Una mujer de 20 años de edad no pudo superar el trauma que significó haber sido víctima de violación, por lo que le fue concedido el “suicidio asistido”. 

La joven sufría estrés post-traumático, anorexia, depresión crónica y alucinaciones; por lo que los médicos aceptaron la eutanasia, pues aseguraron que sus problemas eran incurables. 

El diagnóstico indicaba que la mujer estaba apta cuando decidió tomar la decisión: no podía soportar más el dolor y el sufrimiento que le produjo el ultraje. 

Dicho caso publicado por la revista Playground ocurrió hace un año, sin embargo salió a la luz gracias a varios documentos difundidos recientemente por la Comisión Estatal para la Eutanasia de Holanda. Aunque en Holada el suicidio asistido es permitido por la ley dese el 2002, este es el primer caso que se realiza por problemas psicológicos y no físicos. 

Theo Boer, miembro durante nueve años de la Comisión de Control holandesa para vigilar la ejecución de la ley sobre muerte asistida, indicó que los motivos de la mujer justificaban la eutanasia. 

“La eutanasia se ha convertido lentamente en algo cada vez más normal y difundido, y muchos otros tipos de sufrimiento, sobre todo existencial, social y psiquiátrico se han convertido en motivo suficiente para pedir la eutanasia”, indicó.