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[Enviado especial a COP23] Cambio cultural es vital para reducir el calentamiento global

20 Noviembre 2017

Conferencia de Naciones Unidas terminó abogando por un dialogo internacional sin egos, comprensivo y comunitario, que desarrolle resiliencia social desde ahora y hacia mediados de siglo, sobre los efectos devastadores del cambio climático.

Fernando Rivas ... >
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Por Fernando Rivas Inostroza

BONN (Alemania).- Este viernes terminó aquí la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP 23) y lo hizo de un modo inusual, resaltando más bien valores que medidas  concretas, con las cuales enfrentar la reducción del calentamiento global, que -contrariamente a lo esperado- podría mantenerse o aumentar, debido al crecimiento del dióxido de carbono en un 2% en  la atmósfera mundial, al término de este 2017, según un reciente estudio.

Los avances que hubo, si bien  no fueron tanto por lo  material, sí lo fueron por el espíritu que debe animar el procedimiento para la búsqueda de soluciones a través del planeta  y en particular entre los negociadores de los 195 países comprometidos con el Acuerdo de París.

Como siempre fueron dos semanas de trabajo y de conversaciones que sirvieron para dar pie a un esfuerzo internacional de diálogo conocido como el “Diálogo de Talanoa”,  qué busca reproducir a nivel global las características de la conversación de los aborígenes de las Islas Fiji para resolver sus problemas.  Ellos se sientan en redondo y, luego de dejar sus egos, se enfrascan no en discursos ni en la mantención de posiciones fijas, sino que más bien en un diálogo intuitivo qué involucra a todas las partes, acogiendo intenciones más bien de modo comprensivo y comunitario  con un fuerte sentido espiritual de superación y privilegio del bien común.

CORTO Y MEDIANO PLAZO

Este diálogo de Talanoa, sugerido desde un comienzo de la COP 23, fue adoptado en la penúltima noche de negociaciones y con él como método empezará francamente la delineación de los caminos internacionales que debiera seguir la lucha contra el cambio climático, en lo inmediato al 2020 y en el mediano plazo, al 2030 y al 2050. En estos próximos dos años será el método que conllevará a la próxima COP 24, que se celebrará en 2018 en  Polonia, donde se delineará la carta de navegación contra el cambio climático en sus líneas gruesas y específicas, para lo cual se ha pedido a los distintos países  suscriptores que definan ya sus planes nacionales de descontaminación con el fin de, posteriormente, coordinarlos y encauzarlos en torno a metas comunes.

Se trata de toda una fase de organización y de preparación de un camino que debe conducir a un medio siglo con un calentamiento global reducido o no superior a 1,5 grados Celsius.

Esta organización y esos preparativos se están dando en un escenario clave porque lejos de reducirse las temperaturas o de aplacarse los índices de contaminación, éstos han tendido a mantenerse en el tiempo o a incrementarse por lo que otra palabra y otro concepto valórico es el que ha protagonizado el debate y la discusión. Se trata de resiliencia,  la  cualidad humana para sobreponerse a los desastres y a los traumas, levantándose nuevamente y haciendo uso de sus capacidades innatas y dormidas, generando la expectativa de una recuperación y de un  nuevo futuro promisorio.

Ha sido esta la actitud del pueblo alemán para recuperarse de la destrucción en la Segunda Guerra Mundial  y es la actitud que se ha reconocido como fundamental para poder enfrentar los efectos locales del cambio climático en las distintas comunidades del mundo. En ellas  se está luchando contra la sequía, contra las inundaciones, contra los huracanes, contra los terremotos, contra los tsunamis y contra el crecimiento de las aguas.  Todos estos cambios, que han sobrevenido con rigor en los últimos años, solo pueden ser enfrentados –se ha dicho- con una actitud de resiliencia social que haga a todos partícipes de la solución tal cual lo plantea el diálogo de Talanoa.

De allí que, más allá de las dificultades que algunos países han tenido para cerrar sus industrias dependientes del carbón, en especial las termoeléctricas, los avances se han producido más bien a nivel del plano de las conciencias, a través de estos conceptos que anteponen lo colectivo a lo individual, a través de una  conversación franca,  democrática, constructiva, sin dogmas ni intereses particulares, sino que buscando la mejor solución  en armonía entre las partes.

Se trata más bien de una contribución en el plano espiritual y cultural, proveniente de pueblos originarios, que es irradiada al mundo desde Naciones Unidas, a través de la COP.

NUEVA ECONOMIA DEL CLIMA

En el plano material, sin duda y así se reafirmó en esta reciente cita mundial, el camino hacia una nueva economía climática, basada en  energías renovables y limpias, ya es definitivo. La lucha contra la huella de carbono es una enseña mundial y Chile la liderará en Sudamérica, tras las gestiones del ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena, quien se encargará junto a sus pares del continente de constituir un mercado del carbono, donde las naciones que reduzcan más sus emisiones podrán vender bonos a aquellas que van a un ritmo más lento, con tal de apoyarlas en sus procesos.

Si bien algunas naciones tienen dificultades para cerrar sus plantas de carbón,  como la propia Alemania, que ha hecho presente sus dificultades a través de las palabras de su presidenta Angela Merkel,  es un hecho que ellas morirán en el corto plazo.

Igualmente, hay conciencia en cuidar los océanos,  evitando que se conviertan es mares ácidos  y con especies en extinción, ya sea de flora o de fauna. Asimismo, se ha acordado potenciar ciudades sustentables, de tamaño adecuado y dotadas de servicios que favorezcan la calidad de vida. Asimismo, se privilegia una alimentación saludable y el resguardo de poblaciones   nativas que suelen estar en contacto con la naturaleza y que pueden enseñar al resto del mundo cómo mantener un vínculo ecológico.

Así,  el derrotero en sus líneas principales ya está trazado y parte del camino que viene también, toda vez que en París, auspiciada por el Presidente Macron, se celebrará ahora en diciembre otra cumbre del cambio climático para formalizar medidas que hagan viable y factible el Acuerdo de París.

A su vez, en julio del próximo año, se desarrollará una cita similar por parte de ciudades sustentables en California, Estados Unidos, país que formalmente no se ha retirado del Acuerdo del Cambio Climático, ya que sólo lo ha hecho a nivel de sus autoridades nacionales en forma oral pero no escrita, por cuánto ante Naciones Unidas no ha llegado documentación alguna que acredite esta nueva posición impulsada por el presidente Donald Trump.

Polonia será entonces el nuevo hito. Aquí en Bonn, se definió el método y las partes empezaron a sentarse en círculos, tras un inicial y simbólico saludo Bula (hola, en el idioma de los nativos de las islas Fiji, que presidieron la COP en conjunto con Alemania). No obstante, será en este otro territorio de Europa, donde se deberán empezar a ver los frutos de esta nueva cultura y espíritu, que pretende involucrarnos a todos en el cuidado de la casa común, que es nuestro planeta. El cambio climático, en definitiva,  será contenido no sólo con acciones descontaminantes, sino que también con diálogo y resiliencia.

Lectura de Foto

Para contener el cambio climático se ha privilegiado en esta COP 23 el desarrollo de un diálogo sin egos y tras el bien común al estilo de los nativos de las islas Fiji, que acreciente la resiliencia mundial contra  los efectos devastadores del calentamiento global. Aquí una de las esculturas con  las que se pretende hacer conciencia del cuidado de la flora y fauna del planeta.


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