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¡Asfalto ya! La nueva inclusión

04 Agosto 2020

Los Romeros Inclusivo pide ‘¡asfalto ya!’. Ahora, altiro. Lo exige. No va a esperar, no quiere esperar. ‘¡Quiero mi asfalto ya!’, el grito del individualismo neoliberal que exige la satisfacción de su deseo en forma inmediata. La exigencia de quien no acepta un no por respuesta.

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Marcela Mandiola Cotroneo, Ph.D, Académica, Universidad Alberto Hurtado

Vecina ‘no incluida’ de Los Romeros.

Este domingo 2 de agosto, me crucé con una caravana de autos que, ataviados de globos albicelestes y en medio de bocinas y cantos, apoyaban la pavimentación asfáltica del barrio Los Romeros en Concón. Cada uno de los automóviles ostentaba escritos comunicando su postura frente a la activa polémica que hoy atraviesa a dicho barrio. La agrupación se hace llamar Los Romeros Inclusivo, y pedían, “¡asfalto ya!”. 

Ambos conceptos me llamaron mucho la atención, y más aún si los percibimos en relación. La palabra inclusión tiende a mostrarse como el reflejo de algo positivo, se tiñe de apertura y de una aparente consideración por los demás. Sin embargo, se trata de un concepto engañoso. Inclusión es un concepto más bien rechazado por las tendencias que buscan justicia social, valorización de la diversidad y consideración de la equidad. Inclusión, más bien incluir, es algo que solo puede hacer quien ya está adentro. Se trata de la oportunidad de incorporar a quien es ajeno a un contexto que ya existe, que ya tiene su forma, sus reglas y sus límites. Incluye quien está adentro e incluye a los excluidos. Se incluye desde una posición de poder, se incluye desde la comodidad de la zona de confort, se incluye para que el otro se modifique de acuerdo a quien le incluye.  Yo que puedo te incluyo a ti que no puedes; yo que tengo, te incluyo a ti que no tienes. Yo mantengo mi posición de poder, yo mantengo el control de un contexto que yo diseñé y al que tú solo accedes porque yo te incluyo. La inclusión, se entiende así, como algo cercano a la caridad, un barniz de buenismo que deja el alma tranquila y el sistema intacto. 

Los Romeros Inclusivo, en particular, se encuentra ahora promoviendo en público un proyecto que diseñó en privado. Un proyecto que, con firmas tan ajenas al barrio como muchos de los autos de la caravana de hoy, se presentó en representación de una mayoría que nunca fue informada, menos consultada. Los Romeros Inclusivo sostiene un proyecto que satisface las necesidades de muy pocos presentadas como las de todos. Esa es justamente la inclusión: la mirada parcial de pocos que cree representar a muchos otros que nunca se decide a consultar. Desde la mirada de la inclusión no es necesario consultar, porque en la inclusión va implícita la superioridad de quien incluye. Se da por supuesta la subordinación de quien nada tiene y solo debe esperar el que posee, el que sabe, el que puede, se digne a darle. 

Los Romeros Inclusivo pide ‘¡asfalto ya!’. Ahora, altiro. Lo exige. No va a esperar, no quiere esperar. ‘¡Quiero mi asfalto ya!’, el grito del individualismo neoliberal que exige la satisfacción de su deseo en forma inmediata. La exigencia de quien no acepta un no por respuesta. La demanda de quien está acostumbrado a ganar, de quien no cede, de quien nunca dialoga. ‘Asfalto ya!’ es un mandato, es tal vez la cara honesta de la inclusión, esa que impone su mirada y la disfraza de acuerdo.  ‘¡Asfalto ya!’ en el barrio Los Romeros es a todas luces una exigencia que nunca le ha prestado atención al entorno, a la comunidad, a la geografía, a la fauna o a la flora que pretende representar. ‘Asfalto ya!’ es un grito privatizador, extractivista, individualizante, patriarcal, depredador. ‘Asfalto ya!’ es la insistente inclusión a la modernidad colonizadora, ciega y sorda, indiferente frente a aquellos que pretende incluir. 

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