Hacer un comentario

Perder el miedo a la vergüenza: Por Antonia, por Vivian y por todas nosotras

27 Julio 2020
Gabriela Verdug... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Por Ignacia Imboden Fernández y Gabriela Verdugo Weinberger 

Esta semana, el caso de Antonia ha irrumpido en la sociedad chilena con fuerza demoledora. Ha abierto las heridas de muchas, si no todas, y ha vuelto a encender la llama que hace que miles de mujeres salgan a las calles para decir “basta”, por Antonia y por todas. 

Por cortar con el dolor que logró erigirse sobre y desde un patriarcado, que con indolencia ha abusado hasta el hartazgo, desde nuestras ancestras hasta nosotras.

Antonia en septiembre del año pasado fue violada y tres semanas después decidió quitarse la vida. Un caso estremecedor, que acumula pruebas perturbadoras y que esta semana alcanzó ribetes de indignación ya que el juez, no obstante acreditar la violación, ordenó arresto domiciliario para el acusado y no prisión preventiva. 

El acusado Martín Pradenas es investigado además por cinco casos de abuso sexual y violación. 

El juez Federico Gutiérrez, definió que dos de las cinco acusaciones, ocurridas el año 2010 a una joven de 16 años y el 2014 a una mujer de 19 años, están prescritas. 

Los relatos de las cinco acusaciones poseen datos en que resulta evidente la repetición de patrones de abuso. Siempre se trataba de niñas o mujeres menores que él, siempre ellas en condición de vulnerabilidad por estar bajo efectos del alcohol, siempre él abordándolas y forzándolas sin mediar consentimiento alguno.

Pero estos patrones no fueron suficientes y el juez estimó que con las pruebas presentadas se lograba acreditar solo la violación de Martín Pradenas hacia Antonia, pero no así otros delitos, razón por la cual rechazó dictar su prisión preventiva, quedando con arresto domiciliario total y prohibición de acercarse a las víctimas.

Sin embargo, la Corte de Apelaciones, 24 horas después, revocó la resolución del juez y decretó finalmente prisión preventiva para Martín Pradenas. El tribunal decretó 120 días de plazo para llevar a cabo la investigación e iniciar juicio oral contra el acusado. 

En el mes de julio en Chile se cumple un año de la entrada en vigencia de la ley de imprescriptibilidad del abuso, sin embargo se trata de una ley que no es retroactiva. Por tanto, para todos los delitos sexuales ocurridos antes de su entrada en vigencia, rige el plazo de prescripción, que se cuenta desde el momento en que la víctima cumple 18 años de edad.

De esta manera, dos de los casos por los cuales Pradenas fue formalizado, resultaron prescritos. Los abogados denunciantes en estos casos señalaron que apelarán a la resolución.

Más de un millón de personas siguieron con atención la transmisión en línea del poder judicial. Luego de la audiencia, miles salieron a las calles con cacerolas a cantar una vez más el himno de Las Tesis. Una vez más se comprobaba con desolación que el “patriarcado es un juez”, parte de la letra que impuso Las Tesis por todo el mundo, elevando el movimiento feminista a una lucha planetaria por justicia social y respeto de derechos humanos.

Mientras todo esto pasaba, conocimos el relato de Vivian González, doctora de profesión, que este 7 de julio decidió con valentía superar su dolor y hacer pública su historia.

“Hace un tiempo fui agredida sexualmente… hoy Chile me falló”.

Vivian decidió publicar lo que vivió en sus redes sociales, el día en que su abogado la llamó para comunicarle que en su caso el agresor quedaba absuelto.

“Creo que subí mi historia a redes impulsivamente, el mismo día en que mi caso salió de la corte de apelaciones perdiendo por dos votos contra uno.”

Tras subir su historia, el hashtag #ViviYoTeCreo fue trending topic nacional. Una reacción semejante a #JusticiaParaAntonia que ya es un hashtag de tendencia mundial.

El 2017 según datos del Ministerio Público, la fiscalía llevó a juicio 267 casos por violación a mujeres, logrando solo 183 condenas y 84 absoluciones. Si se considera el tipo de delitos, los sexuales presentan las mayores tasas de absoluciones.

¿Los jueces no le creen a las víctimas? ¿Se imponen argumentos de género o culturales para desacreditar testimonios?

¿Qué incidencia tendrá esto en dejar en el silencio inmovilizador a decenas, cientos o miles de víctimas que no se atreven a denunciar? 

Vivian egresó de la universidad el año 2013 y se fue a trabajar al sur del país. 

“Vi muchos casos de violencia de género, porque era jefa de maternidad. Además trabajé en el servicio de urgencias y recibíamos casos de violencia sexual. En una ocasión me tocó atender a una paciente que llegó buscando ayuda, porque había ido a carabineros a denunciar a su marido por violación y en carabineros le habían dicho que era normal.”

Estas insólitas situaciones llevaban a que Vivian tuviese que comunicarse con el fiscal para estampar denuncias. Todo esto le fue dando señales de un entorno de mucha violencia. Pronto empezó a conocer además la cultura en el interior del recinto hospitalario.

“Ya a fines del 2017, nos dimos cuenta que muchas habíamos vivido situaciones de abuso parecidas. Entonces decidimos realizar una jornada donde hablamos de la violencia de género que estábamos evidenciando y definimos conformar una red.”

Al año siguiente, Vivian junto a dos amigas, en el marco de tener a una presidenta mujer por primera vez en el Colegio Médico, fundaron el departamento de Género de la entidad gremial.

“Hicimos revisión de protocolos universitarios, del sistema legal del colegio médico.”

“Volver al colegio médico a pedir ayuda fue una ironía de la vida.”

A continuación señalamos advertencia preventiva para sobrevivientes de trauma por delitos sexuales que puedan estar leyendo este artículo, recomendamos discreción.

