los votos, correspondiente a 71.697 personas. Son más de 160 mil personas que confiaron en ellos para que representara los intereses de la zona, y muchos de quienes les entregaron su respaldo lo hicieron por la persona, sus ideas, principios y motivaciones. ¿Quién responde por ellos?
Existen vacíos legales respecto al reemplazo del parlamentario en ejercicio que voluntariamente deja su escaño para desempeñar otras funciones. Ser diputado y senador es un oficio que en gran medida responde a la manoseada "voz del pueblo". La gente, hoy más que nunca, no vota por partidos políticos, y busca cada día más ser representados de manera fidedigna y transparente, y que ello sea hecho para quienes le dieron el apoyo.
¿Cómo exigirle a Felipe Harboe (reemplazante de Carolina Tohá) o a Carlos Larraín que cumpla con promesas hechas por un tercero que ya no está? ¿Dónde quedan las relaciones comunitarias, el sentido de pertenencia, la valoración por el elector? La respuesta es simple: Para los partidos políticos, nuestro voto "vale callampa" (utilizando una frase muy de moda por estos días) y deciden entre cuatro paredes, y a discreción de unos pocos, quién reemplazará al parlamentario que obtuvo miles de votos, vale decir, miles de esperanzas, confianzas y preocupaciones.
Si un ciudadano de a pie, que votó por alguno de estos parlamentarios que dejan sus cargos, decide impugnar tal decisión ante Contraloría, debiese tener un camino despejado, y de hecho puede marcar precedentes. Cuando hablamos que no hay marco jurídico para estas acciones, nos referimos sencillamente a que en Chile debiese existir la prohibición de dejar voluntariamente un escaño (salvo casos de fuerza mayor, lógico), porque ellos se deben a sus electores, no al gobierno de turno, ni mucho menos a sus partidos políticos y las maromas que hacen para obtener más cuotas de poder.
Al realizarse este tipo de maniobras, queda más que comprobado que cualquier moneda de cambio sirve, y que por cierto "todos los políticos son iguales", y da lo mismo quién reemplace a quién, porque a final de cuentas ellos -y queda más que demostrado- no velan por sus electores, a quienes dejan a la deriva, sino que cuidan su propio patrimonio político, el de su gobierno y el de su partido. ¿El resto? "En elecciones nos volvemos a ver para nuevamente ser amigos".