Vivian, tras un almuerzo con pares y docentes, regresó a su lugar de trabajo con uno de los participantes, “al que apenas conocía y con quien no tenía ningún tipo de relación más que la laboral. De ahí en adelante todo es borroso”. 

El siguiente recuerdo es la voz de este hombre, preguntando si estaba bien y levantándome del piso... lo siguiente: tenía el torso y rostro apoyado sobre una superficie dura y él por mi espalda penetrándome. Intenté levantarme, pero no pude. Estaba agotada, con un cansancio insoportable. Sentía una profunda tristeza y falta de amor, no quería estar ahí, pero el cansancio me ganó.”

Vivian luego vivió un proceso de culpa y vergüenza que la inmovilizó por mucho tiempo. Reconoce que denunció “tardíamente”, aunque su relato nos hace preguntarnos cuál es el plazo correcto, quién podría precisar qué cantidad de días mínimos o máximos pueden existir para activarnos y atrevernos a realizar una denuncia y asumir toda la carga que conlleva un contexto judicial de esas características.

Catalina Baeza, psicóloga y fundadora de Nütram Salud Comunitaria, nos indica que la vergüenza es una emoción de la cual se habla muy poco, “en general no aparece mencionada entre las emociones básicas, pero es una de las más de veinte que hay, como el miedo, en general las personas se refieren al miedo, a la rabia o la alegría. Ser violada provoca un dolor y una rabia inimaginable. La culpa, diferente de la vergüenza, nos remite a algo que hicimos y que podríamos haber evitado. Cuando nos dañan, al punto de producirnos vergüenza, dañan nuestro ser. No somos personas dignas de ser y merecemos que nos pase lo que nos pasó, aunque no sepamos el por qué. Esa es la vergüenza y por eso callamos”.

“Lo primero es acoger. Por eso Las Tesis fueron tan importantes. Ellas nos ayudaron a liberar y a gritar que ‘la culpa no era mía’. Como sociedad debemos hacer un trabajo enorme para liberarnos de la culpa y la vergüenza, y cada vez evidenciar más que la culpa está en el agresor.”

“Lo que sufre una mujer, una adolescente o una niña violada no es posible de evaluar, si antes no se intenta comprender y empatizar con el dolor de la vergüenza. Una vez que lo hacemos, no hay juicios o consejos posibles, sólo empatía.”

Valentina Vallejos, psicóloga, con experiencia como perito forense, nos detalla que se trata de “un abuso de poder, de un abuso de confianza que pasa al cuerpo. Mientras no volvamos como sociedad a un sistema de cuidado más colectivo y comunitario, los abusos sexuales van a seguir ocurriendo. Cuando pasa un abuso sexual, nos pasa a todos, y eso denota que estamos fallando como sociedad. Debemos entender el abuso sexual como un trauma relacional, pero que está enmarcado en algo más amplio, en una organización, en un orden social determinado, y esto hace y nos exige que como ciudadanas y ciudadanos, tengamos una posición mucho más activa y que debemos necesariamente tratar de tensionar y tratar de salir de nuestros lugares de confort y aportar a que nuestra sociedad se estructure desde una mirada más igualitaria, más sensible.” 

Vivian repasa su historia reciente y concluye que “a pesar de todo fui afortunada, porque tengo amigas feministas que sabían sobre asuntos de género y además contaba con apoyo psicológico y psiquiátrico, así que logré iniciar mi recuperación y ahora sé que esto no fue mi culpa.”

Actualmente Vivian colabora activamente en el departamento de Género del Colegio Médico. 

“Quiero transformar todo este daño y que tenga algún sentido todo ese dolor. No podemos permitir que médicos que son abusadores vean pacientes. Es imprescindible que nos eduquemos respecto de cómo es un examen físico normal, si corresponde que debas sacarte toda la ropa en una consulta y si corresponde que tu cuerpo sea tocado según determinada especialidad médica. Es importante recordar que la paciente está en una relación asimétrica.”

A Vivian le preocupa que tal como en su caso, si una paciente denuncia un delito sexual podría ser fácilmente acusada de haber consentido y que por lo general le tocará enfrentar un caso que será difícil de comprobar. 

Le preguntamos a Vivian si desea contarnos algo más de su historia. En un suspiro vuelve a juntar fuerza y nos señala: “quiero decirle a las mujeres que no son culpables, que no deben sentir vergüenza, que pueden seguir mirando de frente, y que el único que tiene que sentir vergüenza es el agresor.”

Escribimos este artículo en noches convulsas en Chile, desde la calle siguen resonando las cacerolas y es posible escuchar las voces de cientos de mujeres cantando con fuerza a Las Tesis: “El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves. Es feminicidio, Impunidad para el asesino, Es la desaparición, Es la violación.”

Y es así, desgarradoramente es así. Pero la diferencia es que desde el estallido social, desde el levantamiento popular de octubre y luego del fenómeno de Las Tesis, estamos en un Chile distinto. Un país donde las mujeres cargando con sus heridas abiertas salen valientes a la calle a bramar por justicia social.

Y aunque la impunidad es una fuerte realidad en nuestro país que en ocasiones nos impide creer en la justicia, Chile se alista para la desescalada de la pandemia y pronto la lucha feminista, disidente y de minorías vulneradas, saldrá nuevamente a la primera línea. 

De eso no hay duda. 

“El violador eres tú”, sonará con fuerza otra vez y muchos sabrán que los están nombrando.

Esperamos que sea así. Porque la justicia será feminista o no será.  



Responder

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Aqui podría estar su imagen. para registrarse, haga clic aquí.

CAPTCHA
Queremos saber si eres una persona y no un robot, por eso responde este siguiente formulario